09 de diciembre de 2003
Tokio, (EFE).- El Gobierno japonés tomó hoy, martes, la decisión de enviar a Iraq un contingente de soldados para realizar tareas humanitarias, a pesar de la oposición que la reciente muerte de dos diplomáticos nipones en un atentado terrorista en aquel país ha provocado entre la población.
El primer ministro japonés, Junichiro Koizumi, y sus ministros dieron luz verde al plan básico según el cual unos 600 soldados de las Fuerzas de Autodefensa, nombre que recibe el Ejército nipón, serán destacados en la región de Muthana, cuya principal ciudad es Samawa, a unos 250 kilómetros al sudeste de Bagdad, donde permanecerán un año.
Entre otras tareas, el contingente nipón, que estará dotado de armamento especial en previsión de ataques terroristas, desempeñará trabajos humanitarios para la población iraquí como el suministro de agua, reconstrucción de infraestructuras públicas y la mejora de los servicios médicos y educativos.
El gobernante no reveló la fecha en que saldrá del archipiélago el contingente militar, ya que los detalles finales deben ser preparados aún por la Agencia de Defensa, lo que se espera se produzca la semana próxima.
Sin embargo, y según fuentes gubernamentales citadas por la prensa local, Koizumi estudia poder despachar una avanzadilla de las fuerzas aéreas antes de fin de año para preparar el terreno del contingente, que saldría de Japón entre enero y febrero próximos.
El contingente militar nipón incluye diferente material de transporte como 200 vehículos armados, ocho aviones, dos vehículos anfibios y dos destructores.
En una rueda de prensa, el primer ministro defendió la necesidad de enviar a los militares japoneses y resaltó que irán en misión no bélica y de paz para ayudar a reconstruir un país diezmado por los ataques bélicos de la coalición internacional que derribó al ex presidente iraquí Saddam Hussein. "No vamos a una guerra, sino a la reconstrucción de un país. Pero vamos preparados ante la posibilidad de ser objeto de ataques terroristas", indicó.
El Gobierno autorizará a las tropas a portar poderosas armas antitanque y bazocas para defensa propia y estar en condiciones de repeler posibles ataques terroristas, debido a la inseguridad que reina en Iraq y las reiteradas emboscadas de que son objeto las fuerzas internacionales allí desplegadas.
Hasta la fecha y desde que hace 12 años comenzaron a participar en misiones internacionales de ayuda junto a los "cascos azules" de la ONU, los soldados japoneses no han llevado fuera del país armas mayores que pistolas o fusiles y su uso ha estado muy restringido.
"No puede decirse que no haya peligro, pero tenemos la responsabilidad de ayudar a la reconstrucción de Iraq, donde hay ya casi 40 países dando su respaldo", afirmó Koizumi en su residencia oficial, en cuyo exterior un centenar de manifestantes de organizaciones cívicas mostraba su oposición al envío de militares.
La decisión ha levantado una fuerte crítica en un país que fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial por los aliados liderados por EU y cuya Constitución se declara pacifista, limita la acción de sus militares a la defensa nacional y renuncia a la guerra para resolver conflictos internacionales.
El mortal atentado del pasado mes contra el cuartel de los carabineros italianos estacionados en las cercanías de Samawa hizo que Japón aplazara el anuncio del envío de tropas, y las posteriores amenazas de Al Qaeda de cometer atentados en el centro de Tokio si materializaba el plan, multiplicaron las presiones en contra de asignar soldados a la reconstrucción iraquí.
La crítica social y política a los planes oficiales se disparó con el asesinato en una emboscada terrorista de dos diplomáticos japoneses en Tikrit, el último fin de semana de noviembre.
Los principales partidos de la oposición japonesa se apresuraron a criticar la decisión del primer ministro y resaltaron la equivocación que significa la promesa que Koizumi hizo al presidente estadounidense, George W. Bush, de enviar soldados para la reconstrucción de Iraq.