EFE
WASHINGTON, EU.- La Cámara de Representantes de Estados Unidos aprobó ayer por amplia mayoría la partida extraordinaria de 87 mil millones de dólares solicitada por el gobierno para hacer frente a los gastos militares y de reconstrucción en Iraq y Afganistán.
De esta partida, según las previsiones del gobierno, 67 mil millones de dólares se destinarán a gastos militares, mientras 20 mil millones se dedicarán a la reconstrucción de Iraq.
Los representantes votaron la iniciativa por una mayoría de 303 votos a favor frente a 125 en contra, en lo que representa un importante espaldarazo para la política del presidente George W. Bush en Iraq.
El Senado continúa su propio debate de la propuesta y se espera que se pronuncie en las próximas horas, después de que el jueves aprobara convertir la mitad de esos 20 mil millones en préstamos y no en ayudas a fondo perdido, como pedía el gobierno.
La Cámara de Representantes había rechazado, también el jueves y por un estrecho margen, una iniciativa similar a la aprobada por el Senado.
Ambas cámaras del Congreso deberán ahora armonizar sus versiones de la propuesta antes de que pueda convertirse en ley, algo que Bush quiere que se haga efectivo antes del viernes próximo, cuando se inaugura en Madrid la Conferencia Internacional de Donantes para Iraq.
En los últimos días, tanto Bush como el vicepresidente Dick Cheney habían presionado a los congresistas para que aprobaran lo antes posible la partida extraordinaria, con la idea de que sirviera de ejemplo para que otros países ofrecieran aportaciones generosas para la reconstrucción de Iraq.
La iniciativa aprobada por el Senado el jueves puso, sin embargo, de manifiesto la resistencia no sólo entre los legisladores demócratas sino también entre algunos republicanos a aprobar una ayuda multimillonaria cuando el déficit presupuestario de Estados Unidos ha batido todos los récord y supera los 400 mil millones de dólares.
La resolución del Senado prevé que los diez mil millones de dólares que se concederían en forma de créditos se vuelvan a transformar en ayudas a fondo perdido si los países acreedores de Iraq acceden a condonar 90 por ciento de la deuda externa de ese país, que se calcula en torno a 100 mil millones de dólares.
El Gobierno de Estados Unidos se mostraba contrario a la idea de los préstamos, al considerar que tan sólo agravarían la carga de la deuda de un país en bancarrota y enviarían “el mensaje equivocado” a los potenciales donantes para la reconstrucción.
Según declaró ayer un portavoz del Departamento de Estado, “Iraq ya está cargado de deudas antiguas. Ahora no es el momento de cargarlo con más deudas”.
Pero los senadores que votaron a favor de la enmienda arguyeron, como el republicano Lindsey Graham, que “me es muy difícil irme a casa y explicar que le vamos a dar 20 mil millones de dólares a un país que tiene un billón de dólares en petróleo”.
La propia Cámara de Representantes también ha puesto de manifiesto su preocupación ante la escalada de los costos de la reconstrucción de Iraq.
En su versión, prevé recortes en los apartados destinados a asuntos como la creación de un sistema de códigos postales o la adquisición de camiones de la basura.