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Apuesta EU a 'dólar fuerte'

Reuters

WASHINGTON, EU.- La semana pasada, el presidente estadounidense George W. Bush estaba pidiendo una política cambiaria "justa" por parte de otros países, para ayudar a los manufactureros de Estados Unidos.

Pero esta semana, la Casa Blanca y el principal funcionario de Bush en materia cambiaria están insistiendo en que el gobierno todavía apoya la política del dólar fuerte.

Según los economistas, para entender este enfoque ambivalente de la política cambiaria, a los inversionistas les basta con observar la tolerancia que tuvo el gobierno ante la reciente caída del dólar, que en los últimos días bajó a su mínimo en tres años contra el yen.

Según indicaron algunos funcionarios estadounidenses, esta caída no ha sido descontrolada ni ha resultado sorpresiva, a la luz de ciertos datos de la realidad económica, como la brecha comercial de Estados Unidos.

De hecho, a medida que se acelera la campaña para las elecciones presidenciales del 2004, la política del gobierno tampoco debería llamar la atención: justamente, es la política, y no la economía, la fuerza dominante por ahora.

Bush, cuya popularidad ha caído a sus mínimos desde la guerra contra Irak, entrará a la campaña con una economía que ha perdido 2.5 millones de empleos manufactureros desde el 2001.

Los manufactureros acusan a las importaciones de los países que, según ellos, mantienen sus bienes baratos con tipos de cambios depreciados.

"Al sector manufacturero le preocupa que el campo de juego esté equilibrado", dijo Bush la semana pasada. "El comercio justo implica que la política cambiaria sea justa", dijo el presidente.

Lo que ha causado confusión en los últimos días es el renovado y reiterado apoyo verbal a un dólar fuerte por parte de los funcionarios del Tesoro y de la Casa Blanca.

El secretario del Tesoro, John Snow, dijo el jueves que la política del dólar fuerte de Estados Unidos no ha cambiado "ni un ápice".

Pero estos comentarios, aunque el jueves dieron respaldo al dólar, en los últimos días han comenzado a sonar como palabras huecas en los mercados financieros.

El economista Jeffrey Frankel, quien participó en el Consejo de Asesores Económicos del presidente durante el mandato de Bill Clinton, dijo que la confusión en el mercado es comprensible.

El economista comparó la política cambiaria del equipo de Bush, con manejar un auto "con el pie en el acelerador y en el freno al mismo tiempo".

Frankel dijo que la retórica como el llamado al "campo de juego equilibrado" parece estar claramente impulsada por asesores políticos, con el ojo puesto en los estados norteamericanos que tiene una fuerte base manufacturera, y son cruciales en los esfuerzos de Bush para ganar la reelección en noviembre de 2004.

Ted Truman, quien fue funcionario del Tesoro en la gestión de Clinton, y ahora forma parte del Instituto de Economía Internacional, dijo que la Casa Blanca hace bien en no hacer nada ante la caída del dólar.

"Es muy pronto para que ellos se preocupen por eso", sostuvo.

Truman piensa que el yen podría fortalecerse a 80 o 90 por dólar en los próximos años, a medida que se reduce el déficit en cuenta corriente.

En menos de un mes, el dólar ha perdido un tres por ciento frente al yen, y casi cuatro por ciento frente al euro.

A las 1916 GMT del jueves, el dólar cotizaba a 109.1 yenes, y a 1.3171 francos suizos. El euro se negociaba a 1.1742 dólares.

Los funcionarios del gobierno admiten que la debilidad del dólar tiene sus riesgos. Las consecuencias normales son una mayor inflación y tasas de interés más altas.

Sin embargo, un funcionario destacó que la inflación está controlada ahora, y que las tasas de interés de largo plazo tienen algo de margen para subir sin dañar a la economía.

Y hay una gran ventaja que compensaría esos riesgos: la baja del dólar aumentará la competitividad de los manufactureros de Estados Unidos, según el funcionario.

Igualmente, aunque Bush está presionando para un "campo de juego equilibrado" en materia comercial, sus esfuerzos en este tema tienen un límite.

Por ejemplo, los asesores de Bush han mostrado suficiente cautela para no amenazar con aranceles contra las importaciones chinas, una táctica que defienden algunos senadores de Estados Unidos.

"Los aranceles contra los chinos atrasarían el movimiento hacia la flexibilidad cambiaria, en forma indefinida", dijo un funcionario estadounidense, que habló bajo condición de anonimato.

Algunos economistas también temen que amenazar a China en la cuestión cambiaria pueda poner en riesgo al frágil sistema bancario del gigante asiático.

Los esfuerzos de Bush y de algunos funcionarios del Departamento de Comercio para explicar los problemas de los manufactureros en función del tipo de cambio son considerados por los mercados financieros como un intento para hacer bajar al dólar.

El Tesoro, que tiene la última palabra en materia de intervención en el mercado cambiario, ha evitado ese tipo de comentarios. En cambio, los funcionarios del Tesoro hablan de políticas de "flexibilidad" y de "libre mercado".

El mes pasado, tras un encuentro de los ministros de Finanzas del Grupo de los Siete países más desarrollados que se realizó en Dubai, las autoridades del G7 emitieron un comunicado en favor de que las principales economías sean más flexibles con sus políticas cambiarias.

Estas palabras fueron vistas como un éxito de Estados Unidos, pero la victoria no fue tan clara en realidad.

China ha rehusado terminar con su paridad cambiaria, que lleva una década, y sostuvo que liberalizará su tipo de cambio sólo cuando sus autoridades lo dispongan. Mientras, Japón no ha dejado de intervenir en el mercado cambiario para debilitar al yen e impulsar sus exportaciones.

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