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Arjona se inspira sin esfuerzo

Agencias

Los Ángeles, E.U.- Ricardo Arjona pone como única condición que no se hable de su reciente divorcio, a pesar de que en Santo Pecado, el disco que promociona habla sin tapujos de las angustias provocadas por el desencuentro con el ser amado. En una hermosa suite del hotel Mondrian, uno de los más exquisitos de Los Ángeles, el cantante guatemalteco radicado en México habló sobre el proceso creativo que lo ha llevado a convertirse en una voz única dentro del panorama musical latinoamericano.

-¿Cómo surge una canción de Ricardo Arjona?

“Si hubiera algún proceso, no haría otra cosa que ponerle ‘play’ todo el día. Es complicado, porque nacen de maneras distintas. Yo vivo diciendo que las canciones no aparecen cuando uno quiere sino cuando a ellas se les pega la gana.

A uno no le queda más que esperarlas atento, listo, para convertirte en ese puente de algo que viene de no sé donde y vos lo pones en el papel, dándote un chance grande de poder construirte un mundo en el ejercicio de la hoja en blanco, que las canciones son eso, construirte un mundo, jugar, volver a ser niño, y armarte las cosas, poner el mapa al revés como me pasó con Si el Norte Fuera el Sur, o polemizar acerca de algo que crees que no es consecuente con lo que realmente significa o hablar de la mujer que nunca te hizo caso y hacer que te haga caso en una canción”.

-Es algo que no puedes controlar... “No, quisiera controlarlo, me encantaría poder hacerlo, pero va mucho más allá de lo que yo pueda administrar. Hay días en los que se me ocurren tres canciones y de pronto pasan cinco meses y no escribo absolutamente nada”.

-¿Salen a borbotones? ¿O a veces es una idea que tienes que trabajar y trabajar hasta darle forma? “Algunas sí, las que tienen un ejercicio como de novela, son las canciones con las que me identifico después y que llevan un proceso más largo. El caso de Historias de Taxi que son canciones que no se cual va a ser el final todavía y que me sorprendo a mí mismo encontrándome cual va a ser el final, canciones como Ella y Él, la historia de la cubana con el gringo. Canciones como El Mesías, que yo no sabía qué hacer con el mesías y tan es así que yo dejo todas las puertas abiertas para que sea el surrealismo personal de cada gente para que termine la canción como quiera. No se sabe si se suicidó, si lo mataron o que pasó... Las demás canciones por lo general se escriben muy rápido.”

-A partir de que las canciones te vienen y no sabes de donde ¿Piensas que alguien te envió la canción de El Mesías?

“No, porque yo siempre tuve esa idea. Las coincidencias con lo del 11 de septiembre radican en cosas que me sorprendieron a mí también, como el hecho de que ‘tiene un socio en Japón y otro en Afganistán’, ‘prepara un golpe y nadie sabe la fecha’.

Ese tipo de coincidencias que fueron drásticas después del episodio trágico pero todo lo demás eran cosas que venía pensando desde que era niño: ¿cómo va a regresar un mesías? Si va a venir con sandalias y parábolas y demás, lo matan en 15 días”.

-¿Cuál debería ser la infraestructura de un tipo que regrese con características de mesías? “Por empezar debería manejar un poder económico importante, debería tener estos rasgos, empiezo a hacerme la imagen de un mesías y lo pongo ahí”.

-¿Cuántas horas pasaron después de la catástrofe hasta que alguien te señaló las coincidencias? “Yo vi todo el acontecimiento del 11 de septiembre y jamás lo relacioné con la canción. Jamás. Pasaron los días y yo comencé a ser cuestionado por todos lados sobre las coincidencias con la canción.

En Ecuador estaba en el camerino, antes de un concierto, agarré la guitarra y toqué la canción y me dí cuenta que efectivamente había muchas coincidencias, pero que no eran otra cosa que eso, coincidencias”.

¿Qué edad tenías cuando te diste cuenta que tenías este don?

“Yo de verlo como un don, no sé si lo descubro todavía. Yo empecé a sentir cierto poder a través de las canciones, el poder que iba desde el hecho de ser invisible para convertirme en un tipo que físicamente existía, y en el que las miradas, principalmente femeninas, podían venir y topar conmigo y no traspasarme como yo sentía. Yo era un flaco tímido.

Descubrí que si en una reunión tomaba una guitarra y me ponía a cantar yo me convertía en alguien, especialmente para las mujeres, que a los 15 o 16 años uno no piensa en otra cosa. El hecho de que ellas se acercaran a decirme que les había gustado lo que había tocado y a preguntarme a quien le había compuesto esa canción me entusiasmaba.

Que ellas dieran el primer paso para mi fue una cosa impresionante que quería repetir constantemente. Yo cantaba y era un cantautor sumamente panfletario porque escribía muchas canciones de protesta y eso me servía primero para expulsar muchas cosas que traía adentro, segundo para ocupar un sitio en la universidad o en el instituto y tercero porque quería, pero cuando yo descubro que haciendo otro tipo de canciones o con esas mismas canciones yo comienzo a crear cierta reacción en los demás es cuando me gusta.

Hay una suerte de egocentrismo en este asunto que viene a salvar una sarta de complejos que uno trae. Si yo no tengo la posibilidad de ser el tipo capaz de irle a hablar a una chica, porque no hacer algo para ver si ella da el primer paso para ayudarme”.

-¿Por qué crees que las mujeres tienen esta conexión tan fuerte contigo?

“No sé, quizás porque sienten que a veces yo digo cosas que les gustaría que les dijeran sus parejas. Y yo siento tanto decepcionarlas porque tengo la misma dificultad. Es mucho mas fácil decirlo en canciones que decirlo así.

Creo que lastimosamente venimos de una sociedad que nos enseña la mala costumbre de no expresar nuestros sentimientos, nuestras emociones, de no besar cuando tenemos ganas, de no abrazar. Estamos siempre administrando nuestros sentimientos.

Los hombres somos así. Es más fácil para mí expresar un montón de cosas a través de una canción que expresarlo como lo deberíamos hacer todos. Yo tengo las mismas dificultades”.

-Y ahora que eres el héroe de tantas mujeres.

“Es que yo no me creo el asunto este, porque esta carrera te convierte en muchas cosas. La fama que es una señora de muy mala reputación a la que hay que creerle poco y que te coloca en sitios chistosos. Después de los 15 años y de hablar de la transparencia esa en que estaba, llegaron los 20 y ya no era tan flaquito, era un tipo más grande, pero igual yo caminaba por la calle y no me volteaba a ver absolutamente nadie.

Y después grabas unos discos, las cosas caminan bien y te conviertes en un tipo que llama la atención. Detrás de esto está el encanto de un tipo que hace el trabajo que es distinto a los de la normalidad, y eso uno tiene que tenerlo bastante claro. Hay otros a los que les encanta creérselo. Yo no me lo creo”.

-¿Sientes que hay que hacer concesiones para sobrevivir en este medio?

“Yo creo que hay que hacer concesiones, sin dañarnos a nosotros mismos. Las concesiones en mi casi siempre se dieron en la melodía y no en la lírica. Salvo en los primeros discos que grabé en Guatemala, nunca he cantado algo que no me emocione.

Pero creo que es fundamental estar en la pelea y no ampararse como los grupos seudointelectuales que dicen que no entienden su música, que es un amparo tremendo para que el fracaso no duela.

Hay tanta gente que no va a fracasar nunca porque le tienen tanto miedo al fracaso que prefieren echarle la culpa a 25 cosas antes de decir: “yo tuve la exposición y fracasé”. Hay que tener pantalones para tener la exposición y fracasar”.

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