EL PAÍS / AGENCIAS
WASHINGTON, EU.- Los combatientes extranjeros que tratan de instalar un Gobierno al estilo del Talibán en Iraq coordinan sus acciones con elementos leales al ex presidente Saddam Hussein para lanzar ataques mortíferos contra las tropas norteamericanas, dijo el presidente George W. Bush.
En un discurso pronunciado con ocasión del “Día de los Veteranos” de Estados Unidos, Bush dijo ayer que “una y otra vez, los combatientes del Partido Baath y de la milicia Fedayín han organizado ataques contra nuestras fuerzas para aterrorizar a los obreros internacionales de ayuda y asesinar a iraquíes inocentes”, dijo Bush ante un público asociado con la fundación conservadora Heritage.
El Presidente ha acusado previamente a ambos grupos de tratar de intimidar a los norteamericanos en Iraq, pero esta vez los acusó directamente de conspirar entre sí.
En los mismos grupos hay militantes de Al Qaeda y afiliados de Ansar al-Islam, “siempre ansiosos por sumarse a las matanzas y buscar venganza tras su derrota en Afganistán”.
El mandatario rindió tributo a los 140 mil combatientes estadounidenses destacados en Iraq y Afganistán, así como a los veteranos de pasadas contiendas bélicas e insistió que “esta nación ha librado sus guerras sólo con renuencia”.
Previamente, en la rotonda del Cementerio Nacional de Arlington, durante un día lluvioso y gris, Bush mencionó el sacrificio de los soldados estadounidenses caídos en el Oriente Medio y Afganistán.
“La pérdida es terrible”, dijo Bush ayer. “Es soportada especialmente por las familias de los soldados, pero en su dolor y en su soledad, quiero que estas familias sepan que sus seres queridos sirvieron en una causa noble y justa”.
Al llegar Bush al cementerio fue recibido con las 21 salvas de ordenanza. Posteriormente el mandatario observó un minuto de silencio y escuchó el tradicional toque de clarín en honor de los caídos en combate.
Bush colocó una ofrenda floral en la Tumba del Soldado Desconocido en el undécimo día del undécimo mes del 85 aniversario de haber sido firmado el armisticio que puso fin a la Primera Guerra Mundial, el 11 de noviembre de 1918.
Este mismo día hace un año, el mandatario amenazó con desatar “la totalidad del poderío y la fuerza” militar de Estados Unidos contra Saddam Hussein a no ser que el dictador iraquí se deshiciera rápidamente de sus armas prohibidas.
Este año, el Gobierno no la logrado aún localizar las armas de destrucción masiva y los ataques diarios han causado casi 400 muertos estadounidenses, más de la mitad de ellos desde que Bush declaró el fin de las principales hostilidades el primero de mayo.
El secretario de Defensa Donald H. Rumsfeld dijo ayer que Estados Unidos cuenta con fuerzas suficientes en Iraq, aunque no dudará en recomendar más de ser necesario.
“Nos encontramos ahora en un momento en el que tenemos tantas o más fuerzas iraquíes como fuerzas de seguridad norteamericanas en Iraq”, indicó Rumsfeld.
Se intensifica la violencia
A pesar del anuncio una bomba sacudió ayer la habitualmente tranquila ciudad de Basora y dejó al menos seis iraquíes muertos y nueve heridos. Otro artefacto explosivo hirió a dos policías y a cuatro detenidos a la entrada de un juzgado en el centro de Bagdad. Fueron los dos atentados más llamativos entre otros ocurridos en distintos puntos de Iraq y de los que EU responsabiliza a una alianza entre simpatizantes de Saddam y extremistas islámicos. El jefe de las fuerzas de la Coalición, general Ricardo Sánchez, mencionó por primera vez la detención de 20 presuntos miembros de Al Qaeda, pero reconoció no tener pruebas tangibles de la vinculación de este grupo terrorista con la insurgencia iraquí.
“En algún momento hemos llegado a tener detenidos a unos veinte sospechosos de pertenecer a Al Qaeda, pero según les hemos ido interrogando y filtrando, no hemos podido establecer de manera definitiva que fueran miembros de Al Qaeda”, reconoció Sánchez ante la prensa. El general jefe de todas las fuerzas de la Coalición no dijo en ningún momento ni dónde están detenidos, ni cuándo, ni si alguno de ellos ha quedado ya en libertad. Defendió que si no se trata de integrantes de esa red, al menos están entrenados y financiados por Osama bin Laden u otros grupos terroristas internacionales.
Sánchez estimó en “dos centenares” el número de combatientes extranjeros que pueden estar actualmente operativos en Iraq. “Vemos pasar a yemeníes, sudaneses, sirios y egipcios”, dijo dando a entender que se están colando en el país. Desde hace algunos meses, los funcionarios estadounidenses aseguran que esos infiltrados colaboran con los insurgentes locales. Sin embargo, los jefes militares sobre el terreno han manifestado sus dudas sobre el número de éstos y su papel. “No he visto ninguna entrada de combatientes extranjeros en Bagdad”, declaró recientemente el general Martin Dempsey, jefe de la Primera División Acorazada con base en la capital iraquí.
El general Ricardo Sánchez explicó que los ataques a patrullas militares estadounidenses en los alrededores de Bagdad, el triángulo suní o incluso en Mosul, se han convertido en una rutina. La bomba de ayer en Basora no encaja en esa pauta. El sur de Iraq se ha mantenido comparativamente tranquilo desde la caída del régimen anterior. La explosión, que destruyó un minibús y alcanzó a varios niños que acudían a una escuela cercana, se produjo en una avenida por la que a veces circulan soldados británicos, a cargo de la seguridad en esa ciudad del sur de Iraq, pero no había ninguno en los alrededores. Resulta difícil determinar quién era el objetivo. “No sabemos quiénes son ni qué quieren, pero tienen una estrategia precisa”, analiza un diplomático árabe en Bagdad. En su opinión, lo que buscan los insurgentes es “sembrar el terror, camuflar el fin último de sus acciones y mantener a las fuerzas estadounidenses en permanente estado de alerta”. Sólo así se entiende que junto a ataques contra los soldados “explicables en el contexto de una resistencia contra el ocupante” se cometan otros sin aparente sentido contra objetivos civiles, extranjeros o iraquíes.