Por Luis Guillermo Hernández Aranda
Foto: Sergio Reyes
El Siglo de Torreón
COMARCA LAGUNERA.- Las voces de los académicos coinciden. La educación constituye el camino para la movilidad social. Es imposible pensar en crecimiento sin ser una nación educada.
“El desarrollo de un país depende directamente de sus niveles de educación e innovación tecnológica”, revela un estudio realizado por el Banco Mundial.
A pesar de la premisa y del convencimiento de las autoridades para promover una mejor educación, la realidad es muy distinta: México ocupa el penúltimo lugar de lectores en una lista de 108 países investigados por la UNESCO; el promedio de lectura de los mexicanos según la Cámara Nacional de la Industria Editorial es de 1.2 libros al año.
Ante este panorama surgen también las diferencias entre la educación pública y privada. Algunos sectores de la sociedad consideran la segunda de mayor nivel, mientras que la impartida en escuelas públicas es seriamente cuestionada. Diferencias que no deberían existir, ya que los programas educativos son los mismos. Ante esta realidad el problema se recrudece, la mayoría de los mexicanos no tiene acceso a instituciones de paga.
María Luisa Madero, coordinadora del Departamento de Orientación Educativa de la Universidad Iberoamericana, comenta que la principal diferencia entre la escuela pública y privada es la falta de compromiso. La intención que tienen los maestros para continuar con su preparación y hacer así un mejor trabajo.
“En una escuela privada no te van a tomar mucho en cuenta para obtener un mayor salario si tomaste un curso, mientras que en una institución pública sí. Entonces el incentivo que tienen los profesores no es el de aprender, sino que van a ser categorizados más alto”.
Debido a las dimensiones geográficas de la Comarca Lagunera, muchos de los maestros que imparten clases en instituciones privadas también lo hacen en particulares. De ahí que surja la pregunta del ¿por qué las diferencias?
“Creo que al trabajar en una escuela privada puede haber mayor interés por hacer bien las cosas, porque tienes que cuidar tu chamba y estar en un proceso de mejora continua. No digo que en una escuela pública no se haga, pero existe más el vicio de ‘tengo mi plaza, para qué me esfuerzo si no me la pueden quitar’ ”.
Con esta afirmación coincide Juan Carmen Rentería, subdirector de Servicios Educativos de la Secreta-ría de Educación Pública de Coahuila: “En la escuela pública los profesores tienen seguro su trabajo, mientras que en una institución privada si no das resultado te corren”.
Sin embargo el funcionario considera que existe un cuestionamiento demasiado severo a las instituciones públicas, quienes en la mayoría de los casos tienen como principal obstáculo la falta de recursos económicos.
“En cuanto a nivel educativo, las escuelas oficiales compiten de igual a igual con las particulares”.
Mismos programas, tratamientos distintos
Un director de una institución privada que prefiere omitir su nombre, comenta que la principal diferencia que encuentra el alumnado es la atención. La cual es mayor por parte de los maestros en un colegio.
“Al estar cobrando debemos justificar el pago que hacen los padres de familia, ofrecemos una educación más personalizada”.
Aunado al mayor tiempo de dedicación están los recursos económicos para comprar materiales de apoyo y complementar los programas de estudio.
“Los libros oficiales son excelentes”, comenta el director del colegio, “pero nosotros tenemos la posibili-dad de adquirir otros textos y dar así un 'plus' a nuestro alumnado, que es el motivo principal por el que pagan sus padres”.
Laura Orellana, investigadora y ganadora del primer lugar en el Certamen Nacional de Ensayo Literario Susana San Juan en 1999, recuerda que años atrás realizó una visita a la escuela “Héroes de Nacozari” ubicada por las vías del tren en la ciudad de Torreón. La impresión que tuvo fue demasiado fuerte. La institución contaba con computadoras, pero no tenía los maestros adecuados para enseñar su funcionamiento.
“Lo mismo presencié en otra ocasión en la escuela Centenario. Tenían un salón lleno de computadoras, en esa ocasión la profesora me comentó que el equipo se echaría a perder porque no tenían refrigeración, únicamente pequeños abanicos”.
Juan Carmen Rentería acepta que la principal diferencia entre la escuela oficial y la privada es la atención, más allá de los recursos económicos para organizar una bella fiesta del Día de las Madres.
“La pedagogía a nivel internacional reconoce que la atención del maestro con el alumno es determinante, muchas veces en las escuelas públicas es muy limitado el tiempo que pasa el docente con el estudiante”.
Situación que se complica debido al alto número de niños y jóvenes que se encuentran en el salón de clases.
“Este es un problema que hemos visto por años. Es tanta la cantidad de personas que esperan ingresar a las escuelas de educación pública, sobre todo a nivel primaria, que los niños deben salir sin importar si aprendieron o no”, dice María Luisa Madero.
El sindicalismo que merecemos
A lo largo de la historia de México uno de los principales problemas para elevar los niveles de calidad en educación ha sido el Sindicato de Maestros, donde importan más las grillas y las juntas que los alumnos.
“Cualquier niño de cualquier escuela pública te puede decir que no hay clases los viernes cuando hay junta del sindicato”, comenta Laura Orellana, “creo que en ese sentido sí ha sido un problema para la educación en México el sindicalismo, no ha servido para mejorar las condiciones docentes”.
Juan Carmen Rentería comenta que debido a la actividad sindical, prácticamente se descuida el derecho de los alumnos para acceder a una educación de calidad.
“Cualquier sindicato debe tener como objetivo defender a los trabajadores. Yo estoy de acuerdo con los ideales del sindicalismo, pero se ha caído en errores. Los maestros padecemos y gozamos del sindicalismo que merecemos”.
Una de las principales quejas de los docentes son los bajos salarios, situación que los obliga a buscar otros trabajos para completar así los gastos familiares. Al no haber una estabilidad económica, tampoco existe el tiempo necesario para seguir capacitándose. Situación que afecta directamente al proceso de enseñanza.
“Tenemos maestros con dobles jornadas de trabajo”, comenta María Luisa Madero, “porque hay que completar la quincena, esta situación merma su desempeño, su tolerancia y va disminuyendo su compromiso”.
Para Laura Orellana hace falta un movimiento en el país que apoye todos los esfuerzos por elevar los estándares de educación.
“Existe un grave problema en la formación de maestros”, afirma, “hay que inyectarle recursos económi-cos a la formación de los maestros, es algo que nunca hemos hecho”.
La investigadora comenta que las principales deficiencias son referentes a áreas pedagógicas, donde hace falta un mayor bagaje cultural y de entorno para poder pararse frente a un grupo de niños. Advierte la urgencia de cambiar el discurso y la manera de abordar los programas educativos.
“Cada vez es más necesario tener un bagaje más amplio, porque ahora el niño llega y te dice que vio la caricatura de ‘Ranma 1/2’ y tú tienes que estar en una posición crítica ante todo lo que los menores traen al salón de clases. El profesor debe ser muy crítico, muy innovador, tener habilidades que no creo se desarrollen mucho en la Normal”.
La vida fácil
Al llegar a la Universidad las diferencias entre ambas educaciones saltan a la vista de los catedráticos. María Luis Madero por su trabajo de orientadora vocacional, está en constante contacto con los egresados de preparatorias. Para ella los mejor preparados de instituciones públicas son los egresados del Luzac, Agua Nueva y algunas personas de ciertos CBTIS.
“En los jóvenes egresados de escuelas públicas se desarrollan hábitos de estudios muy buenos, pero se someten más a la autoridad, cuestionan menos, eso no lo puedo ver yo como ventaja En algunas instituciones privadas se fomenta ser más critico”.
Reconoce la psicóloga que en los colegios de paga los jóvenes desarrollan la Ley del menor esfuerzo, al tener la vida resuelta en cuestión económica.
“Es más difícil que alguien egresado de una preparatoria privada llegue a tiempo a la clase de las siete de la mañana, que aquél que viene de un ejido. El primero pone de pretexto que se descompuso el carro”.
Pero las diferencias también van más allá, sobre todo cuando al egresar, al enfrentarse al campo profesional. Los egresados de escuelas privadas tienen menos dificultad para vender su trabajo y obtener un sueldo decoroso. Donde la autoestima juega un rol principal
“Los egresados de una institución pública van más con la mentalidad de hacer, poder empezar desde abajo y después buscar el ascenso ‘de acuerdo a mi desempeño’, corre el tiempo que sea y el del particular no, debe llegar más pronto a los puestos gerenciales, para esperar largo tiempo está el de la otra institución”.
En México el grueso de la población no puede acceder a una educación privada, ante este panorama y buscando el desarrollo en conjunto de su país, algunas voces mencionan desarrollar una identidad nacional, donde los jóvenes egresados de las escuelas privadas no vean a los otros como sus futuros empleados.
Juan Carmen Rentería va más allá y afirma que debe haber más recursos para acortar las distancias.
-¿Vale la pena apostarle a la educación para el desarrollo del país?
“Claro, es una de las armas más importantes para dejar de ser país tercermundista”.
Programas obsoletos
Para la investigadora Laura Orellana, es posible detectar síntomas que ponen en evidencia las deficiencias del sistema educativo en esta región.
“Toda la cuestión del lenguaje, redacción, ortografía, sintaxis, hay gente que puede decir que son detalles mínimos a corregir, pero muchos autores consideran que si no hay una buena sintaxis, es que no hay un buen razonamiento en el fondo”, expresa.
Juan Carmen Rentería, subdirector de Servicios Educativos de la Secretaría de Educación Pública, reconoce que las estadísticas a nivel mundial “no nos dejan muy bien parados”.
Y explica: “hay estudios que colocan a México en el penúltimo lugar, de 40 países, en cuanto a la capacidad de jóvenes de 15 años que son evaluados y deben tener la facultad para enfrentarse a la vida, no me refiero al aspecto laboral, sino a la vida cotidiana donde la educación recibida debió dar las habilidades para resolver cualquier conflicto”.
Históricamente la principal preocupación de la SEP fue la cobertura, “pero después de que cubrimos el 95 por ciento, que aquí en Coahuila es más del 97 de los ciudadanos, nos dimos cuenta que el servicio no es de la calidad que quisiéramos; la búsqueda de la excelencia es muy reciente, de menos de diez años”.
Ante un contexto de globalización, donde los infantes tienen un mayor acceso a diferentes estímulos, los académicos se pronuncian por una urgente revisión de los programas de estudios.
“Hace falta la actualización de los programas, pero sobre todo la metodología”, comenta María Luisa Madero.
“Hay toda una renovación por ejemplo en la materia de historia, en la forma de abordarla”, dice Laura Orellana y agrega: “ya no (es) como la estudiamos nosotros, de héroes y grandes batallas”.
Recuerda la investigadora que en los sesenta nació una corriente que hace mayor énfasis en la historia de la vida cotidiana; en cómo los grandes acontecimientos económicos y políticos afectaron a las masas.
“Creo que cualquier niño se sentirá mucho más cercano a esta historia que a la de los grandes héroes y personajes”.
En una radiografía realizada por el Coecyt para la elaboración del Programa Estatal de Ciencia y Tecnología 2002-2012, se establece que las carencias de sugerencias metodológicas que desarrollen y faciliten la formación de niños y jóvenes, tienen como consecuencia que la enseñanza sea poca atractiva, “ya que no se fomenta el desarrollo de un pensamiento para la indagación, el gusto por el conocimiento científico, por la innovación y la creatividad”.
Hacia la excelencia
Integrantes de la Sección 35 del Sindicato Magisterial, reconocen que no se podrá mejorar el servicio educativo si no se pasa del discurso a la práctica y proponen seis puntos:
1.- Programa de Actualización, Mejoramiento y Superación Profesional.
2.- Asignación de un presupuesto anual a cada institución educativa para su mejoramiento y equipa-miento.
3.- Incremento del salario del docente, a fin de que éste no se distraiga en otras cuestiones.
4.- Creación del Sistema de Evaluación de la Educación Pública, que no sólo fiscalice el desempeño profesional sino que evalúe la aplicación de recursos de la autoridad y el Estado, del material y edificios escolares.
5.- Reformas al Sistema Educativo Nacional en el que se fusione por fin el sistema estatal con el federalizado.
6.- Reducción de la carga administrativa del docente, pues muchos profesores se la pasan llenando documentos en lugar de impartir clases.
FUENTE: Suboficial Mayor Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educac