No se ignora que desde el año 1810 con la Independencia de México de la corona de España, el nuevo país ha sufrido agresiones tanto en su soberanía como en la integridad de su territorio. Una de ellas sucedió transitoriamente con el intento de establecer un imperio en 1821, desde luego por el partido conservador, inconforme de siempre y aliado del clero, con el deseo de conservar fueros y canonjías y seguir cobrando impuestos. Eran ricos terratenientes, dueños de vastas tierras y haciendas donde los trabajadores del campo, encasillados, eran vejados y tenían que pagar diezmos y primicias. El naciente mexicano es conformado ahora por criollos, mestizos, indígenas, mulatos y negros con los mismos derechos en igualdad de justicia, con un sentimiento de nación, con soberanía e integridad territorial y con libertad en el sufragio, bandera e ideología del partido liberal en oposición al conservador. Con base en las cartas a la nación del padre José María Morelos y Pavón, se formularon las leyes de Reforma que a su vez fueron la inspiración para estructurar la Constitución de 1857 con la separación de la iglesia y el Estado, a pesar de la facción conservadora.
Las pugnas entre liberales y conservadores, aquéllos en la obediencia constitucionalista y éstos en contra, no cejaron a pesar de treinta años subsecuentes de dictadura que dio lugar al grito libertario de la Revolución Mexicana con Don Francisco I. Madero, que inició el camino hacia la democracia con el Sufragio Efectivo, No reelección y el Plan de San Luis. Carranza reafirma el constitucionalismo con la Carta Magna de 1917 mientras los conservadores solapados, inician una campaña apoyada por la facción clerical y en los años veinte propician la Guerra Cristera con el fin de derrocar al opositor y hacer así de México un satélite de Roma, exponiendo la soberanía nacional.
Otro golpe fue la intromisión en México de la Internacional Socialista, con el espíritu del marxismo, que encontró en la base campesina obrera y popular, un caldo de cultivo apropiado por la marginación y la pobreza, para la propagación de las ideas utópicas del comunismo con las banderas de un hegemonismo, la dictadura del proletariado y la dialéctica materialista. Así se extienden grupos rojos en todo el país con la esperanza en el paraíso prometido que jamás llegó por el derrumbe de la madre patria de los esquiroles, que ponen otra vez en riesgo la soberanía nacional. Pronto la realidad los desengaña con el declive de su madre patria la U.R.S.S. y la caída del muro de Berlín y a pesar de todo, prevalecen grupos rábanos (rojos por fuera y blancos por dentro), que todavía sueñan con la esperanza del sol azteca y se niegan a morir, mientras suscitan conflictos como el de 1968, a todas luces muy claras las intenciones de hacer de México una estrella roja más del imperialismo comunista.
Los conservadores mientras tanto, desde 1939 hornean el pan en conjunto con el sector clerical y con los grupúsculos rojillos con una falsa democracia. Constituyen una facción fuerte que se opondrá en el futuro a desmembrar el constitucionalismo a como dé lugar. Mientras, la cuña comunista infiltrada en el partido post revolucionario, fiel a la Carta Magna Mexicana, hace su labor de resquebrajar interiormente al constitucionalismo, como un caballo de Troya y en la división, nace el sol de la esperanza sin sentimiento de nación y sólo obedece a la Internacional Socialista.
Así las cosas, la facción pluralista de conservadores, ricos elitistas y burgueses unidos a los mandatos de Roma y a la dialéctica materialista, forman un frente que poco a poco, está llevando al país a un caos inconveniente, fuera de todo orden constitucional y sin sentimiento nacionalista y quienes por lo visto, en lugar de apoyar el desarrollo integral de México, lo destruyen por intereses muy ajenos. El entreguismo por parte del sol azteca y de la extrema derecha, conformada por los conservadores capitalistas, son claro ejemplo de la falta de patriotismo, que en el fondo no desean el progreso nacional, uniéndose a los genuflexos del clero romano que con el estandarte del cambio, engañan a todo mundo, desorientando todavía más al pueblo.
El país en esa situación, continúa inmerso en conflictos donde priva el fanatismo y la ignorancia, perpetuados por las ideas dogmáticas y las utópicas del partido de la extrema izquierda, a quienes obviamente no les interesa el logro de los héroes de la Independencia y la Reforma, atentando impunemente contra la soberanía nacional y la integridad de su territorio.
Las pruebas son más que evidentes y ese es el reclamo del verdadero constitucionalismo. Se ha descubierto que el padrón electoral de la nación y fuera del Instituto Federal Electoral, se encuentra en manos extranjeras, luego de una venta en dólares de los cartuchos que fueron a Gobernación y de allí se “perdieron” para aparecer en la ChoicePoint de los Estados Unidos y en manos de los amigos que usaron los 800,000 dólares en campañas políticas, sin acordarse de que ese acto delictivo, va en contra de la soberanía de la nación, una vez más en la historia de México. El Instituto Federal Electoral por su parte, revela quién vendió el padrón electoral.
No es con una revolución armada como se solucionan los problemas del país, ni con un cambio entreguista a uno u otro extremo. Debe ser con el cambio en la mentalidad de los individuos que los haga abrir los ojos ante la realidad oscura, con la verdad, la transparencia, la educación y civismo, dentro de la ética, recordando que con el sentido democrático y la independencia, nació un pueblo que tiene origen, historia y cultura, como cimientos de la raza de bronce, que somos los mexicanos.