AP
WASHINGTON, EU.- Se perdió la “mejor oportunidad para frustrar la conspiración del 11 de septiembre” porque las agencias de inteligencia no informaron a la oficina del FBI de San Diego que dos hombres eran presuntos terroristas y éstos se encontrarían luego entre los autores de los atentados, según el informe definitivo de una comisión investigadora del Congreso, conocido ayer.
El informe también señaló que en mayo del 2001, el presunto autor intelectual de los ataques, Jalid Shaij Mohammed, fue identificado en un informe de espionaje como reclutador para enviar personas a Estados Unidos para realizar actividades terroristas. Esos sujetos debían ponerse en contacto con “colegas” que ya vivían allí, dijo.
El informe suscita nuevos interrogantes sobre los vínculos saudíes con los secuestradores, al alegar que Omar al-Bayoumi, un estudiante que dio ayuda financiera a los terroristas, “tenía acceso a lo que parecía ser una fuente ilimitada de fondos de Arabia Saudí”.
La investigación, que realizaron durante diez meses los comités de inteligencia del Senado y de la Cámara de Representantes el año pasado, halló que las agencias de inteligencia estadounidenses no tenían una “prueba irrefutable” que indicara la inminencia de los ataques del 11 de septiembre.
Pero también llegó a la conclusión de que se habían ignorado indicios importantes, no se había compartido información entre las agencias y no se prestó la debida atención a la posibilidad de un atentado terrorista dentro de Estados Unidos.
“Los ataques del 11 de septiembre podrían haberse evitado si se hubiese puesto en práctica la debida combinación de habilidad, cooperación, creatividad y algo de buena suerte”, destacó el senador demócrata Bob Graham, ex presidente del comité de inteligencia del Senado, en una conferencia de prensa.
Algunos datos generales fueron anunciados en diciembre cuando los comités concluyeron su investigación conjunta, pero la mayor parte de los detalles permanecieron en secreto. Después de una intensa polémica con funcionarios de inteligencia sobre qué información se podía revelar al público, se elaboró una versión de 800 páginas con material accesible, que fue publicada ayer.
Las pistas principales se centraron sobre dos de los secuestradores, Jalid al-Mihdhar y Nawaf al-Hazmi. Estos fueron identificados como participantes en una reunión de Al Qaeda en Malasia en enero del 2000, pero esa información no fue compartida ampliamente con los servicios de inteligencia. Tampoco se les colocó en una lista de alerta del Departamento de Estado hasta semanas antes de los ataques, pero hasta entonces pudieron entrar y salir libremente de Estados Unidos.
Ambos tuvieron “numerosos contactos” con un informante del FBI en San Diego, pero el agente de contacto con éste no sabía que los hombres fuesen sospechosos de terrorismo.
Asimismo, funcionarios del FBI y del Tesoro dijeron que detectaron a dos secuestradores en agosto del agosto del 2001 a través de tarjetas de crédito e información bancaria.
Al-Mihdhar y al-Hazmi recibían “considerable ayuda” de Omar al-Bayoumi, que fue identificado de tener nexos con Al Qaeda y también fue identificado por una fuente del FBI como un posible funcionario de inteligencia de Arabia Saudí o una potencia extranjera.