México, DF.- El mercado de refrescos en México atraviesa por un proceso de recomposición ante la entrada de nuevas empresas extranjeras y la consolidación de marcas propias tradicionales, lo que ha aumentado el nivel de competencia en el segmento de precios bajos.
Tan sólo el año pasado se produjeron en México 15 mil 347 millones de litros de refrescos y aguas carbotadas, que divididos entre todos los mexicanos arroja la cifra de 149.9 litros, lo que equivale a beber casi medio litro de refresco al día, según un estudio de la Profeco.
La dependencia expone que los consumidores gastan al año más de 118 mil millones de pesos en alguna de las ocho marcas de refrescos de cola, mucho más de lo que en total de los hogares mexicanos invierten en alimentos de la canasta básica.
Para Mauricio Brocado, analista de Ixe Grupo Financiero, el mercado refresquero mexicano se encuentra en un proceso de recomposición y de creciente dinámica competitiva que favorece un agresivo ambiente de precios.
Señala que han entrado competidores extranjeros como Ajemex (Big Cola) y Cott, con creíbles estrategias de negocios, además de que se han vendido marcas propias tradicionales (Risco, Escuis, Mundet y otras) a compañías pudientes como The Coca-Cola Company y Femsa.
Y es que, afirma Brocado, en los últimos 18 meses muchas empresas -incluida Big Cola- han aumentado el nivel de competencia en el segmento de precios bajos.
En ese sentido, destaca, otro participante importante es AGA, propietario de las conocidas marcas tradicionales Jarritos, Sidral y Pureza AGA, que lo convierten en el grupo embotellador independiente (fuera de Coca y Pepsi) más grande de México.
Tan sólo el año pasado, AGA tuvo un volumen de ventas de refrescos de 80 millones de cajas unitarias, equivalentes al cuatro por ciento de participación de mercado del mercado de refrescos. Jarritos, subraya, es el refresco mexicano más vendido en Estados Unidos y ya está disponible en los Wal-Mart Supercenters del sur de Estados Unidos. En ese sentido, el analista destaca la importancia del mercado hispano para las embotelladoras mexicanas, pues de acuerdo con el Wall Street Journal, México exportó 88 millones de dólares por concepto de refrescos a Estados Unidos en 2002.
En su estudio sobre las llamadas marcas B, el analista refiere que los líderes del mercado están reconfigurando sus ofertas rápidamente para ofrecer sabores similares a los tradicionales que puedan competir con el resurgimiento de los participantes de nicho. Todos los beneficios económicos a quien favorecen más son al consumidor, debido a la madurez per cápita de la industria de refrescos en México, afirma.
Para Brocado, la consolidación de los participantes secundarios y propietarios de marcas de nicho en el mercado contribuirán al futuro fortalecimiento y sostenimiento de un agresivo entorno de precios en México.