Reuters
SAN JOSÉ, COSTA RICA.- Saidel Quintero apenas tuvo tiempo a comienzos de agosto para empacar unas cuantas pertenencias en una vieja mochila y correr hasta la estación de autobuses para escapar de Puerto Escondido, un pueblo de pescadores en el sur de Costa Rica.
A sus 15 años andaba desesperado, luego de que una semana atrás un pescador falló un disparo con el que trató de matarlo tras asesinar a otros tres muchachos en esta aldea, generalmente apacible, según narró el joven.
“Corrales (el pescador) dijo que yo estaba en su lista”, contó el muchacho en el mes de agosto, mientras sus familiares formaban un muro humano para que pudiera ingresar al autobús, temerosos de un nuevo ataque a balazos.
La policía no lo ha establecido con certeza, pero supone que Corrales habría abusado sexualmente de algunos muchachos de la aldea y necesitaba callarlos.
Saidel regresó a la aldea cuatro días después, cuando la policía dijo que Corrales se había suicidado luego de huir tras disparar contra los adolescentes.
Pero otros niños y niñas centroamericanos no tuvieron la suerte de Saidel en una región donde la cifra de menores asesinados se disparó de manera alarmante en los últimos meses, según advirtió recientemente una organización regional defensora de la infancia.
La organización Casa Alianza, subsidiaria de la estadounidense Covenant House, no tenía datos comparativos respecto a año anteriores, pero su director regional, Bruce Harris, no dudó en relacionar la situación con las guerras y otras situaciones de violencia interna que durante décadas sufrieron los centroamericanos.
El caso más grave
Honduras, país de 5.5 millones de habitantes, es el escenario más dramático de asesinatos de menores, con 123 casos en los primeros seis meses del año, seguido de Nicaragua con 114 asesinatos.
Algunos fueron asesinados a manos de policías, otros por pederastas y hay casos de muertos a manos de pandillas, de sus propios progenitores o de “locos” que compensaron sus frustraciones ultimando a balazos a niños y adolescentes, como el caso del pescador. También por enfrentamientos entre pandillas.
Según Casa Alianza, sólo en la capital de Guatemala, de dos millones de habitantes, 55 menores de 18 años han sido asesinados en los primeros seis meses del año.
De acuerdo con Harris, en muchos de los asesinatos, principalmente en Honduras, estuvieron involucrados policías y otros funcionarios del aparato de seguridad estatal.
“El asunto es que para algunas personas agredir a los niños y a las niñas pobres es una garantía de impunidad, porque piensan que no van a recibir castigo, ya que los niños no tienen influencias políticas para acceder a la justicia”, subrayó el funcionario.