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Aún extraña el olor a gis / Día del Maestro

Por: Cristal Barrientos Torres

El Siglo de Torreón

TORREÓN, COAH.- Hace varios años cambió el salón de clases por el escritorio de una oficina, pero Alfonso Torres Alfaro aún extraña el olor a gis y el bullicio de los niños. A más de un alumno terrible dejó sin recreo porque dice, era por su bien.

Después de 53 años de trabajar en la docencia -primero como maestro y luego como director-, el profesor Alfonso Torres Alfaro tiene varias cosas que contar: castigos, alegrías y también varios consejos para las nuevas generaciones de maestros.

Siempre fue un alumno disciplinado e inteligente. Su maestro de sexto año de primaria –Víctor Vega González (q.e.p.d.)- un día le preguntó: “¿Te gustaría ser maestro? Él contestó: ¿Usted cree que pueda hacerlo? Y la respuesta fue por demás certera: “por su puesto, estudia, no te distraigas y verás cómo un día si es que te gusta la profesión llegarás a ser un buen maestro”.

El profesor Víctor Vega no se equivocó. Alfonso Torres Alfaro comenzó su profesión en octubre de 1950 en la villa de Viesca, Coahuila. Posteriormente trabajó en San Pedro durante cuatro meses y luego en Francisco I. Madero, donde gracias a su desempeño profesional en 1953 se convierte en subdirector de la primaria Venustiano Carranza.

Los ascensos siguieron y pronto se convirtió en el director de esa primaria en 1962 y en 1971 es nombrado Director Técnico de Sector. El 15 de mayo de 1997 en Torreón le otorgan el puesto de Coordinador Regional de Educación Primaria en el Estado, Sector Laguna Poniente.

A pesar de su edad avanzada, sus fuerzas parecen no terminarse nunca. Como Coordinador Regional ha logrado que el Sector Laguna Poniente tenga primeros lugares en aprovechamiento a nivel Estado. En concursos como Olimpiadas del Conocimiento ha quedado demostrada su eficiencia profesional.

Los consejos del profesor Vega González le sirvieron de mucho. Dice que de niño le gustaba platicar con amigos más chicos que él para enseñarles lo que había aprendido durante las clases.

“El maestro Vega me encaminó a esta profesión, incluso él me hizo la propuesta de que fuera a trabajar a Viesca, me gustó la profesión y la prueba es que sigo aquí, estoy a punto de retirarme pero mientras tenga salud seguiré trabajando”.

-¿Qué se siente enseñar? “Algo muy bonito, creo que si yo sé algo, esa información se debe ir a un niño o joven para que lo aplique más delante. Me pongo a pensar que lo que he hecho me ha servido de algo, siempre me ha gustado ser maestro, me gusta que los alumnos y maestros me atiendan”.

- ¿Era un maestro estricto o consentidor? “Nunca fui regañón, fui pasivo pero exigente. Siempre recomendaba a mis alumnos que me atendieran y al niño que estaba distraído lo dejaba sin recreo, cuando preguntaban la razón les decía: porque no me atendiste a pesar de que te lo pedí, para que ustedes puedan aprender lo que les estoy diciendo tienen que estar muy atentos y si dudan o no escucharon bien, vuelvan a preguntar y yo con todo gusto se los repito”.

Los regaños y suspensiones de recreo sirvieron de algo. Ahora el profesor se encuentra con médicos, ingenieros y abogados: “se acuerdan de mí con mucho cariño y me dicen: ‘Maestro, todo lo que nos enseñó lo estamos aplicando’ ”.

Todavía no puede olvidar a los alumnos que tuvo que castigar por terribles que eran, pero sobre todo a quienes sí le prestaron atención y ahora son grandes profesionistas. Se siente contento porque se da cuenta que su trabajo sirvió de algo.

Debió haberse jubilado hace seis años, pero eso será hasta cuando se sienta cansado e inútil. Da gracias a Dios por estar en perfectas condiciones de salud, incluso el médico le dijo que todavía puede trabajar algunos años más sin ningún peligro.

Ahora su trabajo es administrativo, pero siempre recuerda con cariño sus años como maestro de grupo. Dice que hay mucha diferencia entre los profesores de antes a los de ahora, por las modificacio-nes al programa educativo. Antes trabajaban por la mañana y por la tarde, ahora sólo acuden cinco horas al salón de clases por turno.

Hace años los maestros eran una autoridad: “ahora también, los padres de familia siguen manifes-tando cariño y confianza a los profesores, nosotros siempre les decimos que se comporten con los alumnos como unos segundos padres”.

Sus días de maestro quedaron atrás, pero cuando acude a inspeccionar escuelas, aprovecha y le pide a los maestros que lo dejen platicar con los alumnos, les habla de historia, de geografía, de cualquier materia, todo para revivir los mejores momentos a lo largo de 53 años de profesión.

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