El ofrecimiento del alcalde Guillermo Anaya en el sentido de que su administración ganará las notas de autoridad y eficiencia, constituye un compromiso que debe ser cumplido. Lo anterior porque hasta ahora, es poco lo que se ha hecho en los tres niveles de gobierno en cuanto a la realización de un proceso razonado y analítico del gasto público de cara a la ciudadanía, que lleve a justificar cada peso del erario que se destina a la función pública.
Las sucesivas crisis que ha sorteado la sociedad mexicana en las últimas décadas, han obligado a hacer más con menos recursos, lo que no corresponde en los ámbitos de gobierno en los que el dispendio sigue siendo la regla. Es conveniente que los servidores públicos estén bien pagados, a fin de obtener funcionarios de calidad y de alguna suerte, alejarlos de la tentación de buscar ingresos extras de origen ilícito, al amparo la corrupción.
Sin embargo es pertinente valorar cada uno de los puestos y funciones que existen en la estructura administrativa del Municipio de Torreón, a fin de determinar la conveniencia de que permanezcan o sean suprimidos, a la luz de criterios de ahorro y calidad. La ciudadanía también espera la denuncia y combate frontal al viejo sistema de ?aviadores?, con el que se suele responder a compromisos políticos inconfesables cuya existencia debe quedar atrás.
De igual manera, debe operar un recorte drástico a la nómina de ayudantes personales de los funcionarios de primer nivel, que habilitados como secretarios, choferes, guardaespaldas o simples acompañantes, suelen proliferar. Este análisis de los gastos de cada dependencia a fin de justificar su pertinencia o ser suprimidos, es el principio para hacer realidad el propósito de austeridad y eficiencia ofrecido por el Alcalde, de cuyo cumplimiento mucho espera la ciudadanía.