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Autonomía científica y tecnológica en la India y el caso del MIT

JUlio Faesler

Dos hechos se destacaron con motivo del Día de la Ciencia y la Tecnología que desde hace cinco años se celebra en la India y en el que el Presidente de la República entrega premios a las personalidades que más se han destacado por sus contribuciones en ese campo.

Por una parte, los lineamientos del Programa 2003 de Desarrollo Científico y, por la otra, la rescisión del convenio del gobierno indio con el Instituto Tecnológico de Massachussets de Estados Unidos.

En efecto, fue importante el discurso del Ministro de Desarrollo de Recursos Humanos, Ciencia y Tecnología, Murli Manohar Joshi, una de las figuras más influyentes del gobierno e incansable promotor de la modernización. Este avezado funcionario no sólo orienta la política nacional para apoyar la investigación en todos sus niveles y abrir nuevos horizontes, sino está en constante contacto con la comunidad empresarial estimulándola con apoyos financieros y fiscales para que invierta en la educación y preparación de cuadros técnicos.

En esta ocasión el discurso del Ministro Joshi aludió al papel de la ciencia y de la tecnología dentro del desarrollo social de la India y de todo el mundo. Hay que asegurarnos, dijo, que no sea la ciencia la que imponga la reglas sino que las prioridades sociales sean las que orienten la investigación.

Al efecto, el señor Joshi declaró “que las políticas científicas y tecnológicas no deben establecer una dicotomía entre el conocimiento científico y el de otros campos particularmente los sociales, o sea, entre la materia y la conciencia. Si son tratados como espacios autónomos, podrán darse grandes y espectaculares avances científicos fraccionados en especializaciones... Distanciados de las responsabilidades sociales y éticas están impedidos a contribuir a resolver los problemas de la pobreza, el hambre, la desnutrición, condiciones de insalubridad que padecen las mayorías del mundo. Se ha alterado la armonía entre el género humano y la naturaleza provocándose la degradación y destrucción del ambiente...El mito de la neutralidad social, política y ética de la ciencia y la tecnología es lo que ha ocasionado el calentamiento global, la escasez de agua, la deforestación, la degradación de las tierras arables y la desertificación...Es más, los avances científicos y tecnológicos perpetúan y exacerban estos problemas...”

La situación se ha agravado en nuestros tiempos en virtud de la miopía con que se aprecia la globalización que no ha ayudado a resolver los problemas de la mayoría de los países en desarrollo. A este respecto Joseph Stiglitz, Premio Nobel de Economía 2001, afirma en su libro “Globalización y sus Descontenidos” que la forma en que ha venido manejándose la globalización, incluyendo los acuerdos comerciales internacionales para desgravar aranceles y las políticas que han sido impuestas a los países en desarrollo, requieren ser radicalmente reformuladas.

La India quiere vincular la sustentabilidad del desarrollo, la ciencia y tecnología a las necesidades sociales. El crecimiento de la ciencia y la tecnología tiene que ser “verde”, tiene que ser “ético”. Ha de tener rostro humano, ser sensitivo a cuestiones de género, debe ser regional y reflejar la diversidad y pluralidad histórico social del país, continuó Joshi. Debe servir para consolidar los derechos de toda la comunidad y no sólo una parte. La política de la India ya no debe ser lineal sino “holística”.

No debemos dejarnos entrampar por el sueño técnico-económico consumista que el occidente ofrece. Se necesita que los procesos científico-técnicos guarden similitud con los de la Naturaleza y formar parte del circuito cerrado de la Ecología.

El Ministro Joshi afirmó que una de las ventajas que tiene su país en la implementación de estos conceptos es no estar lastrada con intereses que se opongan a ello. Hay voluntad y valentía para emprender los riesgos de la experimentación por su cuenta. Están por desarrollar una computadora para los pobres, medicinas naturales, biotecnologías para la desnutrición, remedios para los cambios de clima y aplicaciones costeables de la energía solar, la del hidrógeno y las “nano-tecnologías”.

Esta autonomía tuvo una clara expresión en días pasados con la cancelación por el Ministro de Tecnología de Informática, Arún Shourie, de un contrato de colaboración con el Instituto Tecnológico de Massachesetts (MIT) para diseñar un sistema rural de telefonía inalámbrica.

El desacuerdo estuvo en que el “Media Lab” de la tan conocida institución norteamericana insistía en cobrar cinco millones de dólares por proseguir una investigación que, además de no comprometerse a dar resultados tangibles escalonados, para mayor ironía, estaba siendo ejecutada por científicos indios contratados ad hoc. El Ministro Shourie, bajo cuya supervisión se realizaba el programa, declaró que cinco millones de dólares era demasiado sólo por usar la marca registrada “MIT”. También dijo: “Nuestros investigadores no tienen porqué atarse en exclusividad a profesores trotamundos”.

Nueva Delhi, juliofaesler@hotmail.com

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