TORREÓN, COAH.- “Esto es como una enfermedad que le cae a uno. Siempre digo que este es el último, pero luego viene otro y otro, sencillamente no puedo dejar de hacerlo. Desde que era estudiante sentí el gusto por los autos antiguos y a partir de ese momento ya no pude parar”, afirmó Jorge Hoyos, lagunero que en el arte de combinar lo rústico y los autos antiguos ha logrado crear verdaderas joyas.
“Mi primer auto fue un Coupé convertible, en él iba y venía a Monterrey, se trataba de un auto raro, ya que nunca volví a ver uno igual o parecido, finalmente lo vendí y fue entonces que me entró el gusto por los camioncitos, toda vez que generalmente los encuentra uno en mejor estado. Un camioncito se mueve una o dos veces al mes, mientras que las camionetas y autos por lo general son utilizadas a diario y su maltrato es muy grande.
Yo para arreglar un mueble, necesito verle posibilidades, que tenga de dónde agarrarle. Generalmente el motor no me interesa, por ello me centro en la carrocería. Si la máquina no funciona, no importa; de hecho es mejor, ya que ello permite conseguirlo a mejor precio.
Lo mecánico es algo que no me interesa, le cambio la máquina. Un mueble me debe servir para ir al lugar que yo quiera, sin importar la distancia. Yo les adapto motor moderno y en excelentes condiciones para garantizar un buen servicio”.
El Ómnibus Sultana, su gran orgullo
Al hablar sobre su autobús, un Sultana 66, el cual se encuentra convertido en una cabaña móvil al estilo del Viejo Oeste, Jorge Hoyos dijo que él mismo lo adquirió hace algunos años en esta ciudad. “Ese autobús perteneció al equipo de beisbol Halcones de Delicias, militante de la Asociación Nacional de Beisbol (Anabe), integrado por peloteros disidentes de la Liga Mexicana”.
Al desaparecer el equipo, el camión se quedó parado y fue traído a esta ciudad para ser puesto en venta en la cantidad de $7,000.00 en las cercanías de la Plaza de Toros Torreón.
El mismo fue adquirido por su cuñado, el cantante lagunero Alberto Vázquez, quien no estuvo muy convencido de la compra que había hecho, ya que su deseo era adquirir un autobús Dina, los que en ese entonces estaban de moda.
Tras una serie de arreglos, Jorge cambió una camioneta Ford 52 por un camión Dina, llegando a un acuerdo con el artista para quedarse él con el Sultana a cambio del Dina. “Después de que yo arreglé el Sultana, Alberto me lo quiso cambiar por el Dina, pero yo le dije que ni por dos Dina lo dejaría, la verdad es que me gustó mucho al final, y hasta el momento no me deshago de él.
Lo primero que yo hice al tener el camión en mis manos, fue quitarle los asientos y venderlos para no arrepentirme; la verdad es que yo no tenía idea de lo que iba a hacer, pero estaba decidido a lograr algo.
Pensaba una cosa y otra, muchas no estaban planeadas, pero sobre la marcha fueron saliendo, tal es el caso de la chimenea y el bar, los que adapté en huecos que me quedaron y creo que no me están tan mal”.
Al hablar de los inicios de esta actividad que hoy en día le ocupan buena parte de su tiempo, dijo: “El principio de todo esto fue un bar rústico que armé en un rincón de mi casa. Yo ayudé a mudarse de casa a unos amigos y al final se les quedó una barra, misma que ya no quisieron llevarse y me la regalaron.
En un cuartito adapté un espacio para hacer una cantina, donde todo es rústico, excepto la barra, pieza que es la única cosa fina. Fue así que me animé a transformar mi camión en una cabaña móvil totalmente rústica. Lo que se me ocurría por las noches mientras dormía, por la mañana lo hacía realidad antes de que se me olvidara”.
Recordó este artista, que muchos de los accesorios utilizados los conseguía en el “kilo”, principalmente los herrajes y los fierros para quemar paredes. “Yo utilizo reata para tapar detalles en las uniones de la madera. La que puse en el ómnibus me la regaló un contratista que hizo algunos trabajos en el Seguro Social y para no llevársela, me la dejó, de ahí que la haya aprovechado para decorar el interior de mi camión.
El chiste de esto es saber negociar, buscar que todo salga muy barato y como tips se puede mencionar el adquirir en un yonke una unidad que se haya volteado, ya que generalmente éstas no tienen un gran valor y de ellas se puede aprovechar muchos accesorios como switches, cableados, suspensión, motor, entre otras cosas”.
Grandes satisfacciones
“Este autobús me ha dado muchas satisfacciones, entre ellas puedo contar que en una ocasión que fui a Estados Unidos me estacioné en un centro comercial y de pronto se paró junto a mí una camioneta equipada con torretas; pensé que se trataba de alguna unidad de migración, pero en realidad se trataba de una persona como cualquier otra, que me pidió le mostrara el interior del ómnibus, y cuando terminó me dijo haberse sorprendido por la estructura y el decorado interno.
Esta persona dijo ser propietario de una revista especializada en autobuses, la cual publicaba desde hacía veinte años a nivel mundial y afirmó que en todo ese tiempo jamás había visto una unidad como la mía, ofreciéndome gratis dos páginas de su revista para mostrar mi camión, ello a pesar de que él vendía los espacios; finalmente nunca me puse en contacto con él, pero sí me dejó una gran satisfacción personal.
Después, este mismo camión me lo quisieron comprar los del grupo de Caballo Dorado en una ocasión que vinieron a tocar a Torreón, me hicieron un buen ofrecimiento, pero no quise venderlo. También me propusieron que yo los moviera en él a los diferentes lugares donde tocaran, estaban fascinados por considerar que era la unidad que se adecuaba a su gusto y necesidad, pero tampoco acepté.
Después volvieron a Torreón y yo los busqué, había tenido un percance con uno de los camiones de carga y necesitaba dinero. Para ese entonces ellos ya habían hecho un camión y platicando con ellos me preguntaron sobre el precio que se los hubiera vendido y les contesté que en 40,000 dólares, sorprendiéndose mucho, ya que el de ellos les había costado 50,000, más caro y nos les gustó del todo”.
Ahora la unidad es pretendida por la Promotora de Turismo de Torreón, ya que hace poco la vieron y les gustó, lo consideraron perfecto para el servicio a turismo que llega a la ciudad, pero hasta ahora no han llegado a un acuerdo las dos partes.
“Esta unidad no tiene precio, todo lo hice yo mismo y por ello no puedo decir una cantidad, creo que sencillamente no tiene un valor comercial”.
Una casa rodante en un
área de cuatro por 2.4 metros
Una de las unidades que está a punto de quedar lista en el taller de Jorge Hoyos, es la casa rodante a bordo de un camioncito Ford modelo 1949, misma que ocupa un espacio de apenas cuatro por 2.40 metros, pero contando en esa área con todos los servicios de una casa, desde servicio sanitario, regadera, cocina, sala, comedor, cantina, dormitorios, guardarropa, refrigerador, estufa o parrilla, servicio de agua, electricidad, refrigeración, etcétera, todo lo necesario para que seis personas la puedan habitar cómodamente y viajar a cualquier parte del país, e incluso del extranjero.
El gran secreto para contar con toda una casa móvil en tan poco espacio, ya sea en un camioncito como este, o incluso el ómnibus, es la optimización del espacio, ya que los asientos normales suelen convertirse en confortables camas individuales o matrimoniales y los portaequipajes instalados en el interior se convierten en útiles espacios para instalar aparatos electrodomésticos u otros objetos de utilidad para viajar.
Lo rústico, entre menos finos
sean los acabados, mejor
Para Jorge Hoyos, el arte de lo rústico es algo especial, ya que entre menos finos acabados se tengan suele presentarse una mejor imagen de los trabajos. “La madera no necesita tener buen acabado en cuanto a su terminado, ese es el chiste de un mueble rústico, de ahí que salga muy barato y sencillo trabajarlo, utilizándose en muchas ocasiones elementos que se consiguen en el yonke o que son desecho, incluso en la propia casa, pero todo ello se aprende poco a poco, cuando uno va dando forma a un trabajo y se encuentra con algunos obstáculos que superar, se utilizan cosas que uno ni se imagina”.
En proceso de armado
un restaurante móvil
Entre los proyectos que actualmente tiene en marcha este amante del arte rústico, se encuentra el armado de un restaurante rústico móvil, para lo cual consiguió una caja de trailer y el cascarón de un autobús Ford modelo 1954, mismo que hace muchos años se utilizaba para trasladar a los estudiantes de la Escuela Pereyra.
La parte trasera del autobús, se adaptará a la cola de la caja de trailer, para instalar los sanitarios, mientras que la parte delantera será habilitada como el remolque de la unidad.
De acuerdo a sus planes, la caja de trailer contará con una terraza en uno de sus costados, donde se adaptarán de ocho a diez mesas, además de las que estarán en su interior.
La idea es establecer este restaurante en lugares de atractivo turístico, donde se pueda dar atención al público y la gente pueda disfrutar de un sitio especial. El restaurante se pudiera establecer en un terreno o en lugares como la feria, incluso trabajar en forma ambulante, dependiendo de las actividades que haya en la ciudad, dando con ello mayores posibilidades de que la gente acuda. “Si funciona, pues se le adaptaría otra terraza, si no, la puedo convertir en casa de campo familiar”.
Entre otras de las unidades con las que cuenta y que han sido sometidos a rehabilitación, se encuentra un camioncito Dodge 1946, el cual ha transformado en remolque, además de un Reo, de los cuales difícilmente se encontrará uno más en México, mismo que adquirió al cambiarlo en Monterrey por un motor Dodge 360.
Me gusta que la gente se
acerque a ver mis unidades
Este lagunero dijo sentirse muy halagado con el hecho de que la gente se acerque a ver sus unidades, ya que representa una muestra de reconocimiento a su trabajo de muchos años, lo cual más que una actividad pesada, es toda una terapia al hacer lo que realmente le gusta.
“Generalmente en todas partes la gente se acerca, y esta experiencia se ha repetido en muchas ciudades de Estados Unidos, así como México, principalmente al Bajío, entre las que figura Morelia, Guanajuato, Irapuato, San Miguel de Allende y otras, donde se puede disfrutar de las bellezas de México, pero donde la gente se muestra gratamente impresionada con el ómnibus”.
Viajar sale prácticamente regalado
A bordo de su ómnibus, Hoyos afirma que viajar resulta prácticamente regalado, ya que únicamente se invierte en el gasto del combustible, no pagándose hoteles y cambiando los restaurantes por un centro comercial, pudiéndose cocinar a bordo de la propia unidad.
“Un día me fui a pasear con la familia por una semana a Barra de Navidad y regresé al mes, en el camino corté y me fui a recorrer Michoacán y después Guanajuato; el presupuesto inicial para una semana, alcanzó para mucho más, y eso que íbamos alrededor de diez personas”.