Por María Cecilia Aguilar
EL SIGLO DE TORREÓN
SAN PEDRO, COAH.- Sentado en una vieja silla de madera acompañado por una “amiga fiel” y con la mirada triste, permanece Seferino Hernández. Por sus graves problemas de salud ve pasar la vida en medio de la pobreza y la soledad que sus “tantas” amistades llenan con sus atenciones.
Él es uno de los tantos inquilinos que viven en las fincas ubicadas en la esquina de la avenida Abasolo y Ramos Arizpe, donde en antaño funcionó la zona de tolerancia. A criterio de los vecinos del lugar y de los inquilinos que habitan alguna de estas casas, todas están intestadas, “por eso su grado de destrucción”.
Seferino Hernández es originario de Gómez Palacio, por azares del destino 40 años de su vida los ha desarrollado en esta ciudad. Doce de ellos, viviendo preso de una enfermedad que lo alejó de toda actividad. Ahora vive gracias a la caridad de sus amigos.
-¿Quién es el propietario de estas fincas?
Junto a él está la señora Lourdes Ramírez y ambos al escuchar la pregunta, intercambian miradas que reflejaban desconcierto y temor, pues la presunta propietaria de las viviendas “tiene un carácter especial y oiga... no se vaya a enojar”.
-¿Cuánto paga por vivir aquí?
-Mire, aquí está el recibo, dice la señora Ramírez, paga 200 pesos por mes y ya se le vence el día 27. Además las 7 familias que viven aquí, pagan cada una 100 pesos por el servicio de luz, pese a que el recibo les llega de 400 pesos y 20 pesos por el uso del agua potable, cuyo costo por mes es de 60 pesos.
Por este motivo y en defensa de Seferino Hernández, Lourdes Ramírez comenta que la presunta propietaria de nombre María del Refugio Ávila Hernández, actúa arbitrariamente con sus inquilinos, todos por lo general, personas de escasos recursos económicos.
“Es una mujer mala, yo le he dicho que no sea así con ellos, que son gente muy pobre, además que les cobra mucho por vivir ahí, ya que las viviendas no cuentan con servicios óptimos, nada menos, fíjese, todos compartían hasta hace poco una sola letrina, ahora al menos cuentan con otra”.
Afirma que no sólo con su amigo se porta arbitrariamente, sino también con Don Fermín “un viejecito que ya no puede caminar y al cual le ha querido cobrar la renta cada semana y no cada mes como acordaron”.
Al volver al tema de su amigo, Lourdes Ramírez dijo que debido a los problemas severos en la vista y con una hernia, Seferino Hernández se ve limitado a pasar gran parte de su tiempo, sentado sin poder caminar por el dolor que le ocasiona su enfermedad.
“Nosotros le ayudamos, como podemos, yo le traigo de comer y lo procuro y otros amigos le hacen el favor de llevarlo a que reciba atención médica cuando lo requiere, nada menos, no ha podido ir a recoger sus lentes; tenía que ir a Torreón el pasado 21 del presente mes, pero ya se le pasó la cita, por todas estas razones, yo le digo a la dueña de estas casas, que considere su situación y le cobre más barato... pero a ella no le importa”.
-¿Qué le sucedió Don Seferino, dónde está su familia?
“Ya todos murieron, me quedé solo. De Gómez Palacio, nos fuimos a vivir a la frontera de Laredo; yo después vine a vivir a San Pedro, me comunicaba con ellos hasta que les dí sepultura”.
“Trabajé mucho tiempo en lo que fue la zona roja como cocinero, luego puse mi propio negocio, un restaurant, el que dejé casi en el tiempo en que el nuevo sector rojo se establecía, sólo que por cargar una tinas de agua pesadas para mi negocio, pues en aquel tiempo nos quedamos sin agua, sentí un malestar en mi ingle y de ahí para acá, no he sido bueno”.
La esperanza de estas personas se encuentra en la que pudiera proporcionar el Departamento de Atención Ciudadana a través de las Brigadas de Salud que está por iniciar el Ayuntamiento.
Peligro
Fincas donde antes se localizaba la zona roja, representan peligro para quienes las habitan debido a sus condiciones físicas, además de que dan un mal aspecto al segundo cuadro de la ciudad.
Un grupo de ellas se localiza en la esquina de avenida Abasolo y calle Ramos Arizpe, las cuales al parecer son propiedad de María del Refugio Ávila Hernández a quien los inquilinos le entregan mes con mes, la cantidad de 200 pesos.
Al acudir a las oficinas del Registro Público de la Propiedad, no se pudo constatar si la persona citada es la propietaria legal de estas fincas, pues su nombre no apareció en los archivos proporcionados, salvo que pudieran estar a nombre de algún familiar, como así lo consideran los inquilinos de estas fincas.
Funcionarios del Departamento de Obras Públicas, tampoco proporcionaron datos sobre la informa-ción legal de estas fincas, por lo que se desconoce la identidad de los dueños.
Pero sí se pudo constatar que algunos pequeños cuartos, que antes fueron usados como “casas de cita” en la antigua zona roja, son ahora el hogar de familias de escasos recursos económicos, que por no poder pagar una vivienda digna, se ven en la necesidad de vivir entre paredes, pisos y techos deteriorados, que ponen en peligro su vida.
Otro grupo de casas en semejantes condiciones de deterioro, se encuentra entre la avenida Abasolo y Juan Antonio de la Fuente, las cuales también dan un mal aspecto y son objeto de mal uso por los malvivientes que viven en las cercanías.