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Balance positivo

Javier Massimi

La industria automotriz se está convirtiendo en la espina dorsal de la economía mexicana.

En 2002 se construyeron 2’300,000 vehículos, de los cuales se vendieron en México casi un millón y el resto se exportó.

La antigua política de restringir al máximo las importaciones hizo que en México se desarrollara una industria de partes originales. Con la política del TLC de abrir las puertas a las exportaciones y a las importaciones esa industria se solidificó y en este momento surte gran cantidad de componentes a la industria automotriz. Este subsector no parece correr peligro de ser desplazado por importaciones chinas. Está bien desarrollado y tecnológicamente es competitivo. Por otra parte, nuestra cercanía con Estados Unidos es una ventaja para importar partes grandes y pesadas; transportarlas desde Asia aumentaría su precio en forma considerable. Todas las armadoras de coches tienen la política de tener un inventario bajísimo de partes, aceptando las remesas con calendarios muy estrictos. Otra vez, la lejanía hace muy difícil cumplir con esta condición. La productividad de las armadoras establecidas en México es de las más altas del mundo, otro motivo que impulsa a desarrollar la fabricación de vehículos en México.

En 1995 los vehículos armados en México representaban el 12 por ciento del mercado americano, hoy en día el 20 por ciento de la importación automotriz, de Estados Unidos, proviene de México.

De la fabricación de vehículos hecha en México, el 55 por ciento es de las firmas americanas y el 45 por ciento de asiáticas y europeas. Las fábricas americanas están perdiendo mercado en Estados Unidos a favor de los constructores europeos y asiáticos. A mediano plazo, para conservar nuestra posición y para mejorarla, es indispensable tener nuevas inversiones europeas y asiáticas, para aprovechar este sector creciente del mercado americano.

También esto parece estar comenzando: la Volkswagen está invirtiendo mil ochocientos millones de dólares en su planta de Puebla para construir un nuevo modelo. Éste como el Jetta y el Beattle, junto al estándar como el convertible, que se va a comenzar a fabricar, van a ser de fabricación total mexicana y de México se exportarán a todo el mundo, (menos a China), Renault, en su fusión con Nissan ya está aquí, igual que Peugeot, Seat, filial de Volkswagen, ha tenido muy buena aceptación en México y Toyota ya se hizo presente.

Si se realiza el pronóstico que se tiene de que para el 2006, México estará fabricando cuatro millones de unidades, nuestra participación en el mercado americano con marcas europeas y asiáticas parecería asegurada.

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El presidente de la cámara de la industria maquiladora, acaba de manifestar la semana pasada, que el sector no solamente ya tocó fondo, sino que está comenzando un repunte, moderado, pero real. Ya se han abierto nuevas maquiladoras. Esto parece deberse a la nueva ley que permite que las maquiladoras no se den de alta como empresas permanentes, lo que significa una simplificación y una disminución notable de impuestos y se elimina también la doble tributación.

En este renglón está comenzando a darse un cambio. Hay empresarios mexicanos, muy interesados en abrir maquiladoras en China. El gobierno chino, además de estar abierto, apoya con terrenos, naves industriales y exención de impuestos, obteniendo precios bajísimos de mano de obra, se abarata el costo de fabricación; formando cadenas productivas, fabricando partes en China para incorporarlas al armado final de los productos en México, daría posibilidades muy interesantes de penetración en nuevos mercados a precios muy competitivos.

Las grandes empresas mexicanas tienen inversiones en varios países, pero es casi inexistente el concepto de maquila. En Venezuela por ejemplo, están presentes Bimbo, Cemex, Gruma, Hylsa, Mabe... pero todas estas compañías tienen planta de producción y su mercado está en el país mismo.

Las posibilidades que presenta el modelo de maquila que China está ofreciendo, es algo completamente nuevo para México, pero ya hay industriales que están en tratos para iniciar esta nueva aventura.

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La industria siderúrgica tuvo un buen año. Produjo más de dos millones de toneladas de acero, cinco por ciento más que el año pasado.

Esta mejoría se inscribe en una crisis mundial de la industria. Los costos de fabricación de acero son muy altos en Estados Unidos por lo que el Gobierno impuso un arancel del 35 por ciento al acero asiático y europeo. La polémica no ha terminado y la Unión Europea amenaza con poner el mismo arancel a distintos productos americanos para compensar las pérdidas que le produce el arancel del acero. México y Canadá debido al Tratado de Libre Comercio, no tienen arancel. Es lo que está permitiendo el buen desempeño de la industria siderúrgica nacional.

Una de cal por las que van de arena.

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