Delphi, la más grande fábrica de partes automotrices del mundo, con ventas de 22,575 millones de dólares, tiene en México 55 plantas en veinte ciudades, da trabajo a más de 70,000 trabajadores y fabrica en México la tercera parte de su producción total, o sea 7,525 millones de dólares. El 90% de sus ventas se hacen a armadoras de Estados Unidos, de Canadá y de México y el resto se manda a Europa. En este momento la compañía está teniendo pláticas con el Gobierno mexicano para aumentar la productividad de las fábricas mexicanas, en la competencia salvaje que se da en ése como en otros rubros de la producción industrial eliminando costos no necesarios, como los de regulación, o bien obteniendo reducción en los impuestos. Los directivos de la compañía aseguran que la disminución de costos se repercutiría directamente a precios, lo que, para los clientes, aumentaría la plusvalía de su producto.
Este es un rubro industrial importantísimo porque no se trata de maquila, se trata de verdadera fabricación y producción a partir de materias primas.
Las pláticas que Delphi tiene con el Gobierno van por buen camino, puesto que ya lograron una disminución en los impuestos y los voceros de la compañía afirman que han tenido veinticinco años de buenos negocios en México y esperan seguir así durante un siglo más (sic).
Pero no cabe duda que la amenaza latente de cambiar las fábricas a otros países, está presente en este rubro como en tantos otros y parece esencial que las negociaciones lleguen a buen puerto, para asegurar la permanencia en el país de empresas de esas dimensiones.
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En este mismo renglón de la industria automotriz, Guardian Industries, acaba de colocar en Querétaro la primera piedra de una fábrica de vidrio. El proyecto contempla una inversión de 120 millones de dólares, con lo que dará empleo a 300 personas. Guardian Industries pretende conquistar el 35% del mercado de vidrio flotado que en este momento está en su totalidad en manos de Vitro. La nave tendrá 50,000 metros cuadrados de superficie, con una capacidad de producción de 650 toneladas de vidrio plano flotado. Este es el tipo de industrias que convienen a México: inversión extranjera directa, con capacidad de producir cientos de plazas de trabajo y con un muy alto grado de plusvalía en la fabricación, con una compra importante de materias primas o de partes a empresas mexicanas, con un efecto multiplicador en producción de plazas de trabajo.
Sin demonizar a las industrias maquiladoras, que dan cientos de miles de trabajos a mexicanos, la gran diferencia estriba en el hecho de que la industria maquiladora, como trae del extranjero todas las partes y lo que se hace en México es ensamblar o terminar la fabricación, su único interés es obtener mano de obra barata, logrando mayores utilidades en la venta, siendo los sueldos mexicanos superiores a los de otros países emergentes, la única forma e competir con ellos sería castigar el salario de los trabajadores, ya de por sí tan deprimido, cosa que evidentemente los obreros no están dispuestos a aceptar. Este es el motivo por el que un número importante de maquiladoras han emigrado hacia otras tierras, haciendo que decenas de miles de trabajadores mexicanos se hayan quedado sin trabajo.
Al contrario, las empresas que fabrican a partir de materias primas o partes de origen mexicano, incluso si en el proceso se incluyen partes o materias primas importadas, nos hacen competitivos, como lo demuestra la industria automotriz. El aumento en la producción de vehículos automotores de unos seiscientos mil a más de dos millones, con una exportación de alrededor de un millón de unidades por año, con la perspectiva de que México produzca unos cuatro millones de vehículos en el término de tres o cuatro años, es un ejemplo claro de cómo se puede ser competitivo.
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Desde hace unos días se está reuniendo una comisión formada por secretarios de Estado, gobernadores, representantes de los partidos, diputados y senadores, representantes de la iniciativa privada, de los sindicatos y de las organizaciones agrícolas, para discutir los cambios estructurales que el país necesita. Es la primera vez que los partidos de la oposición, que a partir del día primero de septiembre tienen una mayoría importante en la Cámara de Diputados están en la postura de dialogar y llegar a acuerdos con el Gobierno, como también por parte del Gobierno la voluntad de dialogar, no presentando proyectos ya hechos que por seguir una línea dura, han sido rechazados por las cámaras de este trienio.
Lo que hasta ahora se sabe, es que grupos parlamentarios e incluso las cúpulas empresariales han llegado al acuerdo de que el objetivo que se debe lograr es que el Gobierno tenga una mayor recaudación, para mejorar el presupuesto de educación, de desarrollo social y de inversión pública.
Se habla, de bajar el IVA al 10%, pero aplicándolo a toda la economía del país, de disminuir el Impuesto Sobre la Renta, pero eliminando todos los privilegios y los descuentos de que actualmente gozan sectores importantes de la economía, de cobrar impuestos a la economía informal, con un sistema de cuotas fijas, de simplificar los mecanismos de cobranza para combatir en forma drástica la evasión. Los distintos estudios propuestos pretenden llegar al objetivo, incluso se habla de las cantidades que aumentarían la recaudación. En este sentido, las que con mayor cuidado están preparando su proyecto, son las cúpulas empresariales, que después de un primer borrador, están diciendo que necesitan unos quince días para presentar un proyecto bien estructurado, aceptando que no hay unanimidad en los planteamientos de las distintas cámaras y que el primer acuerdo que deben lograr es el interno.
No es posible, hasta ahora, saber hasta qué punto estas negociaciones serán coronadas por el éxito, porque a pesar de que en las negociaciones preliminares, muchos representantes y diputados del PRI afirman estar dispuestos a votar por las reformas, incluso si fuera necesario soportar el desprestigio que una reforma a fondo causaría en algunos sectores, otros priistas y de los más importantes están dispuestos a bloquear las negociaciones porque están en contra de todo el proyecto. Siguen defendiendo el modelo populista que tuvo su partido durante los setenta años que estuvo en el poder.
Es obligación del Gobierno subsidiar económicamente a todos los pobres de México, el petróleo y la electricidad, deben estar en manos del Gobierno (aunque cuando el partido estuvo en el poder hizo concesiones a particulares en ambas empresas). No se deben imponer más impuestos y si el Gobierno no tiene dinero, la solución es el endeudamiento. Parece que ya se nos olvidó que cuando Echeverría entró a la presidencia la deuda pública de México era de veinte mil millones de dólares y de cuarenta cuando terminó su sexenio y al terminar la presidencia de López Portillo ya habíamos rebasado los ochenta mil millones y es de todos conocido que actualmente la deuda pública de México rebasa con mucho los cien mil millones de dólares.
No tenemos dinero para hacer más termoeléctricas, no tenemos dinero para desarrollar los campos de gas natural, pero, en opinión de estos políticos, esos desarrollo se deben hacer pidiendo prestado en su opinión que una compañía extranjera, invierta dinero en la construcción de una termoeléctrica y al terminar de construirla, esté obligada por contrato a venderle toda la electricidad que produce a la CFE y que después de quince años de operación la entregue en propiedad al Gobierno de México, es traición a la patria y pérdida de soberanía, porque nunca se sabe qué acuerdos ocultos se firmaron que comprometan todo al futuro de la patria, pero pedir prestados miles de millones de dólares al Fondo Monetario Internacional y a los bancos más poderosos del mundo, para que las termoeléctricas y los desarrollos de Pemex sean nacionales, teniendo que pagar intereses durante décadas, estando obligados a manejar nuestra economía sometidos a las condiciones que nos imponga el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional parece ser una digna manera de hacer patria.
Esta también es la posición del PRD para muestra basta un botón: Cuando Cárdenas entregó el Gobierno de la Ciudad, la deuda del DF era de cuatro mil millones de pesos. En este momento la deuda ya es de 27 mil millones y todavía faltan tres años de segundos pisos. Quién y cómo se va a pagar, será problema de los que vengan después.