17 junio 2003
Londres, (EFE).- Los ex ministros británicos Robin Cook y Clare Short, que dimitieron por su oposición a la guerra en Iraq, acusaron al Gobierno de Tony Blair de utilizar "medias verdades" para justificar la intervención militar.
Cook y Short hicieron esta alegación al comparecer como testigos ante el Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de los Comunes, que empezó hoy, en medio de gran expectación, una investigación sobre la veracidad de las pruebas británicas para atacar Iraq.
El comité parlamentario trata de averiguar si el Gobierno "maquilló" la información de los servicios de inteligencia para subrayar la necesidad urgente de intervenir militarmente contra el régimen de Saddam Hussein.
Las indagaciones se centran, especialmente, en un informe publicado el pasado septiembre en el que el propio Blair advertía de que el régimen iraquí tenía capacidad para activar sus armas químicas y biológicas en 45 minutos.
En un audiencia pública y televisada, Cook, afirmó que el Gobierno usó información "muy persuasiva" para reforzar su postura. "Creo que se hizo una selección de pruebas para fundamentar la conclusión" de invadir Iraq, dijo Cook, también ex ministro de Exteriores y actual presidente del Partido de los Socialistas Europeos.
Interrogado durante una hora, el diputado laborista se declaró "decepcionado" por el "dudoso dossier" de septiembre, ya que "la mayor parte" de ese documento databa de 1991 y no añadía "ni un ápice" de información nueva sobre las supuestas armas de destrucción masiva de Iraq.
Cook describió el polémico informe como "un gol espectacular en propia puerta" del Ejecutivo, al que acusó de "no presentar toda la verdad" sobre la posible amenaza del régimen de Sadam Husein.
El ex titular de Exteriores insistió en que, en su opinión, Iraq no posee armas de destrucción masivas y subrayó que no existe justificación para "lo que el primer ministro describió como una 'amenaza actual y seria" por parte del régimen iraquí.
Tras la comparecencia de Robin Cook tomó la palabra Clare Short, quien dimitió después del conflicto como ministra de Desarrollo y Cooperación Internacional debido a su desacuerdo con Blair sobre Iraq. Short acusó a Blair de valerse de "una serie de medias verdades y exageraciones" para "meternos en la guerra en primavera".
"La información de los servicios secretos se usó para exagerar la amenaza de Iraq. Se elaboraron tres informes con datos muy poco fiables", explicó la ex ministra al afirmar que este país resultó "engañado" por un Gobierno del que, curiosamente, ella formaba parte.
La ex responsable ministerial fue aún más lejos e indicó que, en su opinión, el primer ministro británico y el presidente de EU, George Bush, posiblemente decidieron en el verano de 2002 que el ataque contra Saddam Hussein se llevaría a cabo a comienzos de 2003.
Tras la intervención de Cook y Short, seguida con gran interés en este país, el Comité de Asuntos Exteriores de los Comunes continuará su investigación para aclarar si el Gobierno "presentó información completa y fidedigna" antes del conflicto.
Tanto Tony Blair como su influyente director de comunicaciones, Alastair Campbell, han declinado comparecer ante esa comisión, que celebra sus vistas en público y divulga sus conclusiones.
De forma paralela a esa indagación parlamentaria, el Comité de Inteligencia y Seguridad de la Cámara de los Comunes abrirá otra investigación similar, aunque sus reuniones se celebrarán con su habitual secretismo y a puerta cerrada.
Acabada la contienda, unos dos mil soldados de Estados Unidos han fracasado, por el momento, en su intento de hallar el armamento atribuido a Iraq, cuya amenaza fue usada como argumento para invadir y ocupar el país.