A través de un magnífico reportaje que el periódico Reforma publicó el pasado domingo, tuve la oportunidad de pasearme por las calles de Torreón.
Entré a conocer el Casino de la Laguna, el Banco Chino y me enteré del papel protagónico de Torreón en la Revolución Mexicana. Mientras leía, caminé por allá y hagan de cuenta que estuve con ustedes.
Aunque siempre he sido una viajera curiosa de conocer nuestra República, reconozco con pena que nunca he pisado el suelo de Torreón, pero entusiasmada por el reportaje volaré para allá en la primera oportunidad. Mientras tanto, déjenme y les cuento que como parte de los festejos de los diez años de vida del periódico Reforma, estuve invitada a la alentadora charla que ofrecieron los jóvenes analistas políticos Federico Reyes Heroles y Jesús Silva Herzog Márquez, sobre las expectativas del fin de sexenio y quiero compartir con ustedes a grandes rasgos lo que me pareció más significativo: “Si las cosas salen bien -dijeron- el presidente Fox no podrá colgarse las medallas solo. Si salen mal, tampoco irá solo al cadalso porque en este sexenio, por primera vez en nuestra historia ha habido una participación real de cada uno de los poderes sin ninguna interferencia presidencial.
Claramente respetuoso de la diversidad, nuestro Presidente ha gobernado con la participación de partidos políticos, legisladores, diputados y gobernadores; por lo que el premio o el castigo por los resultados, tendrá que ser compartido.
Hemos dado un salto cualitativo importante, estamos adquiriendo hábitos democráticos y empezamos ya a hacer uso del elemento fundamental de la democracia que es el premio y el castigo de nuestro voto; como lo demuestran los resultados de las elecciones en Nuevo León donde perdió el PAN, en Chiapas donde perdió el PRD y en Tabasco donde por fin la población recibió sin melindres las bicicletas y otras chucherías con que acostumbra sobornar el PRI a sus electores, pero después votó por quien se le pegó su gana. Bien por ellos.
En este sexenio no hemos tenido cosas brillantes pero hemos tenido cosas sensatas que nos permiten ser previsibles y caminar con cierta seguridad hacia delante. Es sin embargo apremiante la aprobación de las Reformas estructurales; porque democracia sin crecimiento sería para todos una gran desilusión”.
Esto es parte de lo que escuché, la próxima semana abundaré un poco más sobre el tema, mientras tanto los saludo desde esta ruidosa y prenavideña capital.
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