Los Baños (Filipinas), (EFE).- El Instituto Internacional de Investigación del Arroz (IRRI, siglas en inglés), el "oasis" de la biotecnología en Filipinas, se ha propuesto desarrollar un tipo de arroz que acabe con la malnutrición mundial.
Con el uso de tecnología punta y ubicado en un país donde 25 millones de personas no pueden comprar los alimentos necesarios para una dieta básica, el IRRI fue creado en 1960 en la localidad filipina de Los Baños, 60 kilómetros al sur de Manila, para estudiar la forma de que el arroz aporte más nutrientes además de satisfacer el hambre.
Este cereal es el único accesible a casi toda la población mundial y para muchos representa el único alimento, sin embargo los científicos coinciden en que quita el hambre pero no aporta los ingredientes básicos para estar sano.
A pesar de las críticas de los grupos ecologistas que dicen que el IRRI juega a "ser Dios" con la naturaleza, esta organización no gubernamental ha ayudado a los agricultores de la región a producir mejores cosechas y ha desarrollado más de 60 variedades de arroz, algunas genéticamente modificadas.
Los científicos se preguntan si habrá comida suficiente para sustentar a la creciente población mundial y también cómo el planeta afrontará la sequía global que se avecina,entducir un kilo de arroz se precisan 5.000 litros de agua.
"Hasta hace dos años creábamos especies que pudieran sobrevivir en terrenos áridos, otras inmunes a plagas y enfermedades, pero nos dimos cuenta de que por mucha producción que haya el arroz no aporta las vitaminas necesarias para la supervivencia humana", asegura el director del IRRI, el estadounidense Ronald Cantrell, a un grupo de periodistas durante una visita al centro de biotecnología.
Esta puntera institución, que recibe donaciones de Europa y Estados Unidos, decidió entonces enfocar sus esfuerzos en el desarrollo de un arroz que no sólo satisfaga el hambre, sino que combata enfermedades como la anemia y la deficiencia de Vitamina A.
En 1999, el doctor Ingo Potrycus desarrolló en Suiza lo que se conoce como el "arroz dorado", que contiene dos genes de la planta de los narcisos que aportan Pro-vitamina A.
El IRRI comenzó a estudiar las consecuencias en el consumo humano del "arroz dorado" en 2001, fecha en la que se inició un periodo de observación de cinco años antes de comercializarlo.
El centro científico de Los Baños, que en 2002 desarrolló además una variedad de arroz con alto contenido en hierro, conocida como "IR68144", confía en que en los próximos once años aumente la producción mundial en un 30 por ciento para poder llenar el plato de los más necesitados del planeta.
Para el doctor indio Swapan Datta, biotecnólogo del IRRI y experto en genética, el mayor problema al que se enfrentan es el temor de los consumidores.
"En general se acepta que un fabricante de zumo de piña, por ejemplo, añada calcio artificial, pero a muchos les resulta inconcebible que la planta en sí sea capaz de suministrar nutrientes naturales, que sin la ayuda de la biotecnología sería imposible", añade Datta.
El científico insiste en que cada año un millón de niños muere por falta de Vitamina A y 350.000 se quedan ciegos por esa deficiencia; y concretamente en Asia cerca de un 20 por ciento de las mujeres embarazadas fallecen en el parto por falta de hierro y el 40 por ciento de los menores padecen anemia.
Con estas cifras, ¿"es el arroz transgénico la solución a la malnutrición en los países en desarrollo"?, se pregunta.
Pese a todo, Cantrell cree que la búsqueda del arroz "perfecto" que sobreviva a las adversidades climatológicas y que salve vidas continúa siendo uno de los mayores retos del IRRI.
Según la ONU, el número de personas con problemas de desnutrición se colocó el año pasado en 840 millones en el mundo pese al incremento de la producción agrícola, y cada siete segundos un menor de diez años muere de hambre.