Las Labradas están en espera de ser protegidas
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SAN IGNACIO, SIN.- Ubicada en el municipio de San Ignacio, a 121 kilómetros de Mazatlán, la zona de Las Labradas y sus petroglifos (grabados en piedra) se conserva como un centro de vida espiritual en espera de ser protegido de manera adecuada por las autoridades locales, estatales y federales.
Aunque desde hace años es visitada por gente que ha valorado la grandeza histórica del sitio, fue hasta hace un año que la representación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Sinaloa, Estado del Pacífico mexicano, realiza un trabajo sistematizado en la zona.
Justina de Cima, quien a raíz de trabajar en una publicación sobre atractivos turísticos del Estado se involucró con este sitio, comentó en entrevista que actualmente participa en el conteo y clasificación de petroglifos que en Las Labradas debe superar los mil 200.
Lo primero será hacer un módulo de vigilancia para evitar el saqueo que parece empieza a darse, comentó De Cima, quien fue de las primeras personas en tomar conciencia de la importancia de la zona y de buscar su preservación.
El siguiente paso, agregó, es lograr que el sitio se decrete como patrimonio municipal de San Ignacio, para que ya bajo la custodia de las autoridades se puedan hacer el conteo, clasificación y pruebas necesarias para determinar el valor y trascendencia de estas piedras monumentales, se lleve a la Ciudad de México todo lo necesario para iniciar el trámite que permita declararla patrimonio nacional.
Es increíble que haya permanecido oculta por tantos años cuando se trata de una zona riquísima en petroglíficos, comentó Justina quien cuenta con autorización para reproducir los petroglifos en joyería que expende como atractivo en varios sitios, bajo el sello de Isabel Matiella.
A la fecha, agregó, varios petroglifos o grabados en piedra han sido identificados por investigadores y nativos como relacionados con la vida espiritual de alguna de las culturas prehispánicas asentadas en esta parte del estado.
Algunos de ellos, abundó, parecen mostrar la presencia de agua, otros representan figuras de caracoles y otros animales, e incluso, en algunos casos parecen registrar la travesía de alguna tribu.
Lo cierto, acotó, es que apenas comienza su estudio y falta mucho para determinar cuál es la razón de ser de estas piedras de más de un metro de diámetro, que se asientan en la orilla del mar, a lo largo de más de un kilómetro de distancia y que según parece tienen más de 3 mil 500 años de antiguas.
En tanto, el sitio de difícil acceso es visitado por una delegación de indígenas de las etnias Yaqui, Seri, Huichola, Pima (Arizona) y Rapa Nui (Chile), con motivo del Quinto Encuentro Yoreme del Noroeste que se celebró en días pasados.
A la orilla del mar y bajo un cielo espléndido, aunque con el sol cayendo a plomo, Félix Antonio, un chamán de la tribu Tohono, de Arizona, preside un ritual de agradecimiento.
Primero moja sus pies en el mar, luego sus manos y su cabeza, mientras eleva una oración (ininteligible) para después dirigirse con un puñado de arena hacia los cuatro puntos cardinales.
De nuevo en el centro, el chamán hace una nueva oración ante un pequeño e improvisado altar, donde un paliacate rojo y una estatuilla de la Virgen de Guadalupe, son testigos del sincretismo que permea sus tradiciones ancestrales.
Félix Antonio ha pedido por el bienestar de la expedición que más adelante partió hacia el Parque Prehispánica, en Mazatlán, donde presenció un encuentro de Ulama o juego de pelota prehispánica, y la demostración de habilidad y fuerza de un grupo de locales que con dificultades tratan de mantener viva esta actividad.
A punto de desaparecer..
Más de 400 enormes piedras con glifos que se presume datan de cuatro mil años atrás, están en peligro de desaparecer por causa del saqueo en la Playa de Las Labradas, ubicada en el municipio de San Ignacio, en Sinaloa.
Más de un kilómetro de esta playa alberga petroglifos que se especula fueron realizados por una de las tribus nahuas conocida como la de los indios totorame, mientras emigraban hacia el este y el sur.
Las formas van desde espirales hasta intrínsecos diseños que aparentan mostrar un camino indicando la presencia de agua, señales territoriales u otra representación natural.
Justina de Cima, empresaria sinaloense que comienza a promocionar el sitio como destino turístico, explica que ya se han iniciado los trabajos de catalogación de las piezas a través de fotografías, registro y mapeo del lugar. Incluso ella es la autora del primer trabajo que se tiene sobre los petroglifos de Las Labradas.
“Empecé a escribir sobre Las Labradas para promocionarlas como un lugar turístico y me di cuenta que era un lugar casi inaccesible. Conforme mi interés fue aumentando decidí hacer algo para la protección del sitio que ya es víctima del saqueo. Si un día encontraba un nuevo petroglifo, a los pocos días que regresaba esa roca ya no estaba”.
Según Justina, hace apenas un año que también el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) realiza investigaciones, por lo que la información acerca de la historia del sitio aún no es muy precisa.
“El trabajo que he realizado en este lugar consiste en una serie de 60 fotografías que expuse en el museo del INAH, en Mazatlán y después en Hermosillo. Dentro de la exposición se vendían piezas de joyería que realicé con la forma de los petroglifos. También trabajo en una guía práctica para visitar Las Labradas, clasificando y mapeando, pero sin la pretensión de hacer alguna conclusión porque no soy arqueóloga”.
Por la cantidad de petroglifos que se encuentran en la playa se especula que pudo haber sido un sitio importante para estas tribus, tal vez con valor religioso, por lo que Justina ha comenzado una campaña para que la sociedad civil pueda apoyarlos y crear un módulo en Las Labradas, que además de proteger pueda brindar información a los visitantes.
“Queremos que las autoridades de San Ignacio protejan la zona y que se decrete patrimonio municipal, primero, y luego con apoyo de las investigaciones del INAH, hacerlo patrimonio nacional”.