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Buscan una mejor vida/ESPECIAL

POR CRISTAL BARRIENTOS

EL SIGLO DE TORREÓN

GÓMEZ PALACIO, DGO.- De joven don Gonzalo nunca tuvo necesidad de irse para el ?otro lado?. El trabajo del campo daba para vivir bien y más. Hasta ahora de viejo ha sabido lo que es vivir lleno de carencias y al igual que muchos de vez en cuando emigra a los Estados Unidos en busca de oportunidades.

Don Gonzalo vive en el ejido El Triunfo, casi en El Vergel, tiene 60 años y asegura que no le da pena decir su edad porque ya se le nota en cada una de las arrugas de su rostro. Su casa, como casi todas, está construida de adobe, pero el material no resiste el paso del tiempo y ya ha comenzado a cuartearse.

Si no fuera porque su esposa no deja de llorar cuando se van a los Estados Unidos, allá pasarían un buen tiempo.

-?Nos vamos con una hija que vive en Los Ángeles, California, pero la vida es distinta y uno no deja de extrañar?.

Por lo menos dos veces al año viajan al país del norte. Tuvieron la suerte de que su hija les arreglara el pasaporte y la visa para que pudieran visitarla. Allá don Gonzalo trabaja como ayudante de cocinero en un restaurante. En ese tipo de negocios, dice, no les importa si la gente tiene papeles para trabajar.

-?No me pagan mucho pero algo saco, mi esposa ayuda a mi hija en la casa y le da dinero, así juntamos un poco y luego ya nos regresamos al rancho, lo que pasa es que tenemos un hijo de 15 años, tuvimos 12 pero éste fue el pilón y todavía hay que darle estudios?.

Don Gonzalo aclara que no siempre se van a los Estados Unidos. Sus hijos viven en otros Estados del país como Chihuahua y Campeche. Una temporada la pasan con unos y luego cuando extrañan a los otros, también los van a visitar.

?Ninguno de mis hijos pudo seguir en el rancho, aquí no sacaban nada, ahora ya tienen buenos trabajos y por lo menos ganan lo suficiente para mantener a sus familias. Casi todos los jóvenes se van del rancho porque no encuentran oportunidades, nada más nos quedamos los viejos?.

Pero la vida de don Gonzalo no siempre estuvo llena de privaciones.

-?Antes los campesinos vivíamos bien, traíamos nuestras buenas camionetas, pero el campo se ha ido muriendo, no hay dinero para sembrar, la vida para nosotros era muy diferente, ahora ya no le importamos a nadie?.

A don Gonzalo le da pena ver en lo que se han convertido sus tierras: ahora en lugar de sembradíos hay basura y cualquier cantidad de cosas que a las grandes empresas se les antoja tirar ahí. No son más que eriazos. Tal vez por eso muchos campesinos han preferido irse a cualquier otra parte para no ser testigos del derrumbe de su pasado.

ES DIFÍCIL TENER SUERTE

Andrea Amaya tuvo que pasar muchas noches sin poder dormir bien: su esposo y otras 18 personas intentaban cruzar la frontera norte para trabajar como ilegales en Estados Unidos. Las cosas no resultaron como esperaron y en unos cuantos meses ya estaban de regreso en Ciudad Juárez.

Muchos señores, dice Andrea, se han ido de Ciudad Juárez con la intención de trabajar como ?mojados?. Hasta ahora nadie ha muerto en el intento, todos han regresado sanos y salvos, pero sin dinero en los bolsillos.

?Allá sí hay trabajo pero es difícil conseguir algo sin papeles, además dice mi esposo que quienes no tienen mueble batallan mucho, es que las distancias son muy largas y los camiones rodean mucho?.

El grupo de inmigrantes ?donde iban dos mujeres- tardó ocho días en cruzar la frontera. Caminaron por el desierto y en varias ocasiones ?la migra? los regresó. Nadie desistió hasta que consiguieron su objetivo.

Al esposo de Andrea no le faltó un techo donde vivir. En Estados Unidos estuvo en casa de sus hermanos, pero aún así no logró acomodarse en un buen trabajo, en menos de cuatro meses ya estaba de regreso con su familia.

En Ciudad Juárez es común que los hombres se vayan a buscar oportunidades de trabajo a otros lugares. Algunos se van a otros Estados, pero la mayoría emigra a los Estados Unidos.

?Mucha gente cree que es fácil cruzar la frontera, pero no, cuando caminaron por el desierto mi esposo tuvo varias hemorragias, además pasan días sin comer y siempre con el miedo de encontrarse con la migra, lo bueno que ya está aquí?.

Por lo pronto Andrea dice que su esposo descansará algunos días. Después comenzará una vez más a buscar trabajo, aunque todavía no sabe dónde.

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