22 octubre 2003
Naciones Unidas, (EFE).- Las brutales consecuencias del atentado que el 19 de agosto sufrió la sede de las Naciones Unidas en Bagdad, en el que perecieron 22 personas, no hubieran sido tan graves de haber contado con un dispositivo de seguridad adecuado.
Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado el panel de expertos independientes encargado de analizar las circunstancias de aquel atentado, y que ha hecho un diagnóstico negativo de los sistemas de seguridad con que cuenta la ONU.
"Los sistemas de seguridad de la ONU funcionan mal, tanto en Iraq como en cualquier entorno de alto riesgo, y necesitan ser reformados", dijo hoy el ex presidente de Finlandia Martti Ahtisaari, que encabeza el grupo de expertos.
El informe indica que, con unas medidas adecuadas de seguridad, quizá no se hubiera evitado el ataque contra el Hotel Canal, en el que está la sede de la ONU en Bagdad, pero "se habría minimizado el número de bajas".
El estudio elaborado por el cuadro de expertos revela hechos preocupantes, como que una semana antes del atentado llegaron al cuartel general en Bagdad, desde distintas fuentes, informaciones que apuntaban a un inminente ataque con bomba.
La investigación también explica que la relación con las fuerzas ocupantes, que tenían la responsabilidad de velar por la seguridad en el territorio, era "ambigua", si bien reconoce que la comunicación era fluida.
Además, revela que el personal de la ONU se sentía "incomodo" con la presencia cercana de los soldados de la coalición, y que en varias ocasiones les pidieron que eliminasen las dotaciones apostadas alrededor del Hotel Canal, donde se produjo el ataque.
El ex presidente de Finlandia hizo hincapié en que la ONU debe cambiar su concepción de la seguridad, por el bien de los cerca de 40.000 empleados que tiene desplazados en 91 misiones en zonas de conflicto.
Ahtisaari reconoce que al personal de las agencias humanitarias de la ONU y a las ONG les gusta desarrollar su trabajo en contacto con la población, sin estar en un "búnker" o rodeados de soldados.
Sin embargo, es importante que en situaciones de alto peligro, como la que se vive en Iraq, el personal de la ONU "revise sus susceptibilidades", y trabaje en unas condiciones estrictas de seguridad. "Tenemos que ser conscientes -dijo- de que un ataque como éste puede ocurrir en cualquier sitio en el futuro. Quizá el error no fue reconocerlo a tiempo en Iraq".
Por tanto, la ONU requiere un cambio de mentalidad y una revisión profunda de sus dispositivos de seguridad, que deben ser preparados, auditados y desarrollados por profesionales con mucha experiencia, preferiblemente independientes, dice el informe.
Ahtisaari añadió como recomendación que todo empleado de la ONU que parta a una misión en una zona de conflicto debe recibir antes un entrenamiento específico en materia de seguridad.
Sólo así, el personal de las Naciones Unidas podrá recuperar la confianza que se perdió con el atentado del 19 de agosto en Bagdad, donde, además de los 22 funcionarios muertos -entre ellos el enviado especial Sergio Vieira de Mello-, resultaron heridas 150 personas.
También recomienda que la ONU se dote de herramientas profesionales de obtención de información y valoración de los riesgos, así como de una cobertura de seguros adecuada para su personal.
Otras de las grandes deficiencias que detectó el panel de expertos fue "la falta de responsabilidad" en las decisiones que se tomaron desde el punto de vista de la seguridad, lo que requiere la realización de una "auditoría" de las reglas y procedimientos que se siguen en las sedes centrales y en las misiones.
Tras conocer el contenido del informe, el secretario general de la ONU, Kofi Annan, del que partió el encargo del informe, anunció por escrito que estudiará detenidamente su contenido y los pasos necesarios para adoptar sus recomendaciones.