Han empezado, andantes y sonantes, las campañas políticas de los partidos para la renovación de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, aunque hay baja intensidad en el tono expresivo y polícroma exposición de las efigies de los candidatos en las calles, los postes, los arbotantes y los aparadores. Pero los azorados públicos aplauden y vitorean, bailando al son de las cumbias en la cálida euritmia de candidatos y pueblo. El puro arte de Terpsícore, faltaba más...
A propósito de elecciones hubo en el siglo XX dos presidenciales con cierto paralelismo: La de 1911 en que el pueblo de México votó a favor de Francisco I. Madero González y otra distante, efectuada 89 años después, por la cual triunfó Vicente Fox Quesada, actual Presidente de la República. Don Panchito Madero había ofrecido sufragio efectivo y no reelección a la sociedad mexicana; decía, además, en cuanto a la justicia, que ésta se daría por añadidura. En los comicios del año 2000 Vicente Fox postuló la derrota del añoso PRI, único ganador de miles de elecciones a lo largo de 71 años de existencia.
Con la patada que daría al PRI, Fox afirmó que se proponía expulsar al presidencialismo piramidal y autoritario; promover la transición de la vida pública y hacer crecer la economía nacional, fortalecer la planta productiva y recuperar los millones de empleos que teníamos en déficit. Sueños de película...
Por sus respectivas propuestas ganaron Madero en 1910 y Fox en el 2000; sin embargo, por distintas causas y con diferentes resultados, la sociedad experimentó un similar sentimiento de frustración ante el desempeño de ambos gobiernos.
Francisco I. Madero se vio compelido a gobernar a contra pelo de un aparato político y burocrático, cien por ciento porfirista. La Cámara de Diputados y la de Senadores continuaron dominadas por la resaca política del antiguo régimen, cuyo principal objetivo era criticar, estorbar y sabotear el proyecto de gobierno del presidente Madero. Y sus relaciones con Estados Unidos empezaron a cambiar.
Casi noventa años después, el candidato presidencial del PRI, reconoció su propia derrota ante Vicente Fox Quesada, y éste al igual que el presidente Madero, tampoco logró el respaldo legislativo. La actual Cámara de Diputados congeló todas las iniciativas de Fox, sin aprobar legislación alguna que impulsara al país hacia el progreso. Obviamente, el pueblo quedó decepcionado. Para acabarla, Fox rompió la idílica relación que tenía con el presidente Bush y aquella love story se llama ahora “la represalia del atún” La actual legislatura rindió lo que pudo y el próximo seis de julio habrá de elegirse a otra, que funcionará en los tres años de gobierno que le restan a Fox. Votar no quita el sueño a los mexicanos que conciben a las elecciones como un trámite periódico y molesto, necesario e improductivo; así, quienes saben de política auguran otra legislatura idéntica a la actual. Reprisse obligado...
Sin embargo las elecciones han puesto en movimiento otros intereses y no sólo políticos. No perdamos de vista que los últimos tres años, dizque del cambio, fortalecieron de algún modo la separación de los poderes Legislativo y Judicial frente al poder Ejecutivo. Las organizaciones sociales, políticas, empresariales, laborales, campesinas, etc. negociaban con el jefe del Ejecutivo reformas e iniciativas que beneficiarían a sus respectivos sectores... ¿a qué entonces cabildear asuntos con los diputados y senadores si éstos recibían y acataban instrucciones directas del presidente de la República? Ahora el trámite es distinto y de ello se dieron cuenta los empresarios que antes abominaban la política pero amaban al Presidente y ahora empiezan a amar la política y a cachondear a algunos futuros y presentes legisladores para contratarlos como sus cabilderos en el Congreso. Tal como acostumbran los grupos de poder económico en los Estados Unidos, nuestros empresarios reclutan, a sotto vocce, a algunos políticos obsesivos y obsecuentes; luego, mediante influencias en los altos círculos del poder, impulsan sus campañas electorales y cuando triunfan en los comicios los ubican en comisiones legislativas relacionadas con sus intereses económicos. Así crecerán los legisladores en cuanto a importancia, pues al tiempo que se publicitan en los medios de comunicación trabajan con equipos de especialistas sobre propuestas de cambios legales favorables al desarrollo de las negociaciones que los apadrinan; iniciativas que luego promoverán ante las Cámaras para su aprobación. El objetivo final es hacerse de una imagen pública laboriosa que les rinda ganancias políticas en sus estados y distritos para los futuros planes electorales y obviamente de negocios. Happy end...El sistema se ha vuelto práctica común y corriente en Estados Unidos y en otras naciones desarrolladas. El trabajo legislativo se convierte en fructuoso coyotaje. En USA es uso viejo; acá recién lo tenemos en estreno novedoso. Por mala suerte será el pueblo mexicano el que va a quedar desamparado, sin padrinos y sin cabilderos y tendrá que rascarse con sus propias uñas, si es que no se las ha comido de puro terror...