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Camino de fe

MIRIAM GONZÁLEZ

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN, COAH.- Es una verdadera penitencia llegar hasta ahí. Dicen que sólo aquellos que tienen fe encuentran el camino. Y aún así, son muchos los que consiguen ver al Señor de Chalma.

El pueblito más visitado del Estado de México recibe miles de peregrinos cada año, fieles que viajan desde diversos puntos del país para pagar sus “mandas”, o simplemente para ver de cerca al Cristo al que atribuyen numerosos milagros.

Desde la Ciudad de México se llega a través de dos caminos: O por la carretera México-Toluca o por la que lleva al Ajusco. Ambas vías ofrecen un espectáculo natural impresionante, con bosques llenos de pinos que no le envidian nada a los Andes o a los Alpes Suizos, una que otra laguna y numerosas tonalidades de cielos conforme avanzan los kilómetros.

Bien se puede uno topar con vacas, toros o borregos, con campesinos que labran la tierra y hasta con un velorio de esos que ya no se ven en las grandes ciudades: Un grupo de hombres cargando el féretro, con una procesión de gente detrás que lleva cempasúchil, mano de león y crisantemos, seguida de una banda de música que toca Las Golondrinas.

De vez en cuando, un nativo orientará al peregrino perdido en su recorrido: -Faltan dos pueblos chicos y uno grande para llegar a Chalmita-, aunque realmente falten muchos más que esos y atravesar un sinnúmero de montañas.

Y no cualquiera llega hasta Chalma. Es cuestión de suerte y al mismo tiempo de fe. Es necesario todo un ritual y los fieles recomiendan que se eliminen los pensamientos negativos. -Porque si uno no tiene ganas de ir, algo malo puede pasar, el Señor de Chalma es muy vengativo-, dicen.

Ya que se atravesaron los sarapes de Gualupita, los tianguis de Santiago Tinguistenco, las lagunas de Zempoala, los chorizos de Toluca y las iglesias barrocas de Ocuilán, el peregrino tiene que empezar el ritual al pie del ahuehuete.

Ahí, se construyó una pequeña iglesia a la que los viajeros llegan para dar gracias y pedir que se les permita ver al Señor de Chalma, unos kilómetros más abajo en el recorrido.

Compran las tradicionales coronas de flores de 20 pesos, que colocarán sobre sus cabezas para mojarse con el manantial que brota del ahuehuete, un frondoso árbol con cientos de años de antigüedad del que misteriosamente brotan “milagrosas” aguas.

Luego de bañarse con esta agua (algunos creyentes no sólo se mojan la cabeza, sino que optan por meter todo el cuerpo), el ritual marca que hay que bailar dentro de la iglesia, conocida como la del Cristo del Ahuehuete.

Aunque falta más de media hora para llegar hasta Chalma, muchos peregrinos deciden seguir a pie, como un sacrificio por los favores recibidos. No es menos hermoso este último tramo del recorrido, y son más las cruces que uno se encuentra a lo largo de éste, que fueron puestas ahí no para recordar a alguien que perdió la vida, sino como una ofrenda para el Señor de Chalma.

El trayecto es largo y sirve para rezar y prepararse a la visita con el Santísimo. Finalmente, escondida entre otros cuantos valles y montañas, está Chalma y su bello templo que data del siglo XVII, el que cuenta con un altar finamente tallado en madera de varios tipos y decorado con hoja de imitación oro.

Es el encuentro con la fe, con el misticismo y con la tradición de todo un pueblo, el mexicano.

ATRACTIVOS EXTRA

Para llegar a Chalma desde la Ciudad de México, el viajero tiene que atravesar el Paseo de los Bosques, que ofrece grandes atractivos.

LA MARQUESA: Se inicia este recorrido en La Marquesa, a la que se llega a través de la carretera México-Toluca, en donde predominan los poblados tradicionales de arquitectura sencilla y monumentos religiosos muy importantes y bellos, tanto de la época prehispánica como de la colonial.

GUALUPITA: Guadalupe Yancuitlalpan, mejor conocido como Gualupita es un poblado que se encuentra en el camino que va de La Marquesa a Santiago Tianguistenco,. El pueblito es famoso por sus textiles, por lo que ahí se podrán adquirir una gran variedad de prendas de vestir como suéteres, abrigos chales, entre otras, elaboradas con lana o con materiales sintéticos. La feria tradicional es la del Sarape, en la que se exponen los mejores productos artesanales y en la que el 12 de diciembre se festeja especialmente a la Virgen de Guadalupe, con danzas de concheros, pastorelas, procesiones y fuegos artificiales.

SANTIAGO TINGUISTENCO: A tres kilómetros de Gualupita el viajero llegará a Santiago Tinguistenco, que en nahúatl significa “a la orilla del tianguis o mercado” y que refleja la tradición que desde la época prehispánica tiene el comercio en este lugar. En el poblado se sitúa la parroquia de Nuestra Señora del Buen Suceso, considerada como una de las más bellas y monumentales iglesias de estilo barroco del siglo XVIII que hay en México; en su interior se pueden admirar los retablos neoclásicos. El tradicional tianguis se realiza los martes, se destaca por su tamaño y por la amplia variedad de productos que ahí se venden.

LAGUNAS DE ZEMPOALA: Una opción del recorrido son las lagunas de Zempoala, que están a unos 20 kilómetros de Santiago Tinguistenco. En el lugar se podrá disfrutar de una gran belleza natural, de seis lagunas de origen volcánico rodeadas de espesos bosques. El viajero podrá pasear en lanchas, pescar o simplemente disfrutar de un agradable día de campo.

OCUILÁN: A 12 kilómetros de Santiago Tinguistenco se encuentra el poblado de Ocuilán, en donde se podrá percibir el cambio de un clima frío y propio de las altas montañas, a un clima semitropical cálido con una vegetación tan colorida como abundante. De Santiago a Ocuilan se vive la transición climática, se inicia el viaje al maravilloso santuario de Chalma. En Ocuilián se pueden apreciar los restos del monasterio del mismo nombre fundado por Agustinos en el siglo XVI ; también se pueden visitar las iglesias barrocas en el barrio de Santa María, en San Juan Atzingo, y en San Ambrosio Chalmita.

EL CASTILLO DE ARENA: Dentro del municipio de Ocuilán, está situada la zona arqueológica denominada El Castillo de Arena o Tlacotalpan, en la que se pueden observar los restos de las columnas y las murallas de algunas construcciones, así como una cabeza de serpiente que representa a Quetzalcóatl y algunos cuchillos de sacrificio.

FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón

La aparición...

Sobre la aparición o hallazgo de la imagen del Señor de Chalma hay varias fuentes y relatos que circulan. Lo que se cree es que ya el lugar era un centro de peregrinación prehispánico, con la supuesta adoración a Ostoc Téotl.

Alrededor de 1539, en una cueva tuvo lugar un suceso entre indígenas idolátricos y frailes, que dio lugar a la presencia del Santo Cristo que hoy se adora, o a la talla original del mismo -ya que fue destruida parcialmente en un incendio en el siglo XVIII-, con posterioridad trasladada al santuario.

Esta imagen es verdaderamente impresionante. Es la viva representación del sufrimiento, con la que sin duda se identifican muchos de los fieles que le rezan con fe.

Por supuesto, lo importante no es la historia o la autenticidad de los hechos, la relación de los fieles con la imagen es básicamente emocional, como señalan María J. Rodríguez-Shadow y Robert D. Shadow, autores de un libro que habla sobre esta creencia.

Varios son los milagros narrados con que cuenta en su haber el Señor de Chalma. Y como en todo santuario peregrino que se precie, se encuentra la presencia de pintura votiva y exvotos, a modo de testimonio de los beneficios recibidos por el Señor de Chalma.

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