“Piensa en los campos de luz que a veces mienten”.
Homero Aridjis.
Hay mentiras que, a fuerza de repetirse, se convierten en aparentes verdades. Una de ellas es la que sostiene que la situación del campo mexicano se ha agravado en los últimos años como consecuencia de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Tanto hemos escuchado esta afirmación que la enorme mayoría de los mexicanos piensa que es verdad y se inclina así por buscar una renegociación del más importante acuerdo comercial de nuestro país.
Las cifras disponibles, sin embargo, distan de avalar la tan repetida afirmación. Por el contrario, sugieren que el TLC ha tenido un efecto positivo en el campo mexicano a pesar de los endémicos problemas de productividad generados por la fragmentación de la tierra, la falta de infraestructura de riego y la virtual inexistencia del crédito.
Según cifras del Banco de México, en 1993, un año antes de la entrada en vigor del TLC, las exportaciones totales del agro mexicano fueron de 2,449 millones de dólares. En el 2001, el último año para el que se tienen cifras completas, esta cifra se había elevado en 58.6 por ciento para dar 3,885 millones de dólares. El aumento de las exportaciones a Estados Unidos, según información de la Secretaría de Economía, ha sido incluso mayor en ese período: del 75 por ciento. Es verdad que las importaciones agropecuarias mexicanas aumentaron en 94 por ciento de 1993 al 2001 para alcanzar los 5,081 millones de dólares. Pero el alza de las exportaciones significa que nuestro campo sí tiene posibilidades de competir. La historia de éxito de nuestras frutas y hortalizas es particularmente impresionante: las exportaciones de estos productos a Estados Unidos crecieron en 118 por ciento de 1993 al 2001.
El aumento en las exportaciones es todavía más dramático en los productos agroindustriales, que son los que provienen originalmente del campo pero son procesados por lo que cuentan con mayor valor añadido y generan empleos mejor pagados. En 1993 la exportación total de estos productos agroindustriales fue de 1,234 millones de dólares. Para el 2001 se había registrado un incremento del 245 por ciento para llegar a los 4,257 millones de dólares. En este rubro el aumento de las importaciones, de 80 por ciento, es bastante menor al de las exportaciones.
La importación de algunos productos ha aumentado de manera significativa. Pero en buena medida estas compras no son consecuencia de la apertura del TLC sino de la falta de capacidad del campo mexicano para generar una producción suficiente. El maíz amarillo que se utiliza para forraje, por ejemplo, no se produce en México en cantidades suficientes y por eso se importa. México es también un gran comprador de leche, pero porque nuestra producción interna no es suficiente. Si no se hubieran llevado a cabo las importaciones de leche que ha tenido nuestro país en los últimos años, habríamos tenido una escasez dramática del lácteo que se habría reflejado en aumentos brutales en los precios que habrían generado fuertes protestas de los consumidores.
A pesar del alza en las importaciones, no se ha reducido la producción nacional de los principales bienes del campo. La producción promedio anual de maíz en el período 1992-1994, por ejemplo, fue de 17.7 millones de toneladas, mientras que en 1998-2001, ya en tiempos del TLC, se elevó a 18.4 millones de toneladas al año. La producción de leche en México pasó de 7.1 millones de litros en 1990-1995 a 8.7 millones en 1996-2001. La de huevo se elevó de 1.1 millones de toneladas y la de carne en canal de 3.2 millones de toneladas a 4.1 millones en esos mismos períodos de comparación.
Claramente el campo mexicano no se encuentra en jauja. El 42 por ciento de los mexicanos en zonas rurales vive en condiciones de pobreza extrema, en comparación con el 12 por ciento de quienes residen en áreas urbanas. Pero el problema no es el TLC, sino un sistema de producción que fragmenta la tierra y desmotiva la inversión productiva.
Tanto nos han dicho que el Tratado de Libre Comercio es el culpable de las dificultades del campo mexicano que mucha gente cree a pie juntillas que esto es verdad. Pero las cifras disponibles nos señalan una realidad completamente distinta. El TLC, si acaso, ha beneficiado al muy golpeado campo mexicano.
Economía vudú
George Bush junior ha anunciado un paquete de “reactivación económica” en el más viejo estilo populista. El presidente estadounidense recortará impuestos y subirá el gasto público para aumentar el déficit de presupuesto en más de 600 mil millones de dólares en diez años. Cuando Ronald Reagan propuso hacer lo mismo en la década de 1970, George Bush padre llamó el intento “economía vudú”.