Ya era hora
Se habían tardado. En un acto inusual, de hacer eco de planteamientos del dominio público, el gobierno, a través de Fernando Canales, dijo lo que tenía que decir: Terminó la era de los tratados.
Contra la actitud que se está volviendo costumbre del gobierno foxista, de seguir por la libre en el manejo de la economía, esta vez el secretario Canales señaló que ?Hemos decidido, de que una vez terminado (el acuerdo con Japón), si llegamos a una conclusión que resulte favorable a los intereses mexicanos... habremos de dejar de expandir nuestra red de TLC (tratados de libre comercio)?.
Por demás evidente venía siendo desde hacía unos años que los beneficios que México estaba recibiendo de la moda que se impuso en los 90?s de firmar tratados, iban a menos; o, de plano, se estaban convirtiendo en perjuicios.
Como con agudeza lo advirtió hace algunas semanas el empresario Carlos Slim, si bien es cierto el TLC con Estados Unidos redituaba a México un superávit comercial de alrededor de cuatro puntos del PIB, el resto de los acuerdos significaba para el país un déficit de cinco puntos del Producto, por lo cual en el balance esas negociaciones implicaban para el país un déficit del uno por ciento del PIB.
Con seguridad, la declaratoria de Canales obedece en parte a que los resultados en las negociaciones para un TLC con Japón terminaron en el fracaso. La otra razón de la nueva política anunciada por el secretario de economía es más de fondo: los impulsos para el crecimiento, más que venir de afuera (desde luego sin descartar la importancia del comercio exterior que se da afuera de los tratados comerciales) deben de venir de adentro, del mercado interno, de medidas tendientes a elevar la productividad, de las reformas internas. Sin que signifique autarquía, o una súbita adicción a las condenas globalifóbicas, el rumbo futuro del país debe fundamentarse en un equilibrio entre las políticas relacionadas con el comercio exterior y las fundamentadas en los impulsos domésticos.
Otra de Madrazo
Lo dicho: el PRI y el gobierno al parecer están montando un ?show político? para concretar la reforma fiscal. Ayer mismo se presentaron dos indicios. Primero, el hombre número uno del PRI declara que no negociará en lo oscurito. Y luego, en el mismo día, de las mismas fuentes del partido, surgen versiones de que el tricolor está proponiendo una reducción al ISR.
¿Será que esta propuesta de bajar el ISR, que se filtró como un planteamiento que venía dentro del paquete fiscal, fue cedida al PRI para que este partido la hiciera pública, en el entendido ?de antemano- de que sí se concretaría, y a cambio, por supuesto del respaldo tricolor a la propuesta fiscal?
¿Será que en este acuerdo tras bambalinas o, como lo quiere negar el dirigente priísta ?en lo oscurito?, la idea es que el IVA a los alimentos y medicinas quede en cinco por ciento como una propuesta priísta, aunque no en el diez, pero sí con gravamen y con recursos adicionales para el erario? La verdad sea dicha, al margen de la posible estratagema política, lo que importa finalmente es que el acuerdo se concrete. ¿Lo habrá?.
La Bolsa, arriba y adelante
Sea o no sea cierto, como señala el dirigente priísta, que ?no se está negociando en lo oscurito?, lo cierto es de que los amigos de la Bolsa ya descontaron el asunto. Decimos ?descontar? en el sentido en que lo indican los analistas bursátiles, de que anticipadamente, adelantándose a un evento que se presume tendrá efectos positivos para el país, inyectan confianza comprando acciones.
Ayer mismo, en el mercado, el cual rompió otro récord, se dijo explícitamente que el incremento en los precios estaba relacionado precisamente con el optimismo en que se concreten las reformas estructurales.
El que estos públicos informados, que cuentan con información fresca de los entretelones de la economía y la política, afirmen que es posible que se apruebe la reforma indica, como le comento, que en pocos días habrá humo blanco sobre este punto en el Congreso.
El asunto pues, parece bien encaminado. Ojalá.
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