Durango

Carencia de cultura de donación de órganos

Mínimas las esperanzas de vida de quienes esperan recibir un trasplante; no hay donadores ni infraestructura para ese tipo de operaciones

La falta de una cultura para donar órganos que ayuden a personas enfermas a incrementar su esperanza y calidad de vida, aunado a la carencia de un marco jurídico regulatorio, ni los recursos fiscales suficientes para instalar la infraestructura necesaria, inhibe, primero, la implementación de un Registro Estatal de Donación y Trasplantes de Órganos y Tejidos y, posteriormente, la creación de un centro en el que se realicen las cirugías, programadas de acuerdo con la fecha de inscripción y las prioridades por urgencias médicas.

Todo lo anterior se traduce en que hay alrededor de 350 pacientes en “lista de espera”, con mínimas posibilidades de recibir el beneficio, ya que pasan hasta tres, cuatro, cinco y seis meses, y en ocasiones hasta más tiempo, para que se realice una operación quirúrgica de este tipo.

Y la carencia de una cultura no solamente se refiere a la donación de los órganos y tejidos humanos, tanto de personas en vida o cadáveres, sino que tiene que ver también con los conocimientos y especialización de médicos y enfermeras. “Es una situación compleja, por todos los aspectos que a ella concurren, incluso los legales”, enfatizó el coordinador médico del Consejo Estatal de Trasplantes, Arturo Martínez Álvarez, quien es el único médico certificado para ejecutar una cirugía de tal tipo, además de que es quien debe dar el visto bueno cuando una institución de salud pretenda realizar un trasplante.

ESPERANZA MÍNIMA DE QUE UN ENFERMO RECIBA EL ÓRGANO QUE NECESITA.

Aunque precisamente la falta de un registro estatal es lo que ha impedido llevar un padrón real de pacientes que demandan un órgano, y personas que han dado su consentimiento para donarlo, el Consejo Estatal de Trasplantes calcula que son alrededor de 300 los que están en la “sala de espera”, de los cuales el 50 por ciento son potenciales receptores, de acuerdo con la situación médica diagnosticada.

De tal cantidad, 300 son afiliados al Seguro Social, según datos proporcionados por el doctor Gerardo Rodríguez del Villar, 32 del ISSSTE, y el resto de la Secretaría de Salud. La gran mayoría es del riñón. Sin embargo, las cifras pueden variar, en razón de la carencia de una relación oficial, ya que, por ejemplo, el IMSS realiza los trasplantes en el Hospital de Torreón.

La donación se puede hacer en vida, ya sea por ser consanguíneos, receptor y donante, por afectividad, amistad, etc., mientras que de un cadáver es donde se han registrado más obstáculos, al no existir la cultura para que se otorgue el consentimiento. Y es aquí que también entra la capacitación y especialización del personal médico, enfermería, Trabajo Social, de los nosocomios, para hacer labor de concientización en los familiares de alguien que fallece.

En la actualidad, cuando se ha tratado de hacer, los dolientes endilgan calificativos de inhumanos y hasta de asesinos, sin comprender que se trata de ayudar a un prójimo para que mantenga su esperanza de vida.

COSTO-BENEFICIO DE LOS TRASPLANTES JUSTIFICA HACER EL ESFUERZO.

Una cirugía para injertar un riñón con fines terapéuticos tiene un costo económico promedio de los 200 mil pesos, y el tratamiento médico un año posterior a ello, para evitar que haya rechazo, es de 90 mil pesos. Según el doctor Martínez, las posibilidades de éxito en los trasplantes es del 80 por ciento. Un enfermo que se encuentra en la etapa de diálisis significa un gasto de 280 mil pesos para mantenerlo con vida, y además tiene una esperanza de vida de tres a cinco años, y de mala calidad; en hemodiálisis, representa 320 mil pesos, y en ambos casos, el desgaste familiar es mucho, por lo complicado de los cuidados y atención personalizada.

Lo anterior se traduce en que un trasplante tiene un costo-beneficio no solamente para los enfermos en su esperanza y calidad de vida, sino en lo económico para las instituciones del sector salud, y no únicamente en lo que se refiere al riñón, sino también hígado, córneas, corazón, intestinos y hasta huesos.

Sin embargo, Durango se mantiene a la zaga en lo anterior, por los motivos mencionados, y que se originan en la falta de cultura, que no se refiere a educación o grado académico y profesional, sino a costumbres, tradiciones y conciencia. “Al momento de tomar la decisión, se han dado casos en que uno de los cónyuges se niega al final a donar el órgano que necesita el otro.

Pero también es muy difícil que en vida se dé el consentimiento para hacerlo cuando muera, o que los familiares acepten obsequiarlo del cadáver”.

Y aunque los trasplantes pueden realizarse en personas de dos hasta 70 años de edad, la esperanza de vida después del injerto es mayor en los jóvenes, aunque depende del apego que haya a los tratamientos médicos prescritos. Hay ejemplos de que una persona de 30 años, del sexo masculino, que recibió el riñón hace cuatro años, empieza a tener complicaciones, mientras que otra de 40 años lleva 16 años desarrollando sus actividades de manera normal y sin problemas.

No obstante, ante el crecimiento de los índices de mortalidad por las enfermedades crónico-degenerativas, los especialistas cada día recomiendan más recurrir a los trasplantes de órganos para disminuir la tasa y dar mayores esperanza de vida a quienes padecen, por ejemplo, diabetes, obesidad o que están afectados por las drogas, alcoholismo y que llevan una vida sedentaria.

SITUACIÓN LEGAL

Es muy difícil que, aun sin un marco jurídico, sin registro oficial, y sin la infraestructura pública, pueda presentarse el contrabando de órganos y los trasplantes clandestinos. El litro de solución preservadora de partes del organismo humano es de más de 250 dólares. Un riñon dura 24 horas, ya que después de ello los riesgos de rechazo son mayores, mientras que el del corazón es de seis horas.

Para realizar una cirugía de injerto, concurren 15 cirujanos, y además se debe tener la autorización del médico certificado por la Secretaría de Salud y la Sociedad Mexicana de Trasplantes y el Registro Nacional. Por todo ello, resultaría complejo hacerlo en la clandestinidad y más aun robar los órganos de los cadáveres.

Para que Durango recupere el atraso en tal aspecto, deberán darse varias situaciones:

Primero, crear el registro estatal, que sería incorporado a la Red Electrónica Nacional, de tal manera que receptores y donantes queden inscritos y accedan a los beneficios; segundo, instalar el Centro Estatal de Trasplantes, que funcionaría en condiciones similares, por ejemplo, a lo que es el Centro Estatal de Cancerología. El proyecto estima una inversión inicial de cuando menos diez millones de pesos para el edificio y equipo básico, y tres millones de pesos para la operación anual.

Pero a la par de tales acciones, promover reformas a la legislación de salud, de tal manera que el marco jurídico sea acorde con las circunstancias locales, y no se tenga que recurrir a la del ámbito nacional cuando se requiere aplicar el Derecho en determinado caso.

El Consejo Estatal de Trasplantes, creado el 12 de junio del 2000, pero que no tiene oficinas ni personal para su operación, tiene como secretario ejecutivo al doctor Armando Sepúlveda Chapa, y como coordinador médico a Arturo Martínez Álvarez. Y lo integran todas las instituciones del sector salud. Sin embargo, para que realmente cumpla con los objetivos, deberá ser el principal promotor de las acciones antes mencionadas.

En tal contexto, este día se pondrá en marcha el “Primer Curso Estatal de Donación y Trasplantes de Órganos y Tejidos”, organizado de manera conjunta por la Secretaría de Salud, el Consejo Estatal, la Sociedad Mexicana y la División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Medicina de la UJED.

El director del Registro Nacional de Trasplantes, Salvador Aburto Morales, dictará una conferencia sobre las estadísticas que hay en el país sobre los trasplantes. El curso, que tendrá una duración de tres días, abordará entre otros temas:

Trasplante de órganos y evolución; cultura de la donación; muerte cerebral, diagnóstico; candidatos a donadores, detección y evaluación; entrevista familiar y petición de órganos; manejo de la negativa; criterios de la selección del donador vivo-receptor, de trasplante renal; criterios de la selección del donador cadavérico, etc.

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