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Cárteles de la droga optaron por unirse

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MEXICO, D. F.- Los siete cárteles de las drogas que operan en México, optaron por compartir territorios y reforzarse incluso con alianzas con grupos colombianos, dejando atrás la “guerra” entre sí por el control de las rutas del narcotráfico en el país, revela un reporte de la PGR.

Bajo acuerdos de pago por “derecho de piso”, en especie y de otro tipo, los cárteles de Tijuana, Juárez, Sinaloa, Golfo, Colima, Oaxaca y Michoacán, mantienen los flujos de droga y de “lavado” de dinero permanentemente en el mercado de Estados Unidos y en toda la República.

Incluso, aquellas organizaciones que sufrieron “bajas” o capturas de algunos de sus miembros más destacados, se recompusieron bajo la operación de un sistema de nuevos “enlaces de dirección”.

El informe oficial de la Procuraduría General de la República (PGR) destaca que el cártel de Juárez, que dirigen Vicente Carrillo Fuentes y varios de sus familiares, así como Juan José Esparragoza, El Azul, tiene zonas de influencia en 17 estados, donde ha establecido rutas para el paso de drogas.

El cártel de Tijuana bajo el control de los Arellano Félix posee influencia y rutas en 15 estados; el de Sinaloa que dirigen Joaquín El Chapo Guzmán y Luis Héctor El Güero Palma, Ismael El Mayo Zambada, tiene su área de influencia en 12 estados.

Mientras, Osiel Cárdenas al frente del cártel del Golfo tiene presencia en diez estados; el cártel de Colima de los hermanos Amezcua en ocho estados; el de Oaxaca, que dirige Pedro Díaz Parada, está en siete y el de Michoacán, al frente de Luis Valencia, en tres estados.

El narcotraficante colombiano Juan Diego Espinoza Ramírez, El Tigre, ha establecido una red con la que estos grupos criminales extranjeros se han reposicionado en México desde hace tres años.

Además, con la recomposición de organizaciones criminales nacionales, algunas de ellas como la de los hermanos Arellano Félix e Ismael El Mayo Zambada, Luis Valencia y Pedro Díaz Parada, se han convertido en socios de los capos colombianos, para traficar grandes volúmenes de droga desde el sur del continente hacia Estados Unidos.

Los datos forman parte del análisis que al respecto desarrollan la PGR y la Agencia Antidrogas de Estados Unidos (DEA) mediante la Operación Volcán encabezada por esta última, así como de la UEDO.

Se establece así, que a pesar de los más de 228 aseguramientos a sus propiedades y de la captura de sus principales colaboradores en octubre de 2002, con una estructura que asegura dicho flujo desde Chiapas y Quintana Roo, El Tigre continúa operando desde México el trasiego de cocaína y el traslado de dinero hacia su país.

El centro neurálgico de las operaciones de El Tigre está en Cancún.

La operación “Vulcano” está enfocada en la captura de El Tigre y el desmantelamiento de toda su organización. Al trabajo de la PGR y la DEA se suma el de la Fiscalía General de la Nación de Colombia, de la Policía Nacional y del Bloque de Búsqueda de ese país.

Desde octubre de 2002, estas instancias profundizan el nexo entre Juan Diego Espinoza, los operadores del cártel de Cali y la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

En la investigación se ha demostrado que El Tigre sigue operando desde México sin mayores dificultades; incluso se ha documentado que Silvia Ávila -esposa de Juan Diego Espinoza- tiene registradas a su nombre varias propiedades en el DF; tres de estas propiedades (residencias ubicadas al sur de la ciudad) fueron cateadas por la PGR hace dos semanas.

Ahí se encontraron documentos con los que se corroboró que la organización mantiene viva la red de operaciones y transferencias que funciona entre Tapachula y Cancún; la DEA ha certificado que tanto El Tigre como su esposa viajan con regularidad entre Estados Unidos, México, Colombia, Perú y países centroamericanos como Honduras y Guatemala.

Los viajes sirven para supervisar la red de “lavado” de dinero.

Las operaciones en México de Juan Diego Espinoza y su hermano Mauricio no son nuevas y tienen un antecedente común: la detención, en 1976, de su hermano Hernán Espinoza Ramírez, por contrabando de marihuana, por lo que purgó una condena de seis años en Lecumberri.

Al quedar libre, el colombiano regresó a su país pero más tarde restableció los contactos con su exsocio y padrino Ernesto Fonseca Carrillo, Don Neto, tío de Rafael Caro Quintero, y de Amado Carrillo Fuentes, El Señor de los Cielos.

La relación y presencia de estos narcotraficantes colombianos en México tiene entonces cerca de 30 años de antigüedad.

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