09 de diciembre de 2003
Roma, (EFE).- Los casos de agua mineral contaminada con productos tóxicos, inoculados en las botellas con una jeringuilla, se han multiplican en Italia, donde ya se han registrado más de un centenar de denuncias, en medio de una psicosis creciente.
La alarma, que se dio por primera vez el pasado 19 de noviembre en Ostiglia, en la provincia norteña de Mantua, se ha extendido por todo el país, mientras la Policía busca a los autores del sabotaje con una nueva pista que conduce a grupos de orientación anarquista.
Amoniaco, lejía y acetona son algunos de los productos tóxicos introducidos en las botellas con una jeringuilla de las que habitualmente se usan para inyectar insulina, que apenas sí deja un rastro perceptible.
Los síntomas de las personas que han resultado intoxicadas, entre ellas un bebé de quince días, son siempre los mismos: escozor de garganta, ardor de estómago, náuseas y vómitos.
Este cuadro clínico es el que presentaba hoy una joven estudiante de Lecco (norte), que tuvo que ser hospitalizada tras beber agua de un botellín adquirido en un distribuidor automático.
Roma, Milán, Palermo (Sicilia) o Sassari (Cerdeña) fueron otras ciudades italianas donde este martes se contabilizaron casos de personas que tuvieron que ser atendidas en urgencias y algunas hospitalizadas preventivamente después de consumir agua embotellada.
La alarma inicial ha dado paso a la psicosis, con el consiguiente descenso de ventas de agua mineral y las primeras denuncias, que aún deben confirmar los análisis, de supuestos episodios en envases de leche y zumos de frutas.
En medio de este clima, la Policía llevó a cabo hoy incautaciones masivas: siete mil botellas de agua en un supermercado de Turín, al noreste, y otras tantas de agua y leche en la provincia de Perugia, al aparecer alguna confección sospechosa.
Para hacer frente al problema, las autoridades sanitarias aconsejan que se tomen medidas de precaución, como girar las botellas para comprobar si tienen pérdidas, agitarlas para ver si se forma espuma o bien olerlas para detectar las sustancias tóxicas.
Las distintas fiscalías que han abierto diligencias en las once regiones italianas donde se han detectado casos de contaminación se aprestan a coordinar sus actuaciones para hacer más efectivas las investigaciones.
La Policía, que inicialmente centró sus pesquisas en la búsqueda de una persona con las facultades psíquicas perturbadas, ha ampliado ahora sus hipótesis hasta grupos de tendencia anarquista que podrían haber emprendido una campaña de sabotaje al "agua de pago".
Los investigadores siguen la pista de una página de Internet con proclamas anarquistas, donde el pasado verano se declaraba la guerra "a la extorsión del agua mineral".
Paralelamente, se baraja la circunstancia de que pudiera tratarse de un hecho que se ha generalizado a partir del denominado mecanismo de imitación, como sostienen algunos expertos, consultados por los medios de comunicación locales.
En cualquier caso, se repite un fenómeno que ya tuvo una gran repercusión en el país hace cinco años por estas fechas, cuando una asociación de defensa de los animales "envenenó" con raticida dos "panettoni", el dulce por excelencia de la Navidad italiana.
También remite la oleada del agua mineral contaminada al llamado "unabomber" italiano, que desde 1994 perpetra en el Norte del país atentados periódicos con pequeños artefactos explosivos escondidos en confecciones alimentarias y pequeños objetos de uso cotidiano, como un tubo de mayonesa o un huevo.
Por asociación con este fenómeno del "unabomber", que mantiene en jaque a la Policía italiana, ya se ha bautizado al autor o autores del "envenenamiento" del agua mineral como "aquabomber".