GÓMEZ PALACIO, DGO.- Mientras no se deseque la totalidad de las charcas y se restablezcan al 100 por ciento los servicios básicos, la Secretaría de Salud mantendrá el cerco sanitario en Ciudad Lerdo, para evitar cualquier contingencia.
De acuerdo a información proporcionada por Elías Rosales Aguirre, epidemiólogo del Área Sanitaria de Lerdo, de la Jurisdicción Sanitaria número dos, además de implementar las medidas de vigilancia epidemiológicas más apremiantes o urgentes como dotar a toda la población de agua clorada, todas las charcas se están encalando.
Y también a todos los lugares donde hay charcas de aguas negras: “se les está poniendo cal y se están extendiendo para que se sequen”. Asimismo dijo que hay una brigada que trabaja en conjunto con la Secretaría de Salubridad y el Municipio, para abatizar las charcas de agua limpia, pues es donde se puede desarrollar la variedad de mosquitos, incluyendo el dengue.
Según el epidemiólogo, se capacitó una brigada especial para que vaya colonia por colonia y proporcio-ne indicaciones a la gente como tirar o vaciar todos los recipientes que contengan agua pluvial.
En donde no hay agua potable, dijo, se envían pipas a través de la presidencia municipal, de igual forma el Ejército Mexicano continúa vigilando y apoyando las brigadas, no sólo cortando los árboles que están obstruyendo los caminos, también ayudando a sacar a la población que todavía sus casas están en peligro de caerse.
“Con el derrame de aguas negras sigue latente el riesgo, se está mandando maquinaria especial pesada para tratar de recoger todo ese lodo, retirarlo y tirarlo en un lugar donde no vaya a causar mayores daños”.
Rosales Aguirre señaló que es importante que las madres de familia no permitan a los niños jugar en las charcas o en el lodo por el riesgo evidente, pues ni siquiera se pueden lavar las manos por la falta de agua potable.
Otro golpe
Esta vez no fueron lluvias sino aguas residuales las que inundaron las viviendas de las colonias Los Álamos y Carlos Herrera. Los vecinos tuvieron que colocar bultos con tierra en las puertas para tratar de remediar la situación pero fue inútil.
Isabel Sánchez vive en la calle Kenia, número 40 de la colonia Los Álamos. Sus pertenencias y vivienda fueron afectadas por las aguas residuales que comenzaron a brotar de los resumideros y del sanitario.
“La lluvia duró como una hora, en todas las casas el agua del drenaje comenzó a brotar, estoy lavando con cloro todo el piso y estoy limpiando muy bien los muebles porque puede haber alguna infección”.
Durante la noche, dijo, los vecinos estuvieron hablando al Sistema Descentralizado de Agua Potable y Alcantarillado (Sideapa) y al Cuerpo de Bomberos, para que desahogaran el drenaje, pero no atendieron sus llamadas.
“A todas las casas les brotó el agua por el drenaje y ni así vinieron a ayudarnos, yo puse varios costales para impedir que el agua de la calle entrara a mi casa, pero no la detuvo, siempre que llueve es lo mismo porque el drenaje no sirve”.
La coordinadora de la manzana número Diez, Delia Anzueta Muruaga, señaló que las deficiencias en el drenaje provocaron la inundación de la colonia. Y con el movimiento de los vehículos a toda velocidad por las calles principales, el agua entró aún más a las viviendas.
Ante la inundación, los vecinos se vieron en la necesidad de cerrar las calles principales para evitar el paso de los vehículos. “Anoche estuvimos hablando con los Bomberos y con los de Sideapa, para ver de qué manera pueden solucionar esto porque no vamos a estar así toda la vida”.
Por la mañana –de ayer-, dijo, los trabajadores de Sideapa acudieron a la colonia pero en lugar de trabajar se pusieron a almorzar y mientras tanto la gente seguía sacando el agua del interior de sus viviendas.
“Me dijeron que ellos no podían hacer nada, que los habían mandando nada más para que nos calmáramos y no fuéramos a gritar allá a la presidencia municipal. Siempre que llueve nos pasa esto, lo más grave es que broten las aguas negras”.
Alrededor de ocho cuadras tanto de la colonia Nueva Los Álamos y El Refugio, quedaron intransi-tables. Los conductores optaron rodear por otras arterias ante el temor de que sus vehículos se quedaran varados o cayeran en un hoyanco o bache.