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Chavela Vargas los lleva en el corazón

Notimex

Guanajuato, Gto.- Está viva y, sin embargo, habita en el mundo de los muertos, ese que comparten José Alfredo Jiménez, Diego Rivera, Frida Kahlo, Pita Amor, Dolores Olmedo y Álvaro Carrillo. Con su voz grave, Chavela Vargas reveló que los extraña, que los lleva en corazón y mente. En el Día de los Fieles Difuntos, la cantante dice que, de los vivos, no queda con quien le gustaría compartir escenario ni parranda, porque después del Carnegie Hall, en Nueva York, Estados Unidos, donde actuó en fecha reciente, ya poco le interesan otros escenarios.

Hace una excepción con la Explanada de la Alhóndiga de Granaditas, donde ofrecerá hoy el concierto de clausura del XXXI Festival Internacional Cervantino (FIC) y recordará, como siempre, a aquellos que le pusieron palabras y música a los sentimientos. ?No estoy muerta ni borracha?, afirmó en el testimonio oral que presentó ante un amplio público en el Teatro Juárez, donde la acompañó para hacer lo propio la ?bailaora? de flamenco Sara Baras.

?O a lo mejor ya estoy muerta y ni cuenta me he dado?, añadió para enseguida explotar su carcajada franca, contagiosa. La disertación no le importa demasiado porque después de todo, dijo, ha vivido intensamente, siempre acompañada de otros como ella, ?los grandes?.

?Yo a cada rato me muero?, aseguró al advertir que más vale estar bien de salud, aunque cueste caro e implique dejar de lado el tequila, ?porque cuando llega el médico y me pregunta cómo estoy y le digo que bien, me cobra 400 dólares, pero si le contesto que muy bien, entonces son mil?.

Abandonó el alcohol, ?porque me estaba matando?, y se dedicó a procurarse la vida con menos excesos y más recuerdos. Muchos de ellos, confesó, le duelen, como la muerte de su amiga Dolores Olmedo, la coleccionista y promotora de arte.

De ella, expuso, recibió a un año de su muerte una fotografía de dos metros de alto y una carta que, de puño y letra, Olmedo le dejó para pedirle que no la olvidara ni omitiera pensar en ella, cuando estuviera ?en el más allá?.

A Olmedo equiparó con su misma persona: ?Éramos dos señoras borrachas, perdidas, que nos subíamos al coche y le dábamos vueltas a la manzana, tomando tequila y saludando a medio mundo, porque antes México era otro?.

Sus palabras fluyeron y, de nuevo, la risa invadió el Teatro Juárez: ?El infierno del alcohol y las drogas es mortal. A la juventud no hay que enseñárselo sino regalarle amor, abrazarla, quererla y... mejor le paro porque ya perezco diputada?.

Para Chavela Vargas México no es mágico ni surrealista, solo ?nació así, como es, y punto?, lo sabe porque se ha formado en él y en la ?escuela de la vida?, de ahí que no hable de cosas nuevas, pero sí de aquellas muy sentidas, de las que duelen y también se disfrutan.

El pasado es su tema preferido. Los que ya se han ido de este mundo siguen presentes en sus palabras, en sus canciones, en su tan querida ?Llorona?, que el público no perdona y le pide cantarla en todas las ocasiones que se para sobre un escenario.

Entonces su voz se escuchó para narrar con música el sentimiento que la invade, el que llama y perturba a quien lo escuche, y el deleite y la risa se suman a la dibujada en las calaveras de azúcar que hoy, en el Día de Muertos, como la, le pelan los dientes a la vida.

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