México, DF.- Con millones de discos vendidos a lo largo de poco más de cuatro décadas dedicadas al espectáculo, la actriz y cantante de pop, Cher, cumple hoy 58 años de vida, convertida en un ícono de la cultura popular norteamericana.
A decir de sus biógrafos, los altibajos han llevado a Cher de pueblerina con ínfulas de estrella pop y esposa sumisa, a comediante televisiva y cantante crepuscular de casinos de Las Vegas, pero también a actriz ganadora de un Oscar, realizadora de cine en ciernes y revientapistas adorada por gays de todo el mundo.
Cherilyn Sarkisian nació en Califonia, Estados Unidos, en 1945, en el seno de una familia de origen armenio. A los 16 años se fue a Los Ángeles, donde dos años después se casó con Salvatore Bono, mejor conocido como “Sonny Bono”, con quien tuvo a su hija Chastity, declarada lesbiana.
Con “Sonny Bono” conoció el éxito planetario y el ocaso, a lo largo de 15 años de matrimonio. Luego contraería nupcias con el rockero terminal Greg Allman, con quien procreó a su hijo Elijah, de quien se dijo era adicto a las drogas.
Afincada en Nueva York, Cher se convirtió en personaje habitual de revistas de moda y chismes que se recrearon en su siempre disparatada imagen e intensa vida social. Con un intenso pasado a sus espaldas, Robert Altman explotó en 1982 el potencial mediático e interpretativo de una Cher que aprovechó la oportunidad para asentar una carrera cinematográfica concretada en una veintena de películas. Algunas tan estimables como Hechizo de Luna, por la que ganó el Oscar en 1988, o Sirenas (1990), con la que logró relanzar su carrera musical.
Luego de 40 años de trayectoria, marcados en igual medida por la frivolidad, el talento y la superación personal, el compromiso social y sus satirizadas restauraciones estéticas, la cantante más madura en llegar a lo más alto de las listas americanas, lanzó hace dos años “Living Proof” (Prueba Viviente).
Un disco con el que estrenó una imagen -explosiva disco diva rubia platino- que no se corresponde con la melena negra, las botas de punta, el pantalón negro ceñido, el chaleco de lana con gran escote y la naturalidad con la que habla de sí misma.
Y si con Believe consiguió ventas millonarias, haciendo música de baile. Prueba Viviente siguió la misma línea, con el propósito de arrasar.
en las discotecas.