Reuters
Washington, EU.- La Casa Blanca prometió ayer que mantendrá la presión sobre China para que esa nación revalúe su moneda, luego de que las autoridades estadounidenses no lograran avances en las conversaciones que mantuvieron con los funcionarios chinos en Pekín.
Los manufactureros de Estados Unidos, que sostienen que China distorsiona intencionalmente los mercados y los flujos de comercio para abaratar los bienes chinos en los mercados estadounidenses, amenazaron con presentar una demanda formal que podría llevar a sanciones comerciales.
Los funcionarios del gobierno del presidente George W. Bush dijeron que estaban evaluando cómo proceder.
Bush podría incrementar la presión al plantear el tema de la moneda directamente al presidente chino, Hu Jintao, de acuerdo con fuentes legislativas y empresariales.
Ambos líderes tienen previsto reunirse en el marco de una cumbre económica que se realizará en Tailandia en octubre.
?Continuaremos alentando a las autoridades chinas a que avancen hacia un comercio y flujos de capitales más libres, y hacia un tipo de cambio determinado por el mercado?, dijo a los periodistas el portavoz de la Casa Blanca, Scott McClellan.
En el inicio de la campaña electoral por los comicios de 2004 en Estados Unidos, Bush enfrenta cada vez mayor presión a nivel local para que termine con la pérdida de empleos del sector manufacturero, una industria que es una base política y una fuente de recursos importante para el presidente.
Al mismo tiempo, Bush no quiere un enfrentamiento con China, en momentos en que el país asiático está actuando como un negociador clave en las conversaciones por los planes nucleares de Corea del Norte.
Por su parte, McClellan caracterizó a las conversaciones que mantuvo el secretario del Tesoro estadounidense John Snow en Pekín como ?positivas? y ?un buen primer paso?, incluso a pesar de que China se mostró reacia a las exigencias estadounidenses.
En las conversaciones, China y Estados Unidos acordaron que la moneda china, el yuan, eventualmente debería flotar libremente, pero Pekín se resistió a los llamados para que acelere el proceso, por temor a que empeore el desempleo en el país.