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Científicos estudian posibles funciones del 'ADN basura'

Ginebra, (EFE).- Un equipo de científicos de la división de genética de la Universidad de Ginebra estudia las funciones, todavía desconocidas, del llamado "ADN basura", del que sospechan que podría "regular la expresión de los genes".

Según señalan los investigadores en un trabajo publicado en el número del 3 de octubre de la revista especializada "Science", el calificativo de "basura" dado a esa parte del genoma humano no corresponde seguramente a la realidad.

Los genes son ese casi cinco por ciento del genoma que permite la construcción de las proteínas mientras que el 95 por ciento restante era considerado hasta hace poco mero desecho sin ninguna utilidad.

Los investigadores suizos no son, sin embargo, de esa opinión: si se conservan fragmentos de ADN en especies alejadas unas de otras unos 150 millones de años en el proceso de evolución, se debe a que sirven para algo aunque de momento se ignore su función.

El equipo dirigido por el profesor Styliakos Antonarakis, de la Universidad de Ginebra, se ha especializado en el estudio del cromosoma humano 21, el más pequeño de todos, que ha podido descifrar completamente.

Desde hace algunos años, ese grupo de científicos se dedica a comparar esa parte del código genético con las zonas equivalentes de otras especies, comenzando por el ratón cuyo genoma se ha descifrado también totalmente.

El pasado diciembre, el equipo de Antonarakis reveló en la revista "Naure" la existencia de largas secuencias idénticas en ese roedor y en el hombre.

Dado que no se trata de genes -no sintetizan las proteínas correspondientes- recibieron en inglés el nombre de "Conserved non-genic sequences: CNGS".

"El motivo de las CNGS no es una repetición de letras o de grupos de letras como ocurre en el genoma humano", explica Alexandre Reymond, uno de los autores del estudio en el diario "Le Temps".

Se cree que ocupan un 3 por ciento del genoma, es decir aproximadamente tanto lugar como los genes, pero contrariamente a éstos no constituyen agrupaciones de tres letras correspondientes a aminoácidos".

En su nuevo estudio, los científicos han seleccionado 220 de las más de dos mil CNGS identificadas para compararlas con otras catorce especies de mamíferos: desde el ornitorrinco hasta el mono, pasando por el elefante y al canguro.

La conclusión a que llegaron es que un 90 por ciento de las secuencias están presentes en todos las especies y se conservan según índices que oscilan entre el ochenta y un cien por ciento.

"De una especie a otra, las secuencias CNGS se conservan mejor que los genes, afirma Antonarakis, según el cual la evolución ha permitido pese a todo algunas variaciones".

"Estas no siguen, sin embargo, la misma lógica en las CNGS que en los genes: así, analizando las mutaciones podemos determinar con un 90 por ciento de probabilidades de acertar si se trata de un gen o de una CNGS".

La cuestión es saber cuál es la función de esos enigmáticos fragmentos de ADN. Según Antonarakis es improbable que estén implicados en la estructura de los cromosomas.

"Su secuencia es única. No hay copias de una CNGS en otros cromosomas. Por lo que creemos que tienen una función reguladora en la expresión de los genes", aventura el científico.

En la actualidad se llevan a cabo estudios para determinar lo que ocurre con ratones sometidos a alteraciones genéticas y a los que se les ha extraído una o varias secuencias CNGS.

Dado el alto grado de conservación de esas secuencias, los científicos creen que algunas mutaciones están en el origen de ciertas enfermedades hereditarias.

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