El día de ayer tuvo lugar el cierre de la fase de campañas de los partidos, en el proceso electoral federal que renovará la Cámara de Diputados al Congreso de la Unión. A partir de hoy queda prohibido todo acto de proselitismo o promoción del voto a favor de tal o cual partido político y se abre un breve período de reflexión previo a la emisión del sufragio.
Las campañas dejan un saldo de insatisfacción, porque en el caso se privilegió la guerra sucia entre partidos y candidatos contendientes, sobre las propuestas. Se percibe en el ambiente incapacidad para converger hacia puntos de coincidencia, en aras de una reforma estructural y del poder que requiere el Estado Mexicano y que se ha venido posponiendo por falta de acuerdo entre los protagonistas políticos.
Pese a los elementos negativos que son objeto del comentario que precede, el ejercicio democrático continúa y se gana en una experiencia de la que debemos esperar y seguir exigiendo frutos de corto y largo plazo. Lo anterior a despecho de comentarios pesimistas en extremo que llegan a asegurar que la democracia decepciona a los mexicanos, cuando apenas estamos en la construcción de los cimientos.
Por eso es menester que en estos días previos a los comicios del próximo domingo desechemos la desesperanza estéril que alimenta el círculo vicioso de la apatía, sin que por ello dejemos de mantener los pies en el suelo firme. Por hoy es prioritario vencer el abstencionismo y avocarnos a la realización de unos comicios limpios e incuestionados, cuyos resultados reflejen fielmente la voluntad de la ciudadanía.