Agencias
COCHABAMBA, BOLIVIA.- Con los puños desafiantes y al grito de “el pueblo no se rinde, carajo”, miles de indígenas, trabajadores y estudiantes paralizaron ayer Cochabamba, la tercera ciudad de Bolivia, para exigir la renuncia del que califican como el mayor traidor a la patria, el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada.
“Por supuesto que queremos una salida constitucional y estamos dispuestos a negociar con ‘Goni’”, apodo del mandatario educado en Estados Unidos, dijo Evo Morales, líder opositor que en la última elección estuvo a punto de ganarle la presidencia a Sánchez de Lozada.
“Pero sólo nos sentaremos a negociar después de que renuncie”, agregó mientras era vitoreado por la multitud que lo esperaba para marchar hacia el centro de Cochabamba, enclavada en las faldas de la cordillera de los Andes a unos 250 kilómetros al sudeste de La Paz.
Enardecidos por las acusaciones de subversión lanzadas por el gobierno contra las manifestaciones opositoras que sacuden desde hace un mes al país, con un saldo de 74 muertos y más de 200 heridos, hombres y mujeres de todas las edades e incluso niños se concentraron en el céntrica plaza 14 de Septiembre.
Inicialmente, efectivos de la policía y el ejército que se apostaron desde la mañana en diversos puntos de la ciudad portando armas de fuego y escopetas de gases lacrimógenos, no hicieron caso a los cánticos contra el presidente -como “‘Goni’, te espera el paredón”- ni a los petardos o las hondas que arrojaban o exhibían algunos manifestantes.
Pero cuando los disconformes atacaron con piedras y bombas molotov la sede de la prefectura (gobierno), ubicada frente a la imponente catedral del siglo XVI, alrededor de medio centenar de soldados que estaban dentro del edificio respondieron lanzando gases a quemarropa sin ocasionar víctimas.
Los incidentes continuaron después del mediodía entre los miles de manifestantes que protestaban en las inmediaciones del centro de la ciudad, mientras la policía y el ejército trataba de evitar que llegaran hasta los edificios del gobierno, y en diversos barrios los vecinos bloqueaban las calles con piedras para impedir la circulación de vehículos.
Desarticulan manifestación
Mientras tanto en otras partes del país las protestas se radicalizaron, el ejército boliviano interceptó ayer una caravana de mineros para impedir su llegada a La Paz, produciéndose choques en los que murieron dos obreros.
La operación militar desplegada en el poblado de Patacamaya, a 110 kilómetros al sur de La Paz y en pleno altiplano andino, desembocó en un violento enfrentamiento en el que los mineros provocaron explosiones lanzado cargas de dinamita.
“Acabo de verificar en el hospital la muerte de dos mineros y heridas en otros seis, todos de bala”, dijo a la emisora radial Panamericana el sacerdote Porfirio Ticona, párroco de Patacamaya.
El religioso dijo que centenares de mineros llegaron al poblado en camiones y volquetas, procedentes de Huanuni, la mina de estaño más importante de Bolivia, en el vecino departamento de Oruro, para sumarse a distintas marchas que convergerán el miércoles en La Paz.
La consigna de las movilizaciones es la renuncia del presidente, quien ha dicho que no renunciará a un solo día de su mandato de cinco años, que deberá extenderse hasta el 2007.
El jefe de su gabinete, el canciller Carlos Saavedra, declaró ayer tras reunirse con Sánchez de Lozada: “El gobierno está dispuesto a negociar todo, menos esa exigencia, que es la ruptura a la institucionalidad democrática del país.”
El portavoz de la presidencia, Mauricio Antezana, declaró en La Paz —paralizada y con creciente escasez de alimentos a raíz de una huelga paralela a la protesta: “Lo que hay que hacer es tratar de impedir que vengan a La Paz (...) los mineros de Huanuni venían con enorme cantidad de dinamita, según informes de inteligencia”, afirmó.
“Estamos muy preocupados por esta situación insurreccional (...). hacemos un clamoroso llamamiento a la paz”, añadió.