NUEVA YORK, (Reuters).- Contrario a la opinión popular, los neoyorquinos no anhelan más el poder o el dinero, ni siquiera el sexo fabuloso: desean con vehemencia espacio en su clóset.
Ya sea que vivan en pequeños apartamentos o en una mansión de la famosa Quinta Avenida, los habitantes de la ciudad ansían tener más armarios empotrados. Y los clósets se han convertido en un símbolo de estatus, de la misma manera que un automóvil llamativo pudiera ser en los suburbios.
"Es una cosa de la que se habla mucho. Uno no puede subestimar la importancia de un clóset", dijo Andrew Gerringer, director administrativo de la agencia de bienes raíces Douglas Elliman.
Algunas personas se jactan por sus clósets; otras saben que la envidia por un clóset es una emoción palpable en Nueva York.
"Si yo le dijera cuánto espacio de clóset tengo, usted se moriría", dijo Alan Hilfer, director en capacitación psicológica del Maimonides Medical Center de Brooklyn. Bajando el tono de su voz hasta un nivel de susurro, expresó: "Tengo más espacio en el clóset del que puedo llenar".
Cuando las personas visitan su apartamento de Manhattan, dijo, "se les hace agua la boca y se ponen celosos. Y yo pretendo como que los los clósets no existen".
La neoyorquina Daria Winter escogió recientemente un apartamento con clósets y con vista a una pared de ladrillos que está sobre otro apartamento con menos clósets y una buena vista.
Aún así, convirtió el segundo dormitorio en un clóset gigante para su extensa colección de ropa y zapatos.
"Las mujeres son celosas (...) y todos los chicos se ríen de mí. Entonces, ellos me culpan de causar que sus esposas y novias decidieran convertir sus cuartos de trabajo en un clóset", dijo Winter.