(Segunda parte)
¿Podemos comer golosinas?
¡Por supuesto que podemos!, y además debemos. Son ricas, nos gustan, son divertidas. Lo importante es aprender a comer golosinas; es decir, distinguir las golosinas “amigas los de los dientes” de las “no amigas”.
Cuando comemos una golosina ésta produce la acidez de la saliva, significa que las defensas naturales que están en la boca disminuyen y entonces las bacterias se “energizan” y producen una cantidad de destrucción muy grande en los siguientes veinte minutos, que es el tiempo que tarda la saliva en interceptar esa acidificación tan grande y volver a la neutralidad. Si en ese tiempo nos comemos otro masticable, otra vez hay un descenso gigantesco de la acidez y otra vez una activación grande de la saliva y así sucesivamente. Sin darse cuenta en dos o tres horas tenemos una acidez capaz de producir una caries que en dos o tres meses se rompa una muela.
Distinguimos a las golosinas amigas de las no amigas por las características de las mismas.
Características no convenientes son: que son pegajosas, que permanezcan mucho tiempo en la boca, por ejemplo los caramelos masticables, goma de mascar, etc.
Las golosinas amigas son todas las que tienen grasas o aceites, por ejemplo, cacahuates, nueces, chocolates, palomitas de maíz sin azúcar, frutas, etc.
Éstas son algunas pautas que nos ayudarán a formar un criterio sobre cómo ingerir golosinas; sin olvidarse de que el cepillado diario, los buenos hábitos y el control profesional harán de que vivamos con una mejor salud bucal.
“Chupa dedo” y otros hábitos orales
La succión digital o “chupa dedo” y otros hábitos orales como de labio, lengua o mordedura de las mejillas se presentan durante la infancia temprana. Si estos hábitos continúan, pueden afectar severamente la mordida del niño, así como también el desarrollo de los labios y de la cara. Debe usted consultar a su odontopediatra para eliminar estos hábitos.
Salud bucal para todos
La salud de nuestra boca requiere un cuidado diario y un poco diferente al de otras regiones de nuestro cuerpo.
En la cavidad bucal se instalan enfermedades que viven con nosotros y no duelen.
Así, nos encontramos con la caries, que tiene una evolución larga, lo que significa que puede estar con nosotros durante años y no la sentimos. Otra, es la enfermedad periodontal, conocida habitualmente con el nombre de sarro o gingivitis (encías rojas y sangrantes); y cuando produce movilidad de los dientes piorrea o periodontitis (involucra la reabsorción del hueso), no duele, pero es muy peligrosa. Según la Organización Mundial de la Salud, la padece el cien por ciento de la población mundial en algún momento de su vida.
Por último, no podemos dejar de lado la falta de piezas dentales, que también es una enfermedad, ya que la boca no funciona como debe y allí empiezan los problemas en las articulaciones temporo-mandibulares, en el aparato digestivo, en la fonación, en la estética y en la seguridad del niño.
Por todo esto no debemos abandonar el cuidado de la salud bucal, que si bien depende de cada uno de nosotros, también es cierto la necesidad del control odontológico, ya sea como prevención y si fuera necesario el tratamiento de alguna eventual enfermedad.
Boca sana, vida sana. Salud bucal para todos.