P A S Ó A U N L A D O
Finalmente no resistió la presión que implica saberse vigilado, asediado y decidió anunciar su retiro del arbitraje mexicano; en una conferencia de prensa a la que sólo asistieron la familia, el abogado y su confidente Rafael Herrera, con quien conversó largamente en las cintas grabadas mediante la intervención de su teléfono, Felipe Ramos Rizo se fue de las canchas.
O más bien confirmó lo que ya era un hecho, pues desde la temporada anterior no tenía una sola designación para dirigir en algún partido y justo cuando se iba a cumplir el castigo impuesto por la Comisión de Árbitros, la publicidad otorgada a sus conversaciones le aprieta el cuello y prefiere tomar el camino que conduce al letrero de "salida".
En mi opinión, Felipe se la ha pasado equivocando los tiempos, desfasando su actuar y llegando al punto en que, aquel que lo ha querido reventar, lo ha logrado.
Primero su pleito con Edgardo Codesal, el cual no se hubiera producido de haber continuado el doctor en sus puestos internacionales. Al considerar Ramos la pérdida de fuerza en FIFA de su otrora amigo y protector, decide que es buen momento para voltear la espalda e incluso retarlo, ya que no seguirá siendo de utilidad en su pretensión de asistir a otra Copa del Mundo.
Después se tarda en intentar aclarar paradas con el hábil galeno, pues desde la final de ida en la Sultana del Norte, entre Monterrey y Monarcas, éste no le dirigía la palabra.
Posteriormente sale a ofrecer públicas disculpas a la Comisión de Árbitros por supuestos insultos y groseras descalificaciones, aunque días antes afirmó jamás haberlas proferido, entonces, disculpas ¿de qué? No entendí.
Una vez sancionado por la Comisión, afirma que "lavará su nombre", el cual ha quedado percudido cuando se habla a la ligera, ciertamente, de partidos arreglados, de un complot para tirar del pedestal a Edgardo Codesal y de ofensas a todo el cuerpo arbitral y su dirigencia, esto último probado con un medio obtenido en forma ilegal.
Ahora, aparentemente amenazado con detalles explícitos, incluso de su vida personal y que aparecen en las grabaciones, Ramos da un paso a un lado; se va, dice, sin rencores y pensando que nadie ganó en este problema pero creo que se equivoca.
Hay un ganador y es aquel que sentenció que le cortaría la cabeza. Si es o no culpable de los ilícitos que ya se investigan, es labor judicial, pero hubo una persona que se valió de ellos para desprestigiar al silbante, y ese personaje también debe hacerse definitivamente a un lado, atendiendo a un principio de equidad y a fin de otorgar tranquilidad al gremio.
Pero también hay perdedores. Pierde el futbol, pues este lodazal en nada colabora a su transparencia; pierde el arbitraje pues a la grave ausencia de talento se suma una crisis de credibilidad, pero fundamentalmente pierde Felipe, quien renuncia no sólo al silbato sino a la posibilidad real de efectivamente limpiar su nombre.
Por otro lado, existe en el medio futbolístico la duda de quién esta mandando realmente en el arbitraje nacional. La gente se pregunta si efectivamente Arturo Yamazaki lleva las riendas o es simplemente el gatillero a sueldo que ejecuta las políticas dictadas por su antecesor. Llegan al extremo los malpensados que dicen saber que Codesal tiene una licencia con goce de sueldo y que próximamente se convertirá en asesor de Alberto de la Torre, presidente de la Femexfut.
En la reunión de presidentes, Javier Pérez-Teuffer, directivo americanista, propone que lo que resta de la temporada las designaciones de los silbantes sean efectuadas por sorteo, lo que me parece adecuado, toda vez que se trata de demostrar que no hay mano negra en la asignación de los árbitros.
Finalmente, dos noticias, como siempre una buena y una mala. La buena: Alguien metió en cintura a Cuauhtémoc Blanco. La mala: Lo hizo en forma injusta, antirreglamentaria, prepotente y vengativa. Ese alguien se llama Marco Antonio Rodríguez.