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Columna de Arturo Brizio

P R O P I E T A R I O S

El próximo año iniciará el Torneo Clausura 2004 en nuestro país y como lo he dicho anteriormente, hasta para copiar hay que saber, pues los federativos se "fusilaron" la denominación de la liga argentina ignorantes de que las estaciones en Sudamérica cambian diametralmente de las nuestras. Es decir, si aquí es verano allá es invierno y así tenemos la clausura a principio de año.

Habrá novedades, casi júrelo, porque nuestros dirigentes no conocen la palabra planeación ni las metas a largo plazo; basta que algo no funcione a su capricho para que inmediatamente vengan los ceses, cambios y contrataciones nuevas, creyendo que es a golpe de chequera como se consiguen los campeonatos.

Será ese, el llamado futbol de estufa, el que acapare los titulares en los próximos días por lo que habrá que estar muy atentos, sin embargo, llama la atención que dos sociedades incursionarán por primera vez como dueños en la Primera División Nacional.

El primer caso corresponde a la franquicia de Jaguares de Chiapas, el cuadro del sureste era hasta hace unos días propiedad del Grupo Pegaso, encabezado por Alejandro Burillo Azcárraga.

Todos saben del amor del "guero" por el futbol pero también del poder que otorga tener más de un equipo en el máximo circuito en cuestión de votos, sólo que parece que al magnate se le acabó la paciencia para perder dinero.

Chiapas es un estado maravilloso, hospitalario, pujante y ansioso de novedades y en materia deportiva, Jaguares vino a llenar un hueco grande. El apoyo del Gobierno del Estado así como el concurso de patrocinadores locales hicieron pensar que tarde o temprano el equipo será de propietarios chiapanecos al cien por ciento.

Un grupo de jóvenes empresarios encabezados por Antonio Leonardo, adquirió el equipo y su meta inmediata será alejarlo del descenso. Les deseamos suerte.

El otro caso es el del empresario Carlos Ahumada, propietario del León de la Primera "A", quién compró al Santos de la Comarca Lagunera.

Este hombre adquirió fama en las revistas del corazón al vinculársele sentimentalmente con Rosario Robles Berlanga, destacada política perredista y también en los chismes de corredor, donde se dice que amasó una fortuna por los jugosos contratos obtenidos al amparo de su influyente novia.

El hecho es que se convierte en propietario, junto a un grupo de importantes hombres de negocios, de una de las mejores franquicias del futbol mexicano y ésto lo obliga a tener éxito.

Muchos han sido los casos en que personas exitosas en la industria o el comercio fracasan rotundamente cuando se les ocurre incursionar en el campo del futbol; esperamos que estos casos sean la excepción.

Por cierto, la Federación Mexicana de Futbol sigue siendo omisa en cuanto a la reglamentación para comprar un club de Primera División. Esto debe comprender una exhaustiva investigación para dejar claro no sólo la capacidad económica de los nuevos propietarios, sino su solvencia moral.

No estoy poniendo en duda la reputación de los nuevos adquirientes sino llamando la atención para que se eviten casos tan penosos como el de Colibríes, la extraña venta de La Piedad y los propietarios surgidos de la noche a la mañana como el Querétaro e Irapuato.

Urgen reglas claras que alejen a personas deshonestas de un negocio que requiere credibilidad.

Por lo pronto, a los recién llegados, ¡Bienvenidos a la Liga!.

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