Algunos en taxi, otros en camionetas y vehículos, unos más organizados en microbuses rentados, nadie se quiso perder la posibilidad de salir de la rutina y trasladarse a algún lugar tradicional de paseo al aire libre o a algún balneario. Son las vacaciones de los que no pudieron salir a las playas o simplemente no tuvieron con qué.
Fue así como, aprovechando la coyuntura de los días de asueto y de la convivencia familiar, miles de duranguenses aprovecharon los días santos para distraerse en los balnearios, los cuales no tuvieron tarifas de promoción y en algunos casos les cobraron medio boleto hasta a los niños de 2 años.
Entre 20 pesos para niños y 40 pesos para adultos es el precio estándar en los centros de diversión con albercas, palapas y sombras, tales como La Joya, ubicado en el Mezquital; La Villa, en el municipio de Nombre de Dios, o Balneario San Juan, en el libramiento entre las carreteras que conducen a la Ciudad de México y Torreón, Coahuila.
Sin embargo, el precio del viaje a un balneario, como el que hizo la familia Álvarez que se compone de 7 integrantes: los padres y cinco hijos, a pesar de procurar la austeridad rebasó fácilmente los 650 pesos.
El señor Ignacio Álvarez explica, mientras está cuidando en el chapoteadero a su hija Blanca: “Échale tú que sean 100 pesos de gasolina por ida y vuelta aquí al San Juan, tomando en cuenta que pedí la camioneta van a mi hermano, porque está más grande pero es más gastona. Nada más ahí cuánto es.
“De las entradas gasté 200 por los grandes, que fueron los tres más grandes de mis hijos, mi esposa y yo, y otros 40 pesos por los dos más chavos. Ya van 340 pesos. Súmale que la renta de un asador en 20 pesos; unos 300 pesos por la comida, refrescos y botana, y no falta que los más niños se aferren a que les compre otras cosas o que yo me compre unas cervezas... o sea, que se ve cerca este balneario y parece que no se gasta, pero aquí se te va media quincena en un día”.
Aun a pesar de lo costoso que resulta salir de paseo a cualquier lado, ya sea a un establecimiento o al aire libre, los duranguenses salieron, se divirtieron, gastaron y abarrotaron todos los lugares conocidos como tradicionales paseos.
Ya regresando a la vida diaria vendrán los ajustes al presupuesto familiar y el enfrentarse a la realidad: la deficitaria situación económica y los interminables gastos.