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Con corazón de niño

Rocío Rodríguez

Raúl Blázquez Jaubert cuenta con una hermosa y extensa colección de muñecos navideños.

EL SIGLO DE TORREÓN

Para Raúl la infancia tuvo que terminar hace una década. Hoy, a sus 34 años de edad, los juguetes y artículos infantiles pasaron a segundo término, este chico con capacidades diferentes recuerda esa bella época a través de su colección de muñecos y figuras navideñas, algunos de ellos adquiridos con el esfuerzo de su trabajo.

Son alrededor de 45 muñecos y representaciones navideñas los que decoran cada uno de los rincones favoritos de Raúl Eduardo Blázquez Jaubert, en la sala de su hogar, donde los exhibe y contempla sin problema alguno, pero con ciertas restricciones para los visitantes.

Un bello nacimiento, varios Santa Closs, angelitos y muñecos infantiles, como es el caso de Goofy, Pinocho y Mickey Mouse, forman su pequeña y querida muestra que sacó de sus cajas después del 20 de noviembre para limpiarlos y asignarles una acertada ubicación en la sala.

Su primer muñeco, por cierto el consentido, es Goofy, que compró con el dinero de su primer sueldo cuando trabajaba en una tienda de video juegos ubicada en conocido establecimiento comercial de bulevar Independencia. Ahí laboró por espacio de cuatro años ocupando el cargo de agente de seguridad.

Un chico sociable, responsable y con muchas aspiraciones es la personalidad que reina en él, quien un día al pasar por una agencia de autos acompañado de su papá le dijo: “Ese coche me gusta, cuántos sobres de mi sueldo necesito juntar para comprármelo”. El señor le contestó: “Hijo miles y miles de sobres”. Él le respondió “¡En serio papá! Si me lo llego a comprar, entonces sí aprendo a manejar”.

El dejar de ser niño para convertirse en adulto no ha sido causa de desaliento para Raúl en esta época de Navidad, antes eran juguetes, ahora es la oportunidad de acrecentar su colección, desde pequeño tuvo esta afición pero lo hacía guardando loncheras, camisetas de equipos de futbol y películas.

Después del seis de enero, él guardará su colección en su recámara, donde resguardará sus muñecos y piezas navideñas con mucho amor y cuidado hasta que se llegue la próxima Navidad.

Una capacidad sin límites

Raúl es un joven con estudios de High School que realizó en una escuela de educación especial en Estados Unidos, sabe hablar el idioma inglés, actualmente lo ha olvidado un poco porque no lo practica, pero sostiene una conversación.

Para él, haber dejado de trabajar significó una pérdida importante en su vida productiva que definió así “estaba muy feliz en mi trabajo de video juegos, me gustaba lo que hacía, cuidar que las personas no golpearan las máquinas y no sacaran dinero de éstas”.

Ganar dinero en base a su esfuerzo y dedicación le dio grandes satisfacciones, se sentía importante, con su sueldo tuvo la oportunidad de comprar el Goofy –su consentido-, una televisión, video casetera, grabadora, es más hasta contrató los servicios de una empresa de cable, “soy el único en casa que tengo el aparatito (adaptador)” comentó sonriendo nuestro entrevistado.

Recientemente, este carismático joven acudió acompañado de su mamá Norma I. de Blázquez, a conocida plaza comercial ubicada en la colonia Navarro a solicitar trabajo, como toda persona llevó su solicitud, pero con la diferencia que él pidió una entrevista con el propietario de ese lugar quien amablemente lo recibió solicitándole un puesto de demostrador de ropa deportiva, en caso de no poderse, entonces en juguetería.

La respuesta que recibió del empresario es que después le llamaban porque tal vez en diciembre se solicitarían eventuales; dentro de ese centro, visitó un negocio de video juegos y entregó su solicitud; también a otro de los lugares al que acudió pero fuera de ahí, es a un boliche de reciente creación, tristemente en ninguna de estas tres partes hubo respuesta a sus anhelos.

Poder trabajar en el boliche, es su mayor deseo ya que además de ser su deporte favorito lo domina a la perfección, ha participado en varios torneos y obtenido medallas de primeros lugares, el grupo en el que participa lo integran personas con capacidades diferentes que se reúnen todos los viernes por la tarde, en el Bol Nazas.

Un bonito sabor de la vida tiene Raúl Eduardo Blázquez Jaubert, sus limitaciones físicas no le impiden ser un muchacho como cualquiera, tiene aspiraciones y sobre todo la necesidad de ser útil para él mismo y sus semejantes, es un gran ejemplo de reflexión ¿no cree usted?

En busca de oportunidades

Al nacer, Raúl no recibió en su cerebro el oxígeno necesario, lo que le provocó una disfunción cerebral mínima, pero ello no quiere decir que él y los otros jóvenes con capacidades diferentes estén imposibilitados para desempeñar una actividad. Tal vez no lo hagan con habilidad, pero sí con mucha disciplina y voluntad, expresó su mamá, Norma Isabel Jaubert de Blázquez.

“Ojalá que los empresarios laguneros probaran la capacidad de estas personas así como lo hizo Alejandro Teele, quien creyó en mi hijo dándole un empleo en un negocio de video juegos. Esta acción le subió la autoestima, se sintió importante al ganar su propio dinero. Sentimos que aún falta mucha cultura en nuestra sociedad para aceptar que las personas especiales pueden hacerla en el ámbito laboral, hasta mejor que muchos de nosotros”, destacó.

LA MUESTRA

La sala de Raúl parece un paraíso navideño gracias a su colección formada por:

*Santa Clauses.

*Pastores.

*Ángeles.

*Muñecos de Walt Disney navideños como: Goofy, Pinocho, Micky Moouse, ET, Greench, tren, osos y otros muñecos más.

FUENTE: Investigación de El Siglo de Torreón

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