El Horario de Verano se aplica en 74 países del mundo y México forma parte ya de ellos desde 1996; su aplicación mantiene cada año diferencia de opiniones de distintos sectores, tanto por el supuesto ahorro de energía eléctrica, así como en los factores físicos y biológicos que aparentemente afectan a la salud.
Una evaluación del Instituto de Investigaciones Eléctricas determinó que se ahorraron mil 118 GWh, que se equiparan al consumo anual de Tlaxcala o el de Colima, además de 900 MW en demanda evitada, es decir, inversiones por más de 9 mil millones de pesos que no se realizaron para la generación de energía. Como ejemplo, 655 MW equivalen a una unidad de la Central Nucleoeléctrica de Laguna Verde.
Las repercusiones que tienen este ahorro es que se dejaron de quemar dos millones de barriles de petróleo, que se destinan a las plantas termoeléctricas; también se evitaron emisiones contaminantes.
Durante las horas pico que se consideran de 7 y 10 de la noche, más de 21 millones de hogares dejan de consumir electricidad. En estos horarios, sin Horario de Verano, es mucho más costoso producir electricidad.
El horario sólo significa apenas la cuarta parte de lo que en total se ahorra por la suma de esfuerzos de los sectores. Ya existen Normas Oficiales Mexicanas (NOM), por ejemplo, de eficiencia energética que en forma agregada ahorran el doble que el Horario de Verano y su aplicación es obligatoria para miles de productos que se fabrican en México, principalmente electrodomésticos.
El cambio de horario en México facilita las relaciones comerciales con muchos países que también cuentan con un Horario de Verano. Más del 80 por ciento de las exportaciones que realiza México se hacen a Estados Unidos, país que mantiene un Horario de Verano, excepto en el estado de Arizona, igual que en México con Sonora, que mantienen una simbiosis económica y social similar. También están en el Horario de Verano Canadá y Europa, países que consideran que en el mundo industrializado es importante mantener ahorros de energía para gastar menos.
Muchos de los países americanos, europeos y asiáticos mantienen Horarios de Verano, algunos difieren en fechas de aplicación, pero es una medida globalizada que está operando en el mundo.
De acuerdo al Instituto Nacional de Neurología y Neurocirugía, lo más adecuado para la salud y el buen rendimiento neurológico del ser humano es ajustar de la mejor manera las actividades más importantes al ciclo natural de luz/oscuridad. De este modo el cambio “beneficia al organismo y lo adapta a los ritmos naturales al aprovechar al máximo los tiempos de luz solar diaria”.
Se estima que un organismo normal se adapta en un término de 72 horas a un nuevo horario, y sólo en casos de sensibilidad extrema el cuerpo podría acostumbrarse en una semana a lo máximo.