El secretario de la Contraloría, Francisco Barrio, está viviendo sus últimos días en ese cargo que ha ocupado desde el inicio de la actual administración federal, pues al finalizar esta semana dejará ese puesto para contender por una diputación plurinominal que seguramente conseguirá, pues se sabe que será incluido en los primeros lugares de las listas de una de las cinco circunscripciones, con la finalidad de asegurar su llegada a la Cámara de Diputados.
El ex gobernador de Chihuahua, deja el cargo con más pena que gloria, o mejor dicho, sin ninguna gloria, pues durante el tiempo que se desempeñó como Contralor no logró fincar ninguna responsabilidad sólida, ni mucho menos meter en la cárcel a persona alguna de las que él mismo llegó a calificar como “peces gordos”. Porque dado lo endeble de las acusaciones que el personal a su cargo formuló, todos los presuntos responsables, por una razón o por otra, siguen en la calle.
No obstante los nulos resultados que arrojó su gestión en la Secodam, Francisco Barrio tuvo el atrevimiento de hacer nuevas denuncias públicas sobre cinco casos de corrupción que, según él, se detectaron en Pemex, el ISSSTE y el IMSS. En el primer caso, al través de contrataciones irregulares o ilícitas; y en los segundos, por tráfico de órganos. Pero al mismo tiempo afirmó, que es difícil sancionar a los responsables de este tipo de delitos, por lo deficiente del sistema legal.
Hasta en el último momento, olvidó el Contralor, que en nuestro país impera un sistema de derecho, en el que no basta con que la autoridad afirme que se ha cometido un delito, sino que tiene ésta que aportar pruebas y justificar que determinadas conductas se ajustan a las hipótesis normativas penales, lo que en realidad nunca hizo Barrio, sino que siempre se dedicó a filtrar información tendenciosa, con el ánimo de causar descrédito y tratar de aprovechar los casos con fines eminentemente políticos y electorales.