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Concluye centésima gira internacional de Juan Pablo II

09 junio 2003

Roma, (EFE) - El papa Juan Pablo II regresó hoy a Roma desde la ciudad adriática croata de Zadar, dando por concluido su viaje internacional número cien y el tercero que ha efectuado a Croacia.

El avión en el que viajó el Pontífice, un Airbus 319 de la Croatia Airlines, aterrizó en el aeropuerto romano de Ciampino, en el sur de Roma, a las 14.33 horas local (12.33 GMT), tras recorrer los 420 kilómetros que separan las dos ciudades.

En Ciampino subió a un automóvil que le trasladó al Vaticano, donde descansará, con la mirada puesta en el viaje que realizará el próximo día 22 de junio a Bosnia-Herzegovina.

En la ciudad de Banja Luka, en la zona serbia de Bosnia, beatificará al laico nacido en Croacia Ivan Merz.

Llamados a reconciliación y defensa familiar, marcaron el viaje

Los llamados a la reconciliación entre los pueblos de los Balcanes, la defensa de la familia tradicional y las alabanzas a las mujeres marcaron el tercer viaje del Papa a Croacia, el número cien de su Pontificado, en el que el fuerte calor puso a prueba su salud.

En este viaje visitó Rijeka, Dubrovnik y Zadar, ciudades de la costa adriática, y Osijek y Djakovo en la región de Eslavonia, la más afectada por la guerra entre croatas y serbios de hace diez años.

En Osijek y ante más de 100.000 personas el anciano Papa hizo un fuerte llamamiento a la reconciliación entre todos los pueblos balcánicos.

"Tras los tiempos duros de la guerra, que ha dejado en los habitantes de esta región heridas profundas que todavía no se han cicatrizado totalmente, el compromiso para la reconciliación, la solidaridad y la justicia social exigen el coraje de individuos animados por la fe y abiertos al amor fraternal", dijo el Papa.

Sus palabras resonaron en la cercana Vukovar, destruida durante la guerra de 1991 y símbolo de esos años de confrontación entre croatas y serbios.

Para recordar la tragedia de Vukovar, en el altar donde ofició misa fue colocado un crucifijo mutilado (al Cristo le falta una mano y una pierna) durante la guerra, para testimoniar el sufrimiento y también la esperanza, la reconciliación y vida.

La guerra entre croatas y serbios causó 18.000 muertos, 30.000 heridos y 16.000 inválidos. También medio millón de refugiados.

En Dubrovnik beatificó a la monja Marija Petkoviv (1892-1966) y resaltó las cualidades de las mujeres al afirmar que éstas son "indispensables" en la familia, en la sociedad y en la comunidad eclesial.

Juan Pablo II denunció que la vida moderna lleva a la ofuscación e incluso a la pérdida de los valores humanos y que por ello se necesitan más que nunca las cualidades de las mujeres, capaces -dijo- de asegurar la sensibilidad en cualquier circunstancias.

Volvió a clamar por la justicia, la libertad y el bien común, opinó que la libertad no se vende ni por todo el oro del mundo y animó a las personas a olvidarse de sus intereses privados y preocuparse por los de los demás.

En Rijeka y también ante más de 100.000 personas exigió que se preste una atención privilegiada a las familias basadas en el matrimonio entre un hombre y una mujer y que se les ayude en asuntos tan de vital importancia como es la vivienda y el drama del paro.

El Pontífice señaló que ayudando a la familia se contribuye a solucionar otros graves problemas como la asistencia a los enfermos y ancianos y se pone freno al aumento de la criminalidad y a caer en la droga.

Juan Pablo II volvió a oponerse al matrimonio entre homosexuales y a las parejas de hecho y recordó que el proyecto de Dios sobre la familia es el de una comunidad de vida "basada en la unión estable y fiel entre un hombre y una mujer, ligados por un vínculo públicamente manifestado y reconocido".

El fuerte calor, con temperaturas superiores a los 38 grados, puso "a prueba" a Juan Pablo II, pero el Pontífice lo superó con creces. Aunque en algunos momentos se le vio padecerlo, su salud resistió y siempre tuvo la voz fuerte.

Juan Pablo II viajó a Croacia, según precisó el portavoz vaticano, Joaquín Navarro Valls, para animar a sus gentes -en su inmensa mayoría católicas- a superar la crisis que padecen y a confirmarles en la fe, después de tantos años de persecución religiosa (en referencia a la época comunista).

El Pontífice se reunió con el presidente de la República, Stiepan Mesic, y con el primer ministro, Ivica Racan, a quienes expresó su apoyo a la entrada de Croacia en la Unión Europea, una de las grandes aspiraciones de este país que atraviesa una grave crisis económica, con su principal fuente de ingresos que es el turismo de capa caída y con un desempleo que afecta al 25 por ciento de la población.

El Vaticano fue el primer estado que reconoció en 1992 la independencia de Croacia,

El apresurado reconocimiento y la presión que ejerció para que lo reconocieran otros estados provocó que Serbia llegara a acusar a la Santa Sede de haber sido sino la causante, por lo menos "parte interesada" en la guerra que estalló en aquella época.

Las relaciones con la Iglesia ortodoxa serbia alcanzaron el nivel más bajo desde el comienzo del ecumenismo. Aunque lentamente, ahora se están recuperando y prueba de ello es que el patriarca Pavle envió a la misa que el Papa celebró en Osijek a su arzobispo Jovan.

No obstante, Pavle sigue sin reunirse con Juan Pablo II, en la misma línea que el patriarca ortodoxo de Moscú, Alejo II.

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