Por Cecilia Aguilera Acuña
El Siglo de Torreón
TORREON, COAH. Cuando se percató de que no era un sueño sino la realidad, luego de despertar abruptamente bañado en sangre y atrapado entre láminas, la escena dramática que se presentó ante sus ojos, dejará una huella imborrable en su vida, pues José Ramiro López Gómez, sobreviviente del accidente que tuvo lugar el pasado miércoles por la madrugada, perdió a su abuelita
Según las fuentes correspondientes, once de los pasajeros –24 en total- perecieron en el fatal accidente cuando un autobús de la línea de los Blancos se impactó contra un trailer cargado de harina de maíz. Los sobrevivientes se recuperan en los diversos centros de salud, tanto de San Pedro como de esta ciudad.
Sentado en una silla del Club de Leones de esta ciudad, recuperándose aún del “susto” y tratando de “encontrar la resignación por la pérdida de Manuela Esquivel Zavala, su abuelita”, Ramiro López Gómez de 23 años de edad, al igual que otros tres de los sobrevivientes –Andrés Ramírez García de 21 años, Pablo de Jesús García de 20 años y Melquíades Navarro de 23 años, quienes también permitieron ser entrevistados por El Siglo de Torreón- recibe atención médica en este lugar. Todos coinciden en una constante que determina la causa del terrible accidente: la excesiva velocidad.
“Luego de pasar ocho días en Chicago donde mis tíos celebraron con mi abuelita el Día de las Madres, llegamos el martes como a las 10 de la noche a la Central de Camiones en Monterrey”, cabizbajo, comentó.
Luego incorporó su cabeza para mirar con ojos de tristeza a su mamá, Elda Gómez Sánchez, quien en ese momento lo acompañaba.
“La salida para San Pedro era a las 11:30, pero el camión llegó atrasado y fue hasta después de las 12:00 cuando hizo su arribo a la central...”.
López Gómez consideró que el chofer mostraba “sumo enojo”, pues cuando procedieron a registrar las maletas solicitó exhaltado, “rápido, rápido que ando retrasado”.
Enfrentarse a los recuerdos de aquél fatal día, para éste y los otros sobrevivientes, no fue y ni será fácil. Las lágrimas aparecieron cuando Ramiro dejó saber que al despertar por los gritos y los lamentos, “la mayoría de señoras fatalmente heridas”, creyó en un principio que se trataba de una pesadilla.
“Veníamos muy cansados, como mi abuelita y yo, regresábamos de un largo viaje de Chicago –dos días de camino-, yo lo que quería era dormir, y así lo hice, y desperté en Paila. Pero al continuar el trayecto, nuevamente me dormí, y luego... desperté bajo aquellos escombros de lámina...”.
Su cuerpo presentó heridas en sus dos extremidades causadas por las láminas desprendidas del autobús, en su cabeza aparece una herida profunda, que fue atendida de inmediato, pues estaba perdiendo mucha sangre.
“Empecé a entenderlo todo, luego que sentí un dolor profundo en mi cabeza... recordé y volteé desesperado por todas partes y al ver aquella escena de llanto, inicié a recordar... y luego grite... mi abuelita, mi abuelita...”.
La hoy occisa, fue sepultada el jueves pasado por la tarde, “no le queríamos decir”, dijo entre lágrimas la madre de Ramiro, “pero tiene que ser fuerte, a él le queda su esposa y su niño de tres años... sólo Dios sabe por qué permite estas cosas...”.
Volví a nacer........
Es lo que ahora piensa Andrés Ramírez García quien también fue protagonista de esta “fatal aventura”.
Con una pierna que presenta tres fracturas, un diente roto y su nariz quebrada, el conocido estilista sanpetrino, comenta: “tenemos que aprender a vivir, tenemos que ser mejores...., volví a nacer”.
Reposando en una cama de hospital en compañía de sus hermanas Alicia y Laura Ramírez García, el estilista dijo que en Saltillo abordó el autobús y que un chofer “cansado y notablemente molesto porque iba tarde”, condujo el camión hasta el lugar donde se presentó el accidente.
“Lamentablemente casi todos veníamos dormidos, por ello yo no puedo precisar más; pero lo que sí es que nunca hubo cambio de chofer, lo que debió ser, pues éste ya se le notaba muy cansado”, dijo casi en un murmullo.
Andrés Ramírez García tenía programada una operación para ayer en punto de la una de la tarde, “solamente que verán si puedo ser intervenido, pues tengo la pierna toda quemada”.
Y es que relata que cuando despertó, luego del impacto, estaba atrapado por los asientos desprendidos, “luego salté el motor, pues yo venía al final”, hizo una pausa para recordar y añadió, “lo brinqué y caminé, lo que no me explicó, cómo es que pude hacerlo teniendo cuatro fracturas en mi pierna...”, comentó extrañado.
Lo despertó el llanto de una niña.
Procedente de Estados Unidos, -Kentucky-, con destino a Mazatlán, Pablo de Jesús García vivió el momento más horrible de su vida.
“No recuerdo nada, sólo que no me pareció la velocidad en la que conducía el chofer, “pensé, ese tipo está loco”, precisó.
Con un rostro amoratado y con golpes en todo el cuerpo, Pablo de Jesús dice que se salvó gracias a que venía en los asientos de atrás, “si no, no estaría aquí para contarlo”.
“Yo creo que me desmayé, pero a lo lejos y cada vez más cerca, escuchaba las voces de una niñita..., no sabía de que se trataba, pero cuando esos llantos estuvieron más cerca, viré y vi que era una niña como de cuatro años que lloraba pidiendo a su mamá, me dí cuenta de la realidad y lo único que hice fue tomarla entre mis brazos...”, no pudo contener el llanto y más tarde, logró decir “fue algo terrible...”.
La niña permanece internadas, pero en el percance, murió la mamá de la pequeña, “aquí está el pobre señor, cuidándola, muy triste se le ve...”.
Su esposa murió, estaba embarazada.
Rocío Vargas Gómez de 19 años de edad quien murió en el accidente dejando a un bebé de meses de nacido, era el nombre de la esposa de Melquíades Navarro, comerciante de quesos.
“Por qué, es lo que me pregunto... ¿qué no hay respuesta?, exclamó lloroso y bajando entristecido su cabeza, dijo, “mis suegros han venido a apoyarme, ellos también sufren, pues mi esposa además estaba embarazada...”.
Con profundo dolor y dejando correr sus lágrimas, Melquíades añadió que notó al chofer enojado, “yo le hablaba y no me hacía caso”, lo anterior cuando éste lo cuestionó sobre el lugar más propicio para colocar unas bolsas.
“Mi mamá también viajaba con nosotros, ella me dijo que ya no le preguntara y que dejara las cosas bajo los asientos”, luego vino un profundo silencio y agregó, “mi mamá no sabe que mi esposa murió... no todavía, ella también está mal”, advirtió.
“Será muy duro para todos, para mi bebé... quien nunca más verá a su madre....”.
Futuro incierto
A unos días del accidente, quienes aún no se recuperan del trauma y de las heridas causadas por el accidente, se cuestionan sobre lo que pasará con ellos y su familia, pues hasta el momento la compañía de seguros de la empresa de autobuses de los Blancos, no ha indemnizado tanto a los deudos de los muertos en el accidente ni a los sobrevivientes. "Solamente vino gente de la aseguradora el pasasdo miércoles, para levantar datos, pero hasta ahora, es tiempo que no les vemos la cara nuevamente", añadieron Alicia y Laura Ramírez García, hermanas de Andrés Ramírez García.