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Cónicas de guerra

Por Alfonso Luquín Calvo

La pregunta que ha campeado por doquier en los últimos días es la siguiente: ¿Debe el gobierno mexicano apoyar los intentos bélicos de los norteamericanos en contra de Iraq?. La cuestión en realidad, debe plantearse en los términos de si debe o no el gobierno del señor Fox votar a favor de la resolución de las Naciones Unidas que propondrá el gobierno del psicópata Bush, o si sostendrá su tradición de resolver los conflictos por la vía pacífica, posición que por lo demás es la del propio organismo multinacional, ya que para ello fue creado.

El asunto se reduce a la decisión de los gobiernos porque los respectivos pueblos, por decirlo así, es decir, la gran mayoría no solo de los mexicanos, sino de los propios norteamericanos, se han manifestado en contra de la guerra, haciéndose eco de las multitudinarias manifestaciones alrededor del mundo entero.

Claro está que la decisión del propio halcón norteamericano, así como las de sus contrapartes británico, español e italiano, han sido ir a la guerra, no obstante que la voz popular ha dicho lo contrario. Aún así se siguen llenando la boca con la palabra democracia y actúan en contra de la clara voluntad de la mayoría de la gente. Resulta igualmente claro que quienes obtendrán un beneficio económico con la guerra, o quienes recibirán una tajada, ya sea directamente a través de los negocios que ello represente, o a través del dinero que cínicamente ofrecen los norteamericanos en forma de diversas ayudas, también apoyan la acción militar. Están en este campo algunas fracciones empresariales de estas naciones, quienes no ven el sentido a renunciar a esta posibilidad de ganancias sacrificando al pueblo y al gobierno de Iraq, que por supuesto para ellos no significan nada, sobre todo si se cuenta con la capacidad armada de aplacar cualquier intento de cualquier grupo de saltarse las trancas en contra del imperio.

Empieza a resultar claro, asimismo, que hay otras fracciones de estos grupos que, ante las amenazas directas o veladas de recibir sanciones si no dan el apoyo, empiezan a flaquear. Si no queremos jugar con los norteamericanos y con las reglas de su espurio gobierno, se llevan su pelotita y nos quedaremos sin nada con que jugar. No comprarán artículos mexicanos, no invertirán en nuestro país y nos verán por encima del rabillo del ojo como los menos que somos.

Lo que no se sabe o no se ha comentado, es la lucha que se organiza ya y a la que se han ido sumando cada vez más personas y organizaciones ?que es a lo que deberíamos de sumarnos todos- en el sentido de boicotear los productos norteamericanos en el mundo entero. En tal sentido empiezan a circular desde Europa, correos electrónicos en los que se incita a la población a no comprar artículos norteamericanos, ni invertir el dinero en bancos que tengan socios norteamericanos, etc. La idea intenta responder a la cuestión de si nosotros como simples mortales no podemos hacer nada por detener los vientos de Guerra. La idea, asimismo, retoma lo hecho por diversos pueblos cuando los franceses hicieron sus pruebas atómicas volando completito el atolón de Mururoa hace ya algunas décadas. En aquel tiempo dieron un cierto resultado y el boicot a los productos franceses es considerado un factor importante para que el gobierno francés de entonces, decidiera suspender las pruebas.

Así las cosas, el ambiente de guerra se siente ya, por una parte en el boicot de productos franceses en muchas partes de los Estados Unidos, por parte de quienes en forma radical están dispuestos a barrer con quien se les oponga; por otra parte, se manifiesta ya con un incipiente boicot contra los productos norteamericanos. Lo que es innegable es que si algo se ha conseguido es echar por la borda mucho de lo conseguido en décadas de cooperación internacional y de impulso al libre comercio.

En el caso particular de nuestro país, un simple recuento de la política seguida por el gobierno de nuestro vecino país en estos dos últimos años nos puede aclarar las cosas. Desde el renacimiento de las bandas que asesinan a nuestros connacionales que buscan el sueño americano, o simplemente un empleo y dinero que mandar a sus hambrientas familias, la negativa clara y contundente a firmar un acuerdo migratorio, las recomendaciones para que los norteamericanos no visiten ciertas regiones de nuestro país, etc. , son una señal más que evidente de que ha sido el gobierno norteamericano quien nos ha dado antes no uno, sino varios portazos en las narices. ¿Con qué autoridad moral vienen ahora a pedirnos que abandonemos nuestra tradición pacifista y los apoyemos en una guerra paranoica? Ellos nos hablan de que si no lo hacemos sufriremos las consecuencias. Nosotros pensamos que ya sufrimos las consecuencias del desprecio y la falta de sensibilidad hacia nuestros problemas. Ellos no tienen amigos, solo intereses. No nos engañemos. El gobierno del señor Fox debe votar en contra de la guerra y si a los gringos no les gusta, ni modo, de todas formas nos han demostrado que con el actual gobierno no debemos esperar nada de ellos.

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