Reuters
TEHERÁN, IRÁN.- La usual retórica antiestadounidense y quema de banderas marcó ayer el aniversario de la toma de la embajada de Washington en Teherán, pero los iraníes también mostraron la compleja actitud de la República Islámica a su archienemigo declarado.
"El día nacional de combatir la arrogancia global" conmemora la toma en 1979 de la embajada -calificada de "Gran Satán"- por estudiantes que mantuvieron a 52 estadounidenses cautivos por 444 días, provocando la ruptura de relaciones diplomáticas con Washington.
Más de nueve mil personas, la mayoría niños contentos de tener un día libre de sus deberes escolares, y soldados trasladados hasta el lugar en autobús, se aglomeraron en la calle fuera de la antigua sede de la representación diplomática estadounidense.
Integrantes de la multitud levantaron sus puños al aire, coreando "Muerte a Estados Unidos" y abucheando efigies del Tío Sam. También incendiaron una bandera norteamericana.
Los muros de la embajada ahora están pintados con macabras imágenes antiestadounidenses, entre ellas una Estatua de la Libertad cuya cabeza es una calavera.
Sin embargo, muchos jóvenes iraníes anhelan la Coca-Cola y los CDs de heavy metal y películas norteamericanas circulan ampliamente en DVDs pirateados. Pero conversaciones sobre un acercamiento con Estados Unidos todavía son algo tabú.
El encuestador reformista Abbas Abdi, uno de los líderes de los estudiantes que tomaron la embajada estadounidense en 1979, fue encarcelado a inicios de este año tras publicar una encuesta que sugirió que tres cuartas partes de los iraníes estaban a favor de mejorar las relaciones con Washington.
Y aunque figuras de alto rango del gobierno estadounidense han discutido el mejoramiento de relaciones con Irán, la República Islámica está acusada de buscar armas nucleares y de permitir a militantes antiestadounidenses cruzar su frontera occidental para combatir a las fuerzas de ocupación en Iraq.