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Conmemoran 'Revolución Bolchevique' en Rusia

07 noviembre 2003

Moscú, (EFE).- Rusia celebró hoy el Día de la Concordia y la Reconciliación, antigua fiesta de la Revolución bolchevique de 1917, en medio de luchas entre clanes políticos y financieros agudizadas por el arranque de la campaña electoral.

La jornada festiva, doce años después de la caída de la URSS, estuvo marcada por manifestaciones de distinto signo, temores de atentados por la guerra de Chechenia, batallas entre sectores pudientes por el control de las riquezas y la apatía de buena parte de la población, empobrecida y más preocupada de cómo ganarse la vida.

Los partidos políticos se repartieron Moscú para manifestarse por separado, mientras la codiciada Plaza Roja quedó reservada para los veteranos de la II Guerra Mundial, dentro de la moda "patriótica" arrebatada por el Kremlin a los comunistas.

Unos 400 veteranos de la Gran Guerra Patria, como llaman en Rusia el capítulo soviético de la última contienda mundial, marcharon por la principal plaza del país seguidos de centenares de cadetes de academias militares, "alumnos de instituciones patrióticas militares" y la Compañía de Honor del Kremlin.

Los comunistas, incluidas organizaciones como Rusia Trabajadora, el Partido Neobolchevique, el Consejo de Obreros y el Congreso de Mujeres Soviéticas, desempolvaron las banderas rojas y retratos de Lenin, Stalin y el Che Guevara para denunciar la "política antipopular" del Gobierno.

"!Viva la Gran Revolución Socialista!", coreó la multitud comunista cuando, al llegar sus columnas a la sede del Parlamento, alguien arrancó de su fachada la bandera tricolor rusa e izó en su lugar el antiguo estandarte soviético.

Mientras, el partido oficialista Rusia Unida -considerado un conglomerado de ministros, gobernadores y otros funcionarios con la lealtad al presidente ruso, Vladímir Putin, como única ideología y recurso para seguir en el poder- convocó a los jóvenes a un concierto al aire libre en las inmediaciones del Kremlin.

Por su parte los liberales Yábloko y Unión de Fuerza de Derechas celebraron un mitin en defensa de la democracia, la sociedad civil y el Estado de derecho bajo lemas como "Control civil sobre los servicios secretos" y "NO al Estado policíaco".

Los sectores liberales están alarmados por los crecientes signos de autoritarismo y vuelta atrás en la nueva Rusia tras la llegada al poder de los llamados "silovikí", el clan de espías, militares y policías de los que se ha rodeado Putin.

Tras restaurar la melodía del himno estalinista de la URSS, el control sobre la prensa y la militarización de las instituciones docentes, el Kremlin ha lanzado una cruzada selectiva contra los "oligarcas" enriquecidos en la turbia etapa postsoviética.

Los ataques judiciales contra la mayor petrolera rusa, Yukos, y el encarcelamiento de su dueño y el hombre más rico de Rusia, Mijaíl Jodorkovski, se ha interpretado como el prólogo de un drástico cambio de rumbo político del Kremlin y de un nuevo reparto de la propiedad.

El arresto del magnate, quien había admitido la financiación de la oposición y su deseo de dedicarse a la política, es visto también como una advertencia a la clase política y empresarial de cara a los comicios parlamentarios del 7 de diciembre y las presidenciales de marzo próximo.

Esta campaña, presentada por el Kremlin como acto de justicia social para revisar privatizaciones oscuras, fue apoyada por algunos sectores nostálgicos fieles aún a la idea bolchevique de "expropiar y repartir".

Según sus detractores, la ofensiva oficial, que ha provocado caídas bursátiles y nuevas fugas de capitales, en realidad busca despojar de sus riquezas al clan político-financiero afianzado durante el gobierno del anterior presidente ruso, Borís Yeltsin.

Fue Yeltsin quien hace ocho años, tras revalidar su mandato con ayuda del capital privado, rebautizó la fiesta soviética como Día de la Concordia y la Reconciliación, para arrebatar a los comunistas el monopolio moral sobre esta fecha histórica.

Pero hoy en día, según el analista político Mark Urnov, "aquella parte de la elite del país que aboga por un Estado duro, purgado de cualquier oposición, no profesa la reconciliación, sino que pretende aplastar a sus oponentes".

"Es el primer 7 de noviembre de mi vida en que odio a alguien más que a los comunistas", afirmó el columnista Valeri Paniushkin, en alusión a las batallas de las elites por el poder y la riqueza nacional mientras uno de cada cuatro rusos se arrastra en la más profunda indigencia.

Según una reveladora encuesta publicada por el centro sociológico VTSIOM-A, si la Revolución se hiciera hoy, un 42 por ciento de los rusos apoyaría a los bolcheviques o colaboraría con ellos, otro 27 permanecería neutral, el 16 por ciento huiría del país y sólo un diez por ciento lucharía contra los "rojos".

Otro sondeo, del grupo Romir, reveló que para el 44 por ciento de los rusos hoy es "un día festivo normal", mientras que para otro 40 por ciento es el aniversario de la Revolución y sólo para un 16 es el Día de la Concordia y la Reconciliación

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